IV.

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Cuando dejé mi bicicleta en la cochera me acerqué a la ventana y noté otro golpe en el rostro de mamá y papá pidiéndole perdón. Como siempre.

Volví a subir por mi balcón, me quité mi sudadera, me di un largo baño y me puse mis pantalones de dormir.

Me acosté, no sin antes darme mi gran dosis de heroína, y fue entonces cuando intenté dormir.

*

Abrí los ojos paulatinamente, miré el reloj sobre el buró, eran las 11:14, mamá no había venido a levantarme, y sabía la perfecta razón.

Una vez que me hube lavado el rostro, me vestí. Eran las 11:45 y Asa aún no pasaba por mí, lo cual era demasiado extraño. Tomé mi cartera, mis cigarrillos y mi mochila. 

Cuando iba a abrir la puerta de mi recámara me debatí si debía bajar por las escaleras o utilizar mi salida de emergencia.

Rápidamente, para evitarme problemas me decidí por la salida de emergencia. 

Llegué a la avenida y tomé el autobús y me puse mi capucha. Me recargué en el tubo y me puse a pensar en lo de anoche: había sido un cobarde. 

Sé que ella me dijo que no tenía por qué preocuparme, pero no estaba de más. Verla con ese hombre me causó molestia, como permitían que les hablasen así. Y no olvidar que Asa también las llamaba así.

Una vez que hube pagado el autobús me dejó a una calle y caminé sin molestia. 

Llegando revisé el estacionamiento y no estaba la motocicleta de Asa. Tal vez le había salido una urgencia.

Recordé que a primera hora nos tocaba Física, todo iba a caer sobre mí. Decidí no entrar y me puse a caminar por los pasillos y finalmente salí al campus. Me senté sobre el césped y encendí un cigarrillo. Me recosté sobre el césped y miré el cielo que comenzaba a hacerse gris. Esos cambios de ambiente por culpa de la contaminación y yo, fumando. 

No me sorprendería una día que la Tierra nos pida cuentas y ahí será cuando todos nos vamos a arrepentir.

Lancé la pequeña niebla de mis labios hacia arriba. 

Después de estar jugando con el humo de entre mis labios miré mi reloj.

13:47 horas. Ya había acabado Física y posiblemente también Literatura, así que decidí no entrar a ninguna otra materia. Me levanté, me sacudí y tomé mi mochila, la colgué sobre mi hombro. Tomé otro autobús que me dejó en la avenida de aquel prostíbulo. 

  — A las 19 horas inicia el servicio niño.— me dijo el fortachon. 

  — Necesito hablar con ella.— le dije, pero me impidió entrar.

  — ¿Con quién?— 

Mierda, no me había tomado la molestia de preguntarle su nombre. 

 — Owen, está bien.— una mujer salió detrás de él, el hombre se hizo a un lado y me dejó pasar. 

Entramos al lugar y este estaba vacío, pero más alumbrado. 

— Tú debes ser Shawn.— me dijo la mujer mientras le calaba a su cigarrillo.— ¿Gustas?— me ofreció su cigarrillo y yo negué. —Con que, Señorita te defendió, ¿eh?—

— Alondra, yo me encargo.— apareció detrás de ella, la chica de la cual no sabía su nombre. Vaya.

— Sí, Señorita.— se hizo a un lado la otra mujer, fruncí el ceño al escucharla llamarla así. La mujer se marchó y me dejó a solas con la mujer que desconocía el nombre.

  — Sé que es demasiado tarde, pero, ¿cuál es tu nombre?— pregunté.

— ¿Te abres a contarle tus intimidades a una mujer y ni siquiera sabes su nombre? — preguntó socarrona y yo asentí. Tocó la punta de su nariz con su dedo y cerró sus ojos un instante.— No creo que importe.— se encogió de hombros.

  — A mí me importa.— contesté. Me miró a los ojos. Y repitió la misma acción: tocando la punta de su nariz.

 — Amelia.— respondió sin importancia. Era la primera vez que escuchaba ese nombre y era hermoso.

 — Yo soy...— me interrumpió.

 — Sé quién eres.— caminó hacia la barra de licores y yo la seguí.

  — ¿Cómo lo sabes?— pregunté curioso.

  — Eso es algo con menor importancia.— respondió sirviéndose un martini. —Como sea, ¿a que has venido?—preguntó.

  — No he quedado tranquilo conmigo mismo desde lo que pasó anoche.— metí mis manos a los bolsillo de mi pantalón. 

 — Pediste disculpas y te dije que no importaba, ya olvídalo.— habló irritada y bebió su trago.

 — No puedo. Odio que golpeen a una dama y...— me interrumpió de nuevo, como detestaba que lo hicieran.

— Escucha cariño, yo soy todo menos una dama y lo sabes.— puso su dedo índice al frente de mí y me miró.— ¡Mírame!— exclamó y se señaló a sí misma.— ¿una dama se vestiría así?, ¿una dama se revolcaría con más de cinco hombres por noche?, ¿una dama daría mamadas a cualquier imbécil que le tendiese cien dólares?, ¿una dama permitiría que le llamaran como quisieran: puta, golfa, mujerzuela, cualquiera, zorra o perra?— carraspeó.— No seas bobo cariño, creí que la vida te había hecho entender a la mala cuando viniste aquí.— masculló. 

  — ¿Cómo puedes vivir así?— pregunté sin poder evitarlo.

  — De la misma manera en la que puedes vivir tú.— respondió secamente. 

 Salí huyendo de aquel lugar. Ni siquiera sabía por qué estaba llorando. 

¿Era por ella o era por mí?

Había sido cruel, pero yo también.

No sé por qué pero me encantó este cap xdxd

-Val






Heroine | Shawn Mendes©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora