XXII.

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Amelia y Shawn se encontraban en el parque del centro de la ciudad.

— Voy a renunciar — avisó Amelia, Shawn sonrió en grande.

— Me alegro tanto — la tomó de las manos — mereces ser tratada como una dama — besó sus nudillos, ella sonrió enternecida.

El celular del castaño vibró, miró la pantalla y apagó el teléfono.

— ¿Quién era? — cuestionó Amelia.

— Nadie importante — musitó el castaño, Amelia notó una gota de sudor que resbalaba de la frente de Shawn.

— ¿Shawn? — lo llamó.

— Te he dicho que nadie importante linda — la abrazó mientras veían a los niños jugar, ella suspiró dándose por vencida. No quería discutir.

— Volvamos a mi casa. Debo alimentar a Darma y a Paul. — tomó su mano y tiró de ella. Juntos caminaron hacia la casa de Amelia.

Entrando a su casa, Darma se les echó encima.

Amelia subió y entró a la habitación de Paul, lo alimentó y limpió sus necesidades.

Al poco rato, Shawn entró y le ayudó. Cuando terminaron, bajaron al segundo piso.

Shawn pidió alimentar a sus peces, Amelia accedió mientras alimentaba a Darma.

— Sí que te encantan los animales — le murmuró Shawn, ella sonrió y asintió.

— Son más nobles que muchos humanos. — musitó Amelia. Shawn la abrazó por los hombros mientras veían a los hermosos peces comer.

Shawn acariciaba levemente el cabello de Amelia. Los toques insistentes en la puerta la hicieron gruñir.

— ¿Abby? — preguntó al ver a la jovencita frente a su puerta.

— Señorita — sollozó lanzándose a los brazos de Amelia. Ella quedó desconcertada por completo.

— Cariño, ¿qué te ha pasado? — la miró. Su rostro reflejaba su dolor.

— Roger — sollozó la jovencita. Amelia frunció el ceño y la adentró a la casa rápidamente, Shawn corrió a preparar un té para Abigail.

— ¿Qué ocurre con él? — preguntó Amelia, el castaño llegó con el té.

— ¿Qué le ocurrió a tu ropa? — preguntó el castaño, Amelia frunció el ceño y miró el vestuario de Abby. Esa pregunta fue contestada por el sollozo de la ojiverde. Amelia y Shawn intercambiaron miradas.

— Abby, ¿qué pasó? — cuestionó detenidamente Amelia.

— Abusó de mí Señorita — Amelia llevó una mano a su boca, Shawn quedó en shock.

— Ese hijo de perra — ladró Amelia, mientras cubría su rostro. Abrazó a Abigail y ella lloró en su pecho.

— Infeliz — musitó Shawn, sintiendo lástima por Abby.

— Ve arriba, date una ducha, ponte lo que quieras y hablaremos ¿okey? — Amelia besó su cabeza. Abigail subió lentamente por las escaleras.

Se sentía enferma, sucia, usada. Se sentía más usada que antes. Asquerosa, a pesar de lo que trabajaba.

En cuanto Abigail salió de la vista de los dos jóvenes, Amelia llevó las manos a su cabeza desesperada.

— No creí que Roger lo hiciera de nuevo — susurró muy bajo Amelia.

— ¿Qué? — cuestionó él.

— Nada. — respondió poniéndose de pie. Shawn la siguió a la cocina.

Heroine | Shawn Mendes©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora