Capítulo 21

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Pasé la nota por mis manos, intentando encontrar alguna pista o algún mensaje oculto, pero no ponía nada más. Me la guardé en una de mis libros y me miré en el espejo para cepillarme el pelo.

Mi cabello seguía igual, llegaba hasta mi pecho y no era ni muy liso ni ondulado. Mi cara sí que había cambiado, ya no tenía ese aire de joven felíz, sino que tenía cara de haber sufrido. Todos los alumnos estabamos así. Tenía algunas heridas hechas por los Carrow, solo por defender a Harry. Los odiaba, nos hacían usar la maldición cruciatus unos contra otros y bastantes alumnos tuvieron que usarla en mí.

Aún así, tenía la esperanza de que la oscuridad se desvanecería muy pronto. Sabía que Hermione, Harry y Ron no fallarían.

Me peiné con cuidado, para no hacerme daño al deshacerme los nudos del pelo. Bajé a la Sala Común, aunque era medianoche estaba llena. Al verme, Neville se acercó a mí.

-Lea, tenemos que ir a la Sala de los Menestres.- dijo muy emocionado.

-¿Por qué? ¿Hay alguna novedad?- le respondí.

-Ya te lo contaré, tienes que llevar a los demás allí.

-Vale, pero espero que sea muy importante.

Llevé a los alumnos (los que formaban parte del Ejército de Dumbledore) a la Sala de Los Menestres, y Neville se coló por la puerta a la que llevaba a la taberna de Aberforth.

Pasó una media hora, y Neville salió del pasadizo con una sonrisa que iluminaba su cara completamente, y todo el ED empezó a aplaudir. Me fijé en qué pasaba, y entonces los ví. Estaban allí; Harry, Hermione y Ron. Me levanté del sofá y corrí hacia ellos, que me recivieron con un enorme abrazo.

-¡Lea!- gritaron todos a la vez.

-¿Es verdad que habeis entrado y salido vivos de Gringotts?- prenguntó Cho.

-Pues... sí- dijo Harry- pero no tenemos tiempo para preguntas, tenemos que encontrar...

-Una cosa- añadió Hermione.

-Y rápido- dijo Harry- a ver, ¿alguien conoce la diadema de Ravenclaw?

Todos empezaron a discutir sobre la diadema, decían que había desaparecido hace mucho o que no existía. Seguro que era un Horrocrux, pero Harry no lo podía decir. 

Al final, Harry salió a buscarlo con Luna, y todos los demás nos preparamos para luchar contra los mortifagos. Llegó la hora de la gran batalla. Todo el castillo se estaba preparando para defenderse y ganar; incluso la profesora McGonagall, que sacó a los luchadores de Hogwarts a proteger la barrera que pusieron los profesores.

Daba igual contra quién iba a luchar, solo esperaba que no fuese Draco. Seguro que estaba viniendo hacia el castillo con los demás mortifagos.

 Todos nos pusimos frente a los mortifagos, eran muchos, más que nosotros, pero nosotros contabamos con grandes magos. 

De repente todo el castillo se transformó en luces verdes y rojas, pasaban cientos de hechizos por todos lados, y tenía que esforzarme para que no me diese ninguno, ya que ese podía ser mi último día viva. Luché contra bastantes mortifagos, pero logré vencerlos esquivando sus hechizos y lanzando hechizos aturdidores y dejándolos en el suelo. 

Cuando acabé con un mortifago que tenía la cara cuvierta de cicatrices, Bellatrix se puso frente a mí, con una sonrisa maligna.

-Hoy no te escaparás, bonita -gritó riendo- ¡Expelliarmus!

Mi varita salió volando, y quedó a unos metros a mi izquierda. No tenía nada que hacer, me había desarmado, ese era mi fin.

-¡Avada keda-!- gritó.

Pero no consigió pronunciar el hechizo, porque Neville le lanzó el hechizo Petrificus Totalus.

-Gracias, Neville- conseguí decir, jadeando.

-De nada, ten cuidado - dijo- Harry me ha dicho que debo matar a la serpiente, y me ha pedido que te diga que no te muevas de aquí.- añadió, y se fue a buscar a la serpiente.

Cogí mi varita y pasé con cuidado al lado de Bellatrix, parecía que iba a levantarse en seguida. Recorrí algunos pasillos, se oían muchos gritos en todo el castillo, pero en aquella parte estaba sola. Pero un gran lobo se lanzó hacia mí y me tiró al suelo. No me podía mover, ya que me había agarrado de los hombros y piernas. Era Fenrir Greyback, era horrible, estaba lleno de sudor y sangre.

-Bueno, bueno... Tenemos carne fresca- dijo, su aliento apestaba a carne.

Me mordió el brazo con sus afilados dientes, grité lo más alto que pude, sentía que la sangre caía de mi brazo mientras el lobo reía, preparado para morderme el cuello y matarme. No me podía mover, me dolía demasiado, era como si un gigante se posara en mi brazo.

Oí un grito, no entendí lo que la persona dijo, ya que me desmayé.

Me desperté en el Gran Comedor, rodeada de personas mirándome con caras preocupadas. 

-¿Estás bien?- dijo Luna.

-E-eso creo- dije.

-¿Puedes mover el brazo?

-No... no lo siento.- entonces me acordé- Pero si Fenrir me ha mordido, ¿ahora soy una mujer lobo?

-Tranquila Lea. La enfermera ha examinado tu brazo y dice que no te pasará nada.- dijo Neville al ver que empezaron a caer lágrimas de mis ojos.

-Menos mal...- dije.

Me levanté y los abracé. El comedor estaba lleno de personas, al parecer eran cadáveres o heridos, y ví a Remus y Tonks, muertos. No me lo podía creer. Remus había sido muy importante para mí, abracé su cuerpo sin vida, llenando su camisa de lágrimas.

-Lea...

-No pasa nada.- dije, aunque en realidad tenía unas ganas terribles de gritar.

Entonces, miles de alumnos salieron al exterior, gritando cosas como '¡Harry!' '¡Ha muerto!'. Me levanté lo más rápido que pude y salí a ver lo que pasaba, y cuando lo ví, muerto en los brazos de Hagrid, no me lo podía creer.

|Narra Draco|

Voldemort había vuelto y con Harry muerto, me había dicho que no le dejara coger la diadema, y casí morí en el intento. Me oculté entre la multitud como pude, pero aún así me vió.

-¡Draco!- me gritó.

Me dirigí hacia él, me abrazó, pero lo ignoré, y me puse entre los mortífagos. Desde ahí veía a todos los alumnos: Ron, Hermione, la Lunática... Y Lea. Tenía el brazo lleno de sangre, y no paraba de llorar. La quería abrazar, decirle que había estado todo el año pensando en ella, deseando que estuviese bien, pero no lo estaba. Su cara lo decía todo, estaba destrozada. Apartó la mirada de Harry, y me miró, abrió mucho los ojos y le dediqué una sonrisa, y ella también sonrió, aunque no como lo hacía antes.

Entonces, Harry se movió, y Voldemort y él empezaron a luchar. Ya no me importaba nada más, lo único que queria hacer era hablar con ella, habían pasado muchos meses desde que no la veía, y sin duda nunca la olvidé, ni lo haría. 

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