Capítulo 4

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Está tumbado en el sofá del salón, disfrutando de los quince segundos que tiene de descanso hasta que su hermano venga. Cuando regresa, observa que tiene unos coches de juguete en sus brazos. Los coloca encima de la mesa y hace que Julian se incorpore.

—Tato, ¿te gustan mis coches? —Pregunta el chico con inocencia.

—Sí, mucho. ¿Me los puedes presentar?

—Vale. Este es Trueno —dice Nico señalando al coche rojo—, ese azul se llama Veloz y el verde se llama Abracitos porque lo abrazo mucho cuando estoy triste.

—Ah, ¿crees que podrías dejármelo a mí?

—¿Tú lloras? —Cuestionó el niño con curiosidad. Nunca ha visto a su hermano llorar. Dicen que los que lloran son los niños, aunque su hermana llora algunas veces, pero no sabía que Julian lo hacía.

—Claro, como todo el mundo.

Espera, espera. ¿Todo el mundo llora? ¿Incluso sus padres? Es imposible, ellos no lloran nunca. Tampoco lo hacen sus abuelos, ni sus tíos, ni sus primos mayores. No se cree lo que le ha contado su hermano. Seguro que es mentira. Bah, da igual.

Nico le resta importancia al asunto y sale corriendo al jardín trasero, le apetece jugar con la nieve. Sin embargo, Julian le agarra antes de poder abrir la puerta. ¡Estos hermanos mayores son unos aguafiestas!

—¿Dónde ibas, señorito? —Pregunta divertido el mayor.

—Al jardín. Además, yo me llamo Nico, no "señorito". Oye, ¿por qué a mí me llamas "señorito" y a papá le llaman "señor"?

—Porque papá es un hombre casado y tú no.

—¿Y con quién está casado papá? —Cuestiona el pequeño rascándose la cabeza.

—Con mamá.

—¿Tú te casarás con tu novia? Es muy guapa.

—Eso espero, pero todavía falta para eso. ¿Y a tí te gusta alguna niña?

—No, aunque me gusta una chica de los dibujos animados. ¿Esa vale?

—Sí —afirmó Julian, que no podía dejar de reír. Pero Nico no se ríe, es más, no entiende la reacción de su hermano.

El menor se baja de las piernas de su hermano y enciende la tele. Es hora de ver a la chica que le gusta. Julian sonríe al verle. Sube las escaleras y coge la libreta donde guarda los dibujos y poemas para Arancha. Tiene pensado regalársela en Navidad.

Navidad. Ella vendrá en Navidad. Nochevieja y Año Nuevo. Se lo está imaginando: a los dos con abrigo y gorro, paseando por las calles de Dortmund cogidos de la mano. ¡Se muere de ganas! Quedan menos de diecinueve días para volver a verla, para volver a abrazarla, para volver a besarla. Y es que Arancha se ha convertido en su droga, nunca se cansa de ella y se siente genial cuando la prueba.

Se sienta en la silla de su dormitorio. De fondo escucha las voces de su hermana y sus amigas. Tenerlas en casa va a ser una pesadilla, y es que está convencido que lo que pasó hablando con su novia va a volver a suceder. Las chicas no le caen mal, al contrario, cree que son las mejores amigas que Alicia ha podido encontrar.

A ese cuarteto tan peculiar, pertenecen cuatro chicas, cada una con una personalidad diferente: su hermana es la guapa del grupo; Emma, la extrovertida; Caroline, la simpática y Vanessa, la romántica. Son amigas desde que tenían cinco años y su amistad ha perdurado con el tiempo. Julian sólo espera que siga siendo así durante muchísimos más años.

La que más le llama la atención es Vanessa. Las otras siempre hablan de ir a fiestas y salir con chicos, sin embargo, ella no disfruta realizando esas actividades, o, al menos, eso es lo que aparenta. Le cuesta más relacionarse con la gente, aunque gran parte de la culpa la tiene su timidez.

Ahora que lo piensa, nunca la ha visto con ningún chico. Será porque es muy reservada con eso. Además, es la romántica del grupo, así que quizás está esperando a que aparezca el chico adecuado que logre enamorarla. Cada vez que le pregunta algo, se sonroja. Eso le recuerda bastante a Arancha. Está convencido de que serían grandes amigas.

Son tan parecidas, pero tan diferentes a la vez. Comparten muchas cualidades. Por ejemplo, ambas son algo tímidas, inteligentes, amables y guapas. Aunque en físico son muy diferentes. Su novia es morena, bajita, con ojos cafés y con labios finos. Vanessa es rubia, de estatura media, con ojos verdes y labios normales.

De repente, llaman a la puerta. El chico se levanta de la silla, cierra la libreta y abre. Detrás se encuentra a Caroline. De las cuatro, ella es la que más se parece a Arancha físicamente, sobretodo, porque es la única morena en el grupo.

—¡Hola, Julian! ¿Qué haces?

—Hola, Caroline. Estaba... pensando.

—¿En tu novia? —Pregunta la chica, alzando la ceja, divertida.

—Ehhh... sí.

—Interesante. ¿Te importa que pase?

—En absoluto.

El chico le hace un gesto a la muchacha con el brazo indicándole que pase. Poco después, la invita a sentarse en la cama. Caroline acepta la petición y se acomoda. Julian se sienta a su lado. No hablan, sólo se miran a los ojos. Es el chico quien rompe el silencio.

—¿Dónde están las otras? —Cuestiona Julian.

—En el cuarto de tu hermana. Iban a jugar a un juego y a mí no me apetecía. Espero que no moleste aquí.

—Para nada. Nunca viene mal un poco de compañía.

—Lo mismo te digo. ¿Cuánto tiempo llevas con tu novia?

—Más de seis meses —contesta el chico, con una sonrisa en su rostro.

—¡Guau! ¿Estáis muy enamorados?

—Ni te imaginas cuánto.

—Me encantaría conocerla. Alicia me ha hablado mucho de ella. Dice que es una gran chica.

—Y lo es. Es sencillamente perfecta.

La pareja sigue hablando con fluidez. Que ellos recuerden, nunca han hablado tanto. Esa charla les ha servido para conocerse mejor. Ahora conocen los gustos, aficiones y objetivos del otro. Están tan cómodos, que el chico incluso llega a poner música en el portátil. Galway girl de Ed Sheeran.

—Oye, Julian. Llámame Carol. 


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En multimedia os dejo la canción Galway girl, de Ed Sheeran. 

Simplemente perfecta [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora