Capítulo 7

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A las ocho y media de la mañana, el Stay de Zedd y Alessia Cara empezó a sonar en la habitación. Arancha, cogió el móvil, apagó la alarma y lo dejó de nuevo en la mesilla. Se dio media vuelta mientras se preguntaba por qué tenía que levantarse a esa hora. Entonces, recordó que había quedado con Alejandra en su casa para hacer el trabajo.

Rápidamente, fue hasta la cocina. Una vez allí, se hizo el desayuno: dos tostadas de mantequilla y un vaso de leche. Cuando terminó, llevó la comida a la mesa del salón, se sentó en una silla y encendió la televisión. Fue pasando uno a uno los canales para ver si encontraba algo que le gustara, pero como no tuvo suerte, fue a grabaciones y eligió la temporada seis de Hawaii 5.0.

Al terminar, recogió el plato y el vaso y se fue a su habitación para hacer la cama, preparar la mochila y vestirse. Al abrir el armario, no encontró nada que la convenciera, así que cogió lo primero que vio: unos vaqueros skinny azules, una camiseta de manga corta negra, una sudadera gris y unos calcetines tobilleros grises. Después se puso sus botas Panama 03 marrones claras.

En el baño, se lavó los dientes, se peinó y se puso un poco de colorete. Se fue de nuevo a su cuarto y miró el móvil. Eran las diez menos veinte. Se puso su abrigo y la mochila, avisó a su tío de que se iba ya y salió del edificio.

Caminó hasta llegar a la estación de Palos de la Frontera y se sentó en un banco hasta que el tren llegara. Afortunadamente, no tardó mucho. Entró en uno de los vagones centrales, ya que ahí suele haber menos gente, y se sentó en un asiento libre. A los pocos segundos, el tren siguió su ruta dirección Moncloa.

Al llegar a Sol, su trayecto en la línea 3 había finalizado. Salió del vagón para ir hasta el andén de la línea 2 dirección Las Rosas. En esa ocasión, el tren tardó algo más de lo esperado. Se apoyó en una pared ya que no había sitio libre aún. A las cinco paradas, consiguió un asiento, aunque acabó cediéndoselo a una mujer sudamericana embarazada que, al observar el acto de la chica, le dio las gracias y le dedicó una de las sonrisas más bonitas y limpias que había visto en su vida.

En la estación de Avenida de Guadalajara, se bajó del tren y empezó a subir las escaleras que la llevarían a la calle. Miró su móvil que marcaba las diez y veinte de la mañana y empezó a andar hasta llegar a la casa de Alejandra. La fachada exterior era bastante sencilla. Las puertas eran marrones y en el tejado había una bonita chimenea.

Arancha llamó al telefonillo y contestaron al poco tiempo.

—¿Quién es? —Preguntó una voz masculina. Ese tono le era familiar.

—Soy una amiga de Alejandra.

La persona colgó y escuchó la puerta principal abrirse. Posteriormente, pasos. Al abrir la puerta de la calle, Arancha pudo ver a quién pertenecía la voz y al contemplarlo, se quedó con la boca abierta. No se cree que le esté pasando eso a ella.


Nada más abrir la puerta, se ha quedado con los ojos fijos en la chica. ¿Qué hace ella allí? No tiene ni idea, pero tiene el presentimiento de que se va a divertir. De repente, una ráfaga de viento le hace recordar que está en mangas cortas. Invitó a Arancha a entrar mientras que ésta le mira con una expresión de desconcierto. Cuando entraron en la vivienda, el chico decidió empezar la conversación.

—¿Por qué me miras así?

—¿Qué haces aquí? —Preguntó Arancha asombrada.

—Vivo aquí —reveló el muchacho con total tranquilidad.

—¿¡Qué!? —La chica no se lo podía creer. ¿Vivía ahí? ¿Por qué?

Simplemente perfecta [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora