Falta menos de media hora para encontrarse con sus amigas. Se levanta de la cama y mira en el armario. Saca unos vaqueros ajustados negros, una camiseta blanca con una fotografía de un cachorro en blanco y negro y la chaqueta de su equipo de fútbol favorito: el Atlético de Madrid. En el tiempo que ha estado en la capital, ha ido ya a dos partidos, en ambos los rojiblancos ganaron.
Se viste rápidamente y va al baño para terminar de arreglarse. Se peina con delicadeza y se hace la raya a un lado, como le gusta. Se lava los dientes y entra en su cuarto para ponerse los zapatos. Se pone unos calcetines tobilleros y sus Converse, ambos blancos. Cuando está lista, se cuelga la mochila, y le da dos besos a su tío que está preparándose para trabajar.
Sale del edificio y se dirige a Atocha, el lugar donde las tres chicas han quedado para ir al Starbucks en el que merendarán. Cuando llega a la estación, entra y camina hasta el famoso estanque de las tortugas. Apoyada en la barandilla se encuentra Elena. Arancha decide darle un pequeño susto a su amiga cuando se encuentra a su altura.
—¡Ahhh! —Exclama la chica al sentir unas manos en el abdomen—. ¿Pero qué haces? ¡Casi se me cae el móvil al agua!
—¡Ohhh! ¡Pobre Mickey Mouse! ¡He podido ahogarlo! —Exclamó Arancha en tono irónico y echándose a reír.
—No tiene gracia. Además no matarías a un Mickey, matarías a Mickey y a todos sus hermanos gemelos —apunta Elena señalando la funda de su móvil—. Podrías haber ido a la cárcel por homicidio involuntario.
—¡Eres una exagerada! ¿Has hablado con Cris?
—Sí, hace un cuarto de hora me dijo que salía de su casa, así que debe de estar al llegar.
La espera no tarda demasiado, ya que a los treinta segundos, la chica entra en Atocha por la misma puerta que entró Arancha. Se abrazan y, entre risas y burlas, abandonan la estación. Suben la cuesta y cruzan el paso de peatones corriendo. Cuando llegaron a la acera de enfrente, entraron en el Starbucks jadeantes por la carrera.
Tras pedir las bebidas y algunos dulces, se sentaron en una mesa al fondo del local donde empezaron la conversación.
—Bueno, Arancha, ¿qué tal con Julian? —Preguntó Elena.
—Pues no hemos hablado mucho, la verdad. Primero, Alicia le interrumpió y después, me dijo que debía cuidar de su hermano porque su madre se iba. Aunque me dijo que me llamaría por la noche.
—¿Cuántos años tienen sus hermanos?
—Alicia tiene catorce y Nico, cinco—respondió la colchonera moviendo con desgana la pajita de su bebida.
—Bueno, creo que esta es la pregunta más importante de toda la tarde: ¿qué planes tenéis para el finde?
—Estudiar y salir, nada nuevo —apuntó sonriente Cristina.
—Mañana he quedado con una compañera de clase para hacer un trabajo y el resto del tiempo creo que estudiaré.
—¿No vas a ir mañana al cumpleaños de Izan?
¡Es verdad! ¡Mañana es el cumpleaños de su amigo! Con todo esto de Julian, Adrián, los exámenes... no se había acordado. Pues la verdad es que todavía no sabe si va a ir. Una cosa sí sabe, debe estudiar. Eso es lo importante. Si ve que ha estudiado lo suficiente, irá; sino, se quedará en casa estudiando y se dormirá temprano.
—No lo sé. Depende de cómo me organice mañana. Si todo va bien, iré —terminó por contestar.
—Estupendo. Nosotras hemos quedado mañana en Atocha a las nueve y media.
—¿Dónde lo celebra?
—En el Pans & Company de Sol.
—Vale, mañana os confirmo si voy o no. ¿Sabéis quién más va?
—Gente de nuestro curso.
—¿Dónde vamos ahora? —Preguntó Elena sorbiendo por última vez con su pajita.
—¿Damos una vuelta por ahí?
—¿Por dónde exactamente?
—Podríamos ir al parque de El Retiro —sugirió Arancha.
—Me parece bien, además, está aquí al lado.
—Confirmado: vamos a El Retiro —confirmó Cristina poniéndose de pie.
Las chicas salieron del establecimiento y se dirigieron al parque de El Retiro. Entraron y se acomodaron en la hierba. La suave brisa despeinó el pelo de las chicas, pero no hicieron ningún esfuerzo en apartárselo de la cara. Se quedaron en silencio unos minutos, hasta que la colchonera decidió retomar la conversación.
—Oye, ¿a vosotras no os gusta ningún chico?
—A mí no. Yo voy de soltera por la vida —afirmó Elena.
—Pues a mí sí. Es un chico de otro instituto. Sus padres son muy amigos de los míos, entonces nos presentaron y nos gustamos.
—Para, para, para... ¿os gustáis? —Exclamaron las otras dos a la vez.
—Sí, pero no nos atrevemos a salir por si acaso.
—¿Cómo que "por si acaso"? ¿Tú crees que si Julian y yo hubiéramos pensado así estaríamos ahora juntos? ¡No! Si quieres salir con él debes lanzarte, ignorando todo lo que os lo impida.
—Mmm... no sé. Ya lo hablaremos.
—Más te vale, porque si no, olvidaos de eso.
—Arancha, ¿tú cómo supiste que el chico de tu vida era Julian y no Víctor? —Cuestionó Cristina, con curiosidad.
—Pues no lo sé, supongo que porque siento una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo cada vez que Julian me besa, sin embargo, no sentí nada de eso cuando me besó Víctor. Esa fue una gran señal.
—¡Lo que daría yo por una relación como la vuestra!
—Gracias, pero prefiero que tengas una relación con un chico que puedas ver cada día, no una a distancia como es la nuestra.
—Ahí tienes razón, ¿cómo sois capaces de soportarlo? —Preguntó esta vez Elena.
—Hablamos a diario y hacemos videollamadas. Julian viene a verme cada vez que puede. Esto posiblemente os suene un poco anticuado pero es muy romántico: también nos mandamos cartas. Es algo que me encanta porque él suele mandarme dibujos míos. Cuando vengáis a mi casa os los enseño.
—Ojalá lo vuestro sea para siempre —declaró Cristina con una sonrisa.
Eso espera ella, que la relación que mantiene con Julian dure para siempre. De hecho, ya ha imaginado cómo sería el día de su boda. ¡Incluso han elegido los nombres para sus hijos! Pero como en todas las relaciones, también hay momentos para nada agradables que ponen la relación en la cuerda floja, y muy pronto lo vivirán en carne propia.
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¡Hola a todos!
En multimedia tenéis a Mickey y a todos sus hermanos gemelos que Arancha estuvo a punto de ahogar.
Besitos, Red.
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Simplemente perfecta [Libro 2]
RomansaNueva ciudad. Nueva familia. Nuevo instituto. Nueva vida. Tras el accidente, Arancha se mudó a Madrid para empezar de cero. Lejos de su familia, de sus amigos y, sobretodo, de Víctor. El principal motivo de su ida fue él. Ella creía, aunque su famil...