Capítulo 11

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¡Por fin!

Julian tocó la punta de metal del bolígrafo que había estado utilizando mientras hacía sus apuntes. Para su sorpresa, quemaba un poco.

Se levantó de la silla en la que había estado sentado casi toda la mañana y se tumbó en su cama. Vio su móvil en su mesilla y lo cogió. Tenía millones de notificaciones, sobretodo de WhatsApp y de Instagram. Pero la que más le llamó la atención era una de WhatsApp de su novia. Abrió el chat y leyó el mensaje que le había escrito Arancha.

Si en el sueño te decía cosas feas, esa no era yo. Te quiero muchísimo, eres una de las personas más importantes de mi vida y no cambiaría ni un solo segundo contigo ni por todo el dinero del mundo. Obviamente he soñado contigo. Desde que somos novios lo hago todas las noches. Espero que tengas un buen día y que no vuelvas a soñar con mi "copia" malvada.

El mensaje lo cerraban seis corazones rojos, uno por cada mes que llevan juntos.

Julian apagó el móvil y lo puso de nuevo en la mesilla. Volvió a tumbarse en la cama, pero esta vez cerró los ojos. Pensaba en su novia, en todo lo que harán cuando vuelvan a verse. La echa mucho de menos y espera que los días pasen lo más rápido posible.

El chico se levantó de su cama al escuchar que llamaban a la puerta de su habitación, por lo que deducía que no era su hermana quién estaba detrás.

La abrió y vio a su hermano. Rápidamente entró en el dormitorio. Se sentó en la cama y observó a Julian. Éste se puso a su lado y le colocó un poco el pelo.

—¡Para! —Se quejó el pequeño.

—Perdona, pero es que estabas despeinado.

—Me da igual —respondió cortante.

—¡Ey! ¿Qué te pasa? Y no me digas "nada" porque ambos sabemos que esa no es la respuesta.

—Mamá no puede jugar conmigo, como siempre —contestó el pequeño, cruzándose de brazos.

—Chiquitín, es normal. Mamá tiene que trabajar.

—Ya, por eso Alicia está con sus amigas y tú estás estudiando, ¿no? ¿¡Y yo qué!? Me aburro mucho y no tengo a nadie con quién jugar.

—¿Quieres que vayamos a dar un paseo? —Sugirió Julian, intentando que su hermano no se sintiera tan solo.

—Vale.

Ambos salieron de la habitación y fueron hasta el salón. Allí, se pusieron los abrigos y los gorros. Julian llamó a Aksu para poder ponerle la correa. Una vez hizo eso, ayudó a su hermano a ponerse los guantes y posteriormente se puso los suyos.

Cuando terminó, llamó a la puerta del despacho de su madre y entró. Ella estaba revisando unos papeles mientras que terminaba de hablar por teléfono.

Al finalizar, miró a su hijo y le indicó que se sentara en una de las sillas que había en la habitación. El chico obedeció y esperó en silencio al momento adecuado para hablar con su madre. Pero tras ver que ya había esperado demasiado decidió interrumpirla.

—Mamá.

—Dime, cariño —contestó la mujer, ojeando unos papeles.

—Mírame —ordenó el chico.

—¿Qué pasa? —Preguntó la madre, observando fijamente a su hijo mayor.

—Me llevo a Nico a dar una vuelta.

Simplemente perfecta [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora