Wicked Game «Benlos» [ACTUALIZACIONES LENTAS]

«Te creí / Ya no hay vuelta atrás»

Ben sí que no sabía cómo sentirse... ¿Estaba soñando y era una pesadilla? ¿Sólo era una broma? ¿Carlos hablaba en serio? ¿Qué mierda sentía su corazón con respecto a su novio? ¿Podía llamarlo así todavía? 

Después de que Carlos escupió esa declaración fuera de su boca, los demás muchachos miraron a Ben sin saber qué decir... Él se les había negado y, a demás, explicado la razón de la farsa frente a sus propios ojos. Ben esperaba de todo, menos esa paliza emocional que le acababan de dar a su corazón; se esperó hasta una parada al hospital, pero esto no se comparaba con huesos rotos... Era aún peor, mucho más doloroso e incurable.

Chad y su clan encerraron a Ben en un círculo que poco a poco iba comprimiendo y oprimiendo más al príncipe, mientras que otros dos tomaron de los brazos a Carlos, el cual recibió dos puñetazos en la nariz, un rodillazo en el estómago y una patada que golpeó su espalda, justo antes de quedar derribado sólo en el suelo. Sólo necesitaron a uno de ellos para golpear a Carlos, y éste, al no ver resistencia alguna, lo dejó como trapo tendido en el césped. Lo vieron retorcerse del dolor y lo dejaron allí mismo.

Carlos, al caer, sintió un golpe fuerte en su cabeza, que le hizo despertar de aquel trance. De pronto, sintió un dolor punzante en el abdomen, un ardor en su nariz y pómulos; y, en cuanto trató de levantarse, los músculos de su espalda se tensaron como respuesta negativa al intento fallido de ponerse de pie. Soltó un gemido mudo ante el dolor y sus ojos se cristalizaron de a poco, soltó lágrimas de a una, y en menos de medio minuto se encontraba llorando desconsoladamente, en silencio. No le dolía el cuerpo, no le dolía por fuera.

Él recordaba la manera en la que rompió el corazón de la persona que ama, y no pudo hacer nada. Su corazón estaba congelado y su mente estaba influenciada por una fuerza implantada. Así es como sienten aquellos que se ven obligados a tirar a la basura un buen amor por aquello que es correcto a los ojos de la sociedad.

***

Carlos llegó a su habitación, tomó un recorrido en el cual sabía que no iba a encontrarse a nadie. Para su sorpresa y alivio, Jay no se encontraba en la habitación. El chico de pecas asumió que estaría entrenando, tomó una dolorosa ducha que, de cierta forma, aligeró el sentimiento de incomodidad, se cambió, miró a aquel muchacho de ojos rojos que el espejo le mostraba. En sus propios ojos el llegó a encontrar una sola cosa: Ben. Pero lo recordaba de la peor manera que lo había visto jamás... Roto, pero por culpa suya. El hijo de Cruella no era caracterizado por ser violento, pero sentía que todo era culpa suya y no podía, no podía pensar en una manera de arreglarlo, y eso le frustraba hasta el punto de querer romper todo a su paso. Inútilmente, sin pensar, llamó a Evie. Ella lo oyó con la voz rota, y siguió su petición sin preguntar absolutamente nada...

La hija de la Reina Malvada dejó su última clase y sin avisar a nadie, se dirigió hacia el palacio real, allí la recibió la ama de llaves, quien la condujo con Ben al instante. El príncipe miró a Evie y la dejó pasar. El chico de ojos claros le preguntó para qué la enviaban, a lo que Evie respondió sinceramente:

— No tengo la más mínima idea, pero sólo sé que ni tu, ni mi mejor amigo están bien—, al oír sobre Carlos, Ben se tensó. — No voy a intervenir, no sé ni que sucedió siquiera. Pero vayamos los dos a averiguarlo...

Ben no se dio mucho a pensar, sólo siguió su impulso... Tal cual Carlos le enseñó.

En cuanto llegaron, Evie pasó primera, después de haber tocado tres veces la puerta y no obtener respuesta al cabo de diez minutos. La chica de ojos marrones se encontró con su amigo tendido en la cama; Carlos levantó un poco su cabeza para verla y se quejó de dolor. Ben siguió a Evie y cerró la puerta, la chica corrió al costado de su mejor amigo con prisa.