Capítulo 11

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*Narrador omnisciente*

Después de recibir el whatsApp, María José no sabía qué hacer.

-Lo mejor es que le haga caso.-Pensó ella.

Decidió contestarle.

“Dime qué tengo que hacer”

Al instante recibió la contestación.

“Tienes que esperar. Cuando lo crea oportuno tendrás noticias.”

Es un imbécil. Juro que si le hace daño a Dani, lo mato.-dijo para sí misma.

Iba andando sin rumbo, con el móvil en la mano para cuando recibiera la llamada de Ángel, no titubeara y le contestase rápido. Iba absorta maldiciendo a Ángel y deseando que Dani estuviese bien cuando su móvil sonó. Era Carmen.

*Conversación*

María José: Dime.

Carmen: ¿Dónde estás?

María José: Por ahí, dando una vuelta. Necesito pensar. En un rato me voy a casa. Nos vemos allí.

*Fin conversación*

María José colgó sin darla apenas tiempo a despedirse. Siguió andando y su móvil volvió a sonar. ¡Qué pesados!-pensó. Cuando miró quien llamaba no se lo pensó dos veces y descolgó.

*Conversación*

María José: Dime.

Ángel: No hables, solo escucha.

-No la hables así.

María José: ¿Dani? Dime que está bien, que no le has hecho nada.

Ángel: Tu muñequito de plastilina está bien enterito, por ahora. Si no colaboras, os le mandaré en pedazos.

Las lágrimas descendían por las mejillas de María José pero ella no quería que él supiese que era débil y que estaba llorando. Debía mantenerse firme y fuerte.

Dani: No le hagas caso.-se le oyó chillar. Ángel le hizo una seña a uno de sus compinches para que le callara la boca. Lo hizo dándole un puñetazo. Esto hizo que a Dani le saliera sangre del labio, seguramente se lo habrá partido.

María José: Haré lo que me digas pero no le hagas daño.

Ángel: Me gusta que colabores preciosa. Te espero en esta dirección en media hora. Si llegas tarde le mataré.

María José: Llegaré puntual. Dame la dirección.

Ángel: Es esta. “…”.-Ella lo apuntó en un papel y él colgó-.

María José cogió un taxi para ir a la dirección que le había dado Ángel.

Taxista: ¿A dónde la llevo señorita?

María José: A esta dirección.-dijo entregándole un papel.

Taxista: Bien, pongámonos en marcha.

Después de unos veinticinco minutos llegaron a la dirección. Pagó al taxista y se bajó. Llegó a la puerta de la casa. Daba miedo acercarse porque parecía que estaba abandonada. Miró a ver dónde estaba el timbre pero no encontró ninguno. Vio que había picaporte y decidió tocarlo.

-toc, toc-.

Nadie abría la puerta. María José se estaba desesperando pero por el rubio aguantaría lo que hiciera falta, ella sería capaz de cualquier cosa por la persona que tanta lágrimas había impedido que salieran de sus ojos, ese chico que con solo una sonrisa hacía que nada de lo malo tuviera importancia. En ese momento la puerta se abrió. Era Ángel.

Last Night on EarthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora