Capítulo 17 - "Maldad en su mirada" p.2

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Calixto:

El hecho de que el instituto fuera distinto a los ordinarios, por evidentes razones, no quitaba el hecho de que muchos de los comportamientos se parecieran a uno normal.

Por ejemplo, los imbéciles que se creían superiores molestando a otros de poderes menos dañinos o experimentados. Aquella era una realidad que casi todos los estudiantes, que no se veían implicados en el asunto, ignoraban. Pero, en mi caso, al presenciarlas no podía hacer más que reaccionar.

No, no me creo Superman, simplemente no soporto a la gente imbécil.

Aunque creo que lo que más me molestó, fue el hecho de que estaban haciéndolo en frente de mi casillero, es decir, en mi espacio.

Dos chicos, uno con el cabello verde chillón, y otro rubio, acosaban a otro que parecía algo más joven. El último se hallaba con la mirada pérdida y llena de pánico, soltando sonidos extraños que luego comprendí que eran gritos ahogados.

Entonces comprendí que el par de retardados estaban jugando con su mente, seguramente provocando en ella visiones desagradables.

Suspiré, con cansancio, mientras rodaba los ojos y me acercaba a ellos. Uno sintió mi presencia,  y se dio vuelta para enfrentarme.

—Miren a quién tenemos aquí, el mimado de Black.—Últimamente se había esparcido a los más nuevos que yo era el hijo de Lauren, lo que provocó por ciertas partes temor y, por otras, resentimiento y burla.

Ni siquiera contesté a aquello, simplemente coloqué un dedo en la nuca de cada uno y éstos cayeron inertes al suelo, como si fueran simples muñecos de trapo. 

No les había hecho nada más que dejarlos dormidos, con seguramente cientos de pesadillas, una tras otra. Si alguien llegase a verlos, pensaría que se habían dormido y seguramente los despertarían a las malas. En resumen, nada grave.

El más joven volvió a la realidad, mientras respiraba sonoramente y se secaba un rastro de lágrimas en su rostro. Luego dirigió su vista hacia mí, entre confundido y agradecido. Iba a decirme algo, pero no le di tiempo.

—Muévete de mi casillero.—Solté, fingiendo dureza. Si bien no me agradaban los idiotas que acosaban a otros, no quería ser visto como el super héroe o defensor del instituto. Me gustaba pasar desapercibido, dentro de lo que podía hacerlo teniendo en cuenta de que era el hijo de la directora.

—Gracias...—Susurró torpemente, para luego irse. 

(...)     

Cuando el resto de clases ya había finalizado, en lugar de dirigirme hacia la salida como hacía normalmente, fui directamente hacia la oficina de Lauren.

No pude evitar tocar la puerta, ya que nunca se sabía qué cosas podías encontrarte con aquella mujer. No tardó en contestarme y yo tampoco en abrir la puerta.

—¿Tan urgente es que no puedes esperarme en casa?—Preguntó, apenas me vio. Ignoré sus palabras, no podía.

—¿Eres consciente de lo que está sucediendo en el pueblo?—Pregunté, directo. Ella suspiró, mientras asentía—. ¿Y? ¿Me vas a decir que no estás involucrada?—Se encogió de hombros.

—No estoy involucrada.—Aclaró—. Si un grupo de colegas se está rebelando, ¿En qué me concierne?—Era de esas típicas preguntas que sólo significaban que intentaba quitarse la responsabilidad de encima. 

—Una cosa es ansiar poder, y otra completamente distinta es asesinar por diversión y perversión.—Solté, intentando sonar lo más calmado posible. Ni siquiera sabía por qué me afectaba tanto lo que estaba sucediendo en el pueblo, de todos modos yo no era un humano.     

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