Capítulo 18 - "Flor de luna"

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Cassandra:

Como casi todos los fines de semana, me encontraba en la casa de mi padre. A veces pensaba en invitar a Scarlett, pero ella nunca tenía ganas y, además, dudaba de que a mi padre le gustase la idea. 

Me había vuelto más cercana a Jane, aunque ella aún conservaba su actitud respetuosa. Muchas eran las ocasiones en las que le pedía que me tuteara y fallaba en el intento, pero no podía presionarla así que decidí que lo mejor era dejarla como estaba.

—¿Qué haces en tus días libres?—Pregunté a Jane, con curiosidad, mientras engullía un sandwich que yo misma había preparado, ya que era lo único que sabía hacer. Aquella pregunta parecía haberla tomado por sorpresa, pero aún así contestó:   

—Paso tiempo con mis abuelos.—Contó, con cierto tono melancólico, a la vez que le preparaba un café a mi padre—. Tomé este trabajo porque la paga es buena y mi familia la necesita.—Asentí, pensativa.

—¿Mi padre no te trata mal, no?—Siempre tuve ganas de preguntar eso, ya que era una duda que me atormentaba usualmente. Ella se dio vuelta con los ojos muy abiertos, para luego negar con la cabeza—. ¿No me estás mintiendo sólo para cubrirlo, Jane?—Volvió a negar, muy segura.

—Su trato conmigo es respetuoso pero firme, como debe ser. Le sorprendería las veces que él me ha permitido tomarme el día para atender a mi abuelo.—Hice una mueca, sin saber qué decir, no me imaginaba a mi padre permitiendo algo así. Aquello me recordó a la bella y la bestia, por lo que tuve que alejar la imagen mental para no terminar perturbada.

En ese momento, mi móvil sonó, impidiendo que pudiera seguir la conversación con Jane.

—¿Quién es?—Sí, no era demasiado delicada cuando un número privado me llamaba.

Tengo que hablar contigo, lunática.—Arqueé una ceja al oír la voz de Aiden. Con un gesto le indiqué a Jane que me iba, a mi cuarto, y una vez allí no me contuve más.

—¿Quién te dio mi número, demonio?—Oí un sonido de exasperación del otro lado, pero me dio igual.

Aaron, ¿Feliz?—Iba a contestar pero me interrumpió—. No, no sé cómo lo consiguió, pregúntale a él.—Rodé los ojos, suspirando.

—¿De qué quieres hablar?—Fui al grano ya que sabía que discutir nos tomaría media hora más, y no tenía ganas de eso.

No por teléfono.—Soltó, con un tono firme—. ¿Estás en la casa de Karl, no es así?—Preguntó.

—No, no y no. Ni siquiera lo pienses, no vendrás.—Eran las nueve de la noche, ¿Por qué se le ocurría hablar conmigo a estas horas? ¿Acaso dormía toda la tarde y su vida se basaba en la noche?

Bueno, teniendo en cuenta su descendencia, podría ser...

No le pongas seguro a la ventana.—Gruñí, preparada para contradecirlo pero en ese instante cortó la llamada, dejándome con una amarga sensación de derrota.

 (...)

Había pasado media hora desde su llamado y yo aún seguía en mi cuarto, no sin antes traer el resto de sándwiches de la cocina. Me di cuenta algo tarde de mi apariencia desastrosa, pero tratándose de Aiden me daba igual.

Sólo para molestarlo, le puse seguro a la ventana, aunque era consciente de que podría con él de todas formas. 

Una sensación molesta me invadió, por lo que lo recorrí con la mirada todo el cuarto. Un largo silencio estaba presente, junto a mi expectante deseo de que apareciera de una vez y terminase con su show de misterio. Oí un ruido sordo y no me tomó demasiado tiempo ver el candado de la ventana, ahora abierta, en el suelo. Un escalofrío recorrió mi espalda, provocando que diera la vuelta y al fin viese al demonio molesto.

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