CAPÍTULO 14: OTRO REENCUENTRO

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N/A: Gracias a todos por leer y comentar... Espero no arrepentirme después de adelantar la actualización (es decir, espero no retrasarme con el resto de capítulos), pero como ya tenía disponible esta parte, he pensado... ¿Por qué no publicar ya en vez de esperar al lunes? Sé que el avance que os dejé os ha puesto nerviosos y sabiendo que este capítulo os pondrá aun más... Bueno, leerlo y me contáis...

CAPÍTULO 14: OTRO REENCUENTRO

Sam decidió salir a dar un paseo. A sus 28 años, se acababa de mudar a Nueva York por el trabajo de su mujer. Quinn era una empleada del sector bancario a la que acababan de ascender, a pesar de estar embarazada, y había pasado de trabajar en las oficinas de una ciudad pequeña a un puesto con responsabilidad en la gran manzana.

Él era un artista que empezaba a ser reconocido y, por lo tanto, podía trabajar en cualquier lado. Sólo necesitaba un lugar para pintar, sus materiales y su imaginación. Por eso estaba dispuesto a vivir allí donde su esposa lo necesitara.

La pareja llevaba un año intentando ser padres cuando descubrieron que ella estaba embarazada. Querían formar una familia, por lo que la noticia fue muy bien recibida. Al principio, temían que pudiera afectar al ascenso de Quinn, pero tenía talento, por lo que sus jefes no dudaron en proponerla para el puesto.

La mudanza con una mujer embarazada de cinco meses había sido más complicada de lo que Sam había esperado. Por suerte, al saber lo que les esperaba, todavía no habían comprado nada para el bebé. Sin embargo, eso suponía que tenían que empezar a pensar en comprar.

Con eso en mente, quería localizar tiendas que podría visitar con su esposa para realizar esas compras. Tenían que tener todo preparado cuanto antes y, con la habitación que sería para el niño pintada ya de un azul cielo, era el momento ideal para comenzar las compras.

Su paseo le dirigió a Times Square y se quedó maravillado por el lugar. Nunca había estado ahí. Se entretuvo un rato, mirando a su alrededor, hasta que su mirada se dirigió a un cartel del próximo estreno de Broadway. Unos ojos dorados destacaban bajo el título de la obra. Él los conocía, había estado enamorado del dueño de esos ojos desde hacía trece años.

Volvió a casa rápidamente, sin mirar más tiendas de cosas para bebés. Tenía que comprobar que realmente era Blaine el que estaba trabajando en esa obra. No sería raro, él recordaba que siempre había querido trabajar como actor. Sin embargo, no había esperado encontrarlo de manera tan clara y tan pronto.

Abrió su portátil y buscó la obra. En la lista de actores, como protagonista, figuraba Anderson. Se estrenaba en dos semanas y, para su fortuna, había entradas. Al principio pensó en comprar para el mismo día del estreno, pero se dio cuenta de que debería ir con Quinn y que, tal vez, podía empañar ese día tan especial para su ex.

Sam negaría si le preguntaran, pero llevaba unos cuantos años leyendo artículos sobre Broadway en busca de cualquier pista sobre el hombre que le había robado el corazón cuando eran apenas dos adolescentes descubriendo el amor. No había encontrado nada y, por lo que comprobó en ese momento, era el primer papel importante para él.

Suponía que habría muchas personas importantes para él en el público, familia, amigos... Tal vez un novio. Él no podía robarle esa noche, jamás se lo perdonaría. Por eso se decidió a comprar una entrada entre semana mientras Quinn estuviera en el trabajo, para después intentar encontrarse con él para que le firmara un autógrafo y, quién sabe, pudieran charlar. Deseaba verlo, deseaba hablar con él, aunque también tenía miedo.

¿Qué haría si el otro estaba soltero y todavía sentía algo por él? ¿Dejaría a Quinn embarazada? ¿Se atrevería a romper su matrimonio para estar con el hombre al que amaba? ¿Podrían ser felices si conseguían estar juntos definitivamente? ¿Habrían cambiado mucho en ese tiempo? Sólo había una manera de saberlo...

Blaine estaba feliz ese martes. Después de un fin de semana especial, en el que había debutado como protagonista en Broadway, con un estreno al que habían asistido su familia y amigos. Incluso sus padres habían dejado de discutir y habían ido acompañados de sus respectivas parejas para no empañar ese día. Había sido una noche casi perfecta y se sentía muy orgulloso por eso.

El único problema eran los celos de su prometido, Kurt, que no soportaba que su carrera fuera mejor que la de él. Sin embargo, no había nada que pudiera hacer, él no era el responsable de todas las negativas que su futuro marido había tenido. Si no era lo que los directores de casting buscaban, él no tenía la culpa.

El lunes había sido su día de descanso, pero acababa de terminar la actuación de ese día y ya estaba listo para salir a firmar unos autógrafos y marcharse a casa. Sonreía y charlaba con los fans, feliz de ver que había gente que apreciaba su trabajo. Casi había terminado cuando alguien se acercó.

–Sam. –El rubio comentó con una sonrisa mientras le acercaba el CD con la música de la obra, que Blaine mismo había grabado semanas antes.

–¿Sammy? –Los ojos color avellana estaban brillando de manera intensa justo antes de lanzarse a abrazarlo con fuerza. Se habían extrañado demasiado y, aunque sus vidas habían cambiado mucho, todavía recordaban aquellas maravillosas semanas en las que sólo existían esos dos adolescentes, descubriendo el significado de la palabra amor.

–¿Qué tal estás? –El pintor quiso saber.

–Muy bien, he cumplido mis sueños, como has podido ver. ¿Tú? –El moreno se apartó un poco, pero lo agarró por la mano que tenía libre. En ese momento, notó el anillo del otro. Una banda de oro fina y fría, que congeló su corazón y le hizo recordar que, aunque él no llevaba uno, su pareja llevaba el de compromiso. –Estás casado.

–Sí. Me he casado con Quinn y estamos esperando nuestro primer hijo. –Evans estaba avergonzado, no quería reconocerlo, pero tampoco quería mentir.

–Enhorabuena, espero que seas muy feliz. –El actor hizo un gran esfuerzo por sonreír, no se sentía muy feliz en ese momento. –Yo estoy comprometido con Kurt.

Celos. Eso era lo que había llevado a Anderson a hablarle de su compromiso.

Celos. Eso era lo que Sam sintió cuando escuchó que Blaine iba a casarse.

Celos. Eso era lo que los dos sentían y lo que hizo que, después de que Blaine firmara el CD, los dos se despidieran sin decir nada más. Olvidados quedaron los planes del rubio de ir a tomar un café y charlar, atrás quedaron las ganas del moreno de volver a ver al chico que le había robado el corazón, aunque ya convertido en todo un hombre, además muy atractivo.

Sin embargo, tardaron poco en arrepentirse de no haber dicho nada más y de haberse alejado tan pronto. Los dos sacaron sus teléfonos casi a la vez y buscaron el número del otro. Ese número que no se habían atrevido a borrar porque, secretamente, todavía deseaban tener esa relación que hiciera que fuera felices para siempre. Sin embargo, ninguno se atrevió a llamar al otro. No era su momento.

SOUL MATES (Blam - boyxboy)Where stories live. Discover now