Capitulo 19

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Capítulo 19

No había podido dejar de llorar. Las lágrimas resbalaban por mis mejillas en silencio, a su vez, que iba secándomelas de vez en cuando con las manos. Una parte de mí sabía, que había tomado la decisión más difícil de mi vida, por el bien de ambos. Sin embargo, sentía que ahora vivía con un pedazo menos de alma, el corazón hecho añicos y enfadada como nunca antes lo había estado, por haberme enamorado y haber permitido que él se ilusionara conmigo.

Le amaba. Realmente le amaba, como jamás había imaginado volver a amar a alguien.

Ahora que el tiempo me ha hecho ver aquello, solo puedo pensar en una cosa en este momento, en lo ciego que podemos ser en muchas ocasiones. Realmente quien me conociera, antes de mi viaje a Irlanda, sabía lo que pensaba del amor y del deseo de conocer a alguien en especial…Había dejado de creer en ese sentimiento. Prefería a la soledad, que a alguien que compartiera mis inquietudes y mis deseos. Pero, ahora todo había cambiado para mí.

Una noche, estábamos sentados en el césped, mirando las estrellas.

_ No había imaginado que teníamos el mismo gusto por las estrellas._ me había expresado, al verme admirarlas.
_ ¿Alguna vez te has detenido a ver lo maravillosas que son?_ le había preguntado.
_ No como tú… ¿Qué ves en ellas?
_ Son un milagro…_ sonreí_. No me hagas caso… Simplemente, suelo quedarme viéndolas y agradeciendo a Dios por todas las maravillas que nos ha dado en la vida. Un milagro…Un hermoso milagro…

Me miró con extrañeza. Sin entenderme, en ese instante. No podía ver, en medio de mi ingenuidad y mi sencillez, aquello que en mi silencio me entristecía.

_ En verdad, no me hagas caso…

Habíamos seguido hablando, cosas que realmente no tenían importancia. Le conté de lo que añoraba de mi país y lo que me gustaba de Irlanda. Y él hizo lo mismo, mientras me acurrucaba en sus brazos.

Ahora que pienso en ese ayer, me recuerdo la forma en que me mentí a mí misma, al decir que era inmune al poder enamorarme de él.

_ Sabes… Uno de estos días deberíamos pensar en salir y conquistar al mundo… ¿Te sientes bien? _me preguntó, preocupado. Sin querer, él había observado aquel gesto de dolor que intentaba ocultarle.
_ Sí, ¿por qué?
_ He visto que has hecho un gesto de dolor.
_ Estoy bien…_ pero mentía. Sin esperármelo, había empezado a sentir uno de esos malestares que a veces me aquejaban_. Dame un momento, ¿me presta tu baño?
_ ¿En verdad te sientes bien?
_ Sí… Sí…_ dije al sonreír.

Entré al baño y saque de mi cartera aquel medicamento que me habían recomendado en momentos como ese. Me lo tomé con un poco de agua, al mismo tiempo, en que trataba de contenerme, al respirar profundamente, mientras una lágrima recorría mi rostro. Me había acostumbrado a hacerme la fuerte y eso nadie me lo quitaría. Respiré profundamente, contando hasta diez, lentamente en silencio.

_ Estarás bien… Ya se te pasara. No es la primera vez que te sucede._ me decía a mí misma en un susurro_. Estarás bien… Sí. Estarás bien…

Cuando me reuní de nuevo con Matthew, le pedí que me llevara de regreso a la casa de Emily. Continuaba sintiéndome mal, parecía que aquel medicamento, en nada me estaba ayudando a disminuir ni mitigar aquel malestar.

Sin embargo, a la mañana siguiente empecé a sentirme peor. Había empezado a vomitar de nuevo y a sentirme mareada, con mucho dolor. El medicamento que tomaba no surgía ningún efecto en mí. Por lo que le pedí a Emily que me llevara urgentemente al médico, sin llamar la atención de sus padres, no quería preocupar a más nadie, ni siquiera quería que Matthew se enterara.

_ ¿Estás segura?_ me había preguntado preocupada.
_ Sí… Y cuando sea de día en Venezuela. Así podre llamar a mi médico y decirle algo sobre los exámenes que me haga… Esto no es normal. Pero estaré bien. Sólo puedo confiar en ti… No le digas a nadie, por favor.
_ Está bien… Está bien…

Me sostuve de la pared cercana a la puerta. Cuando un fuerte dolor me impidió avanzar. Me sentía tan fatal y tan mal, que solo podía pensar que era un inicio de mi final.

_ ¿Te ayudo a caminar?
_ Sí, por favor…

Recuerdo haber subido al automóvil de mi amiga. Recuerdo haberme abrochado el cinturón de seguridad, con cierta dificultad. Recuerdo haber sentido repentino dolores, que me embestían y me arremetían con fuerza, sin piedad alguna. Recuerdo que me costaba respirar. Recuerdo estar consciente de la preocupación que le ocasionaba a mi amiga. Hasta que de pronto, no supe de mí.

_ ¿Adrianne? ¿Adrianne?...

Y no estaba equivocada. Era el primer síntoma de aquello que se avecinaba en mi vida. Sin hacerme ver en realidad si habría un futuro en qué seguir soñando.

Sigo Pensando en Ti... Miss You (1er libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora