Capítulo 8

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Allison

Jayson se movía despreocupado de todos esos ojos que ambos sabíamos que estaban fijos en nosotros, y sorpresivamente a mí tampoco me importó. Probablemente era el alcohol, que ya había logrado sacudirme lo suficiente para ser capaz de mandar al demonio lo que consideraba importante la mayor parte del tiempo, pero inevitablemente estaba pasando un buen rato, incluso cuando Miller intentaba ligar conmigo lanzándome esas miradas encantadoras, que de seguro funcionaban con cualquiera.

—¡Ah! Así que sí eres capaz de divertirte después de todo.— Habló, muy cerca de mi oreja para que pudiese oírlo y me encogí de hombros.

—Pues ya estoy aquí, ¿no? No iba a pasármela en el rincón.— Me encogí de hombros, recibiendo una mirada asesina de Regina Blake, del otro lado de la pista, con su séquito de porristas. —Además, ya estoy ebria.

—¿Lo anuncias por qué esperas que tome ventaja de eso?— Preguntó, elevando una ceja y puse los ojos en blanco.

—Ni se te ocurra.— Respondí y volvió a reír, dándome una mirada general, sin disimulo.

—Me lo pones difícil.— Masculló, observando mi vestido mientras sus manos sujetaban las mías e incliné la cabeza, para captar su visión.

—Mis ojos están aquí arriba.— Señalé mi rostro, esperando que captara el mensaje pero inesperadamente aproximó su rostro al mio, peligrosamente, esbozando una pequeña sonrisa ladeada.

Era probablemente el sujeto más atractivo que hubiese visto, y el que sus facciones combinaran a la perfección era casi tan molesto, como el hecho que le divirtiera sacar provecho de ello. Intentaba recordarme a mí misma el mujeriego idiota que en realidad era, pero el ambiente y mi estado no me lo ponían fácil.

—Los veo.— Susurró, tan cerca que su nariz rozó la mía por un ápice de segundo, y como si su rostro fuera alguna especie de imán no fui capaz de alejarme.

—¡Te he buscado por todas partes!— Lucia chilló, colgándose de mis espalda, mientras sonreía, y me alejé de Jayson inmediatamente, centrando la atención en mi amiga, que estaba ya bastante alcoholizada.

Leo se aproximó por detrás, con una enorme sonrisa y una botella de vodka en una mano, mientras en la otra tenía una torre de vasos vacíos.

—¡Ah, ahí están! Tengo un regalo para ustedes.— Comentó, emocionado como niño de primaria, arrastrando ligeramente las palabras, mientras vertía el líquido sin cuidado. —Uno para para Ally...— Habló, entregándome el vaso y volvió a servir un poco más. —Y uno para mi princesa.— Dijo, mientras Lucia tendía la mano sonriente, a la espera del recipiente de plástico que resultó estar dirigido a Jayson. —Perdón nena, pero míralo ¡el tipo es atractivo!— Se burló, mientras mi amiga fruncía el ceño y el resto soltábamos un par de carcajadas.

—Leonardo, estás ebrio.— Ella se quejó y él volteó a ambos ladosen busca de alguien.

—¿Leonardo? ¿Y ese quién es?

Volví a reír, mientras Luzu le soltaba un monólogo sobre lo mal que se veía, aunque ella no estaba mucho mejor, y él permaneció en silencio, asintiendo como cachorro siendo regañado.

Sentía la intensa mirada de Jayson sobre mí perfil, pero por alguna razón no podía voltear. Y mientras pensaba que mi juicio comenzaba a comprometerse, me bebí el vodka de un sorbo profundo, dejando que el ardor se extendiera por mi garganta como en los viejos tiempos.

—¡Eh pero si ahí está el pequeño duende de Jay!— Luke, uno de los amigos de Jayson, reapareció en la pista, rodeándome con su brazo, con completa familiaridad mientras se bebía una cerveza, y el resto se aproximó también. Fruncí el ceño ante el sobrenombre, pero a él no pareció importarle en lo mas mínimo.

Odio no poder odiarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora