Capítulo 13

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Allison

Lucía soltó una maldición, cuando la licuadora comenzó a lanzar liquido por todos lados al haber olvidado cerrarla, y Gretchen le dio con la espátula en la mano.

—¿Quién eres? ¿policía de las groserías?— Ella se quejó, colocando la tapa y suspirando, mientras se quitaba un poco de preparado del cabello.

La última hora en la clase de cocina había sido tan agotadoramente aburrida, que incluso la clase de literatura con Fitz parecía más interesante, pero ver los desastres de mi amiga y como sacaba de quicio a la pelirroja me ayudaba a pasar el rato.

—¿Y tú piensas quedarte sentada ahí todo el rato?— Me preguntó, desde el otro lado del largo mesón de mármol, mientras me encogía de hombros, acomodándome la toque blanche.

—Te dije que iba a ser la catadora designada.— Comenté mientras interceptaba la bandeja de postres de limón de Gretchen y engullía uno entero. —Tú tienes un diez.— Le dije, y su ceño pecoso y fruncido se transformó en una sonrisa orgullosa con rapidez.

—Bueno, entonces mueve el trasero y prueba esto.— Dijo, señalando la pasta marrón sobre su plato.

—No es necesario, le doy un cero a tu diarrea azucarada.

—Perra.— Masculló, acercándose al plato y dándole una olida. —Estoy segura que sabe bien.

—Allison tiene razón, la presentación es la parte más importante, más aún si se trata de un obsequio.— Gretch se encogió de hombros y Lucía la miró sonrojada.

—¿Quién te lo ha dicho?— Le preguntó y ella me señaló, sin problemas. —¡Chismosa!

—Es tu culpa por arrastrarme a esto. Es un fastidio. Sin ofender, Gretch.

—No me ofendes. No hemos tenido miembros en años, así que la compañía es genial, incluso si tengo que escuchar tus críticas.

—¡Ya dejen de distraerse y ayúdenme con esto! Tengo solamente dos semanas para convertirme en una cocinera experta.

—Por dios, no podrías ni con dos años.— La pelirroja le miró burlona y mi amiga le dio una mirada amenazante. —Quiero decir... ¿por que no simplemente compras un pastel?

—Querida Gretch, te explicaría la importancia del sacrificio y las pequeñas muestras de amor en una relación, pero para alguien tan solitaria le sería imposible entender, así que me ahorraré la saliva.

—Así es Gretch, únete al club.— Le dije, tragando otro postre, al tiempo que Lucia le daba la espalda y la pelirroja le sacaba la lengua sin que pudiera verla.

—No se porque estoy esforzándome tanto contigo.— Le dijo, mientras Luzu se ataba el cabello largo en una coleta, y se cruzó de brazos, cansada.

—Porque te prometí una pagina en el anuario solamente para tú club olvidado, así que dame las gracias y comienza a enseñarme desde cero otra vez.

Probablemente estorbar a Gretchen en su cocina sagrada hasta hacerla explotar era algo bastante arriesgado, pero aún así Lucia y yo nos las ingeniamos para ser echadas del lugar cuarenta minutos más tarde sin ser expulsadas del club.

—No se cuál es el problema de esa estirada.— Luzu se quejó, recorriendo el patio principal sacudiéndose el harina de los brazos.

—Sueste que somos los únicos miembros, o estaríamos fuera hace tiempo.

—Y todavía no puedo preparar un maldito postre.— Me sacudió un poco de harina del cabello y suspiró. —¿Quieres ir al centro comerciar a probarte trajes de baños después de la escuela?

Odio no poder odiarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora