Allison
-¡Una cita! ¡Una cita con Jayson!- Luzu chilló, mientras revolvía la masa de pastel con fuerza, y de inmediato comencé a arrepentirme por haber sacado el tema.
-No es una cita.- Dije, alejándome del preparado que comenzaba a lucir peligroso. Ella soltó una risita.
-Tú, él, solos metiéndose mano en algún rincón... me suena a cita.
-Nadie meterá mano.
Mientras mi amiga arrojaba un par de fresas dentro de la vainilla y volvía a revolver aquel intento de pastel para su aniversario, me quité el delantal del club de cocina con el grabado de "soy tan dulce que causo diabetes", y lo arrojé sobre la mesada, observándola entretenida.
-¡Estoy tan emocionada por ti! ¿a dónde irán? ¿que usarás? ¿aún tienes las pantis de encaje rojo?- Continuó parloteando sola en una conversación unilateral de la que me había dejado fuera.-¡Por dios, ni siquiera recuerdo tu ultima cita!
De repente me di cuenta que yo la recordaba a la perfección. Jeff, con su motocicleta y guantes de cuero, el alcohol, píldoras, incluso podía recordar la estridente música pop que había de fondo en la vieja casa donde la fiesta se había convertido en un desquiciado desastre. También podía recordar lo divertido que me resultaba la idea de desobedecer a mi madre, en ese entonces una recién divorciada con la crisis de los cuarenta, y preocupar a mi padre, en la misma situación. Entonces me sentí molesta conmigo misma, por recordarlo todo a la perfección, cuando había pasado tanto tiempo convenciéndome a mi misma que no era así.
-De verdad, es como si mi madre tuviera más diversión que tú... ¿Estás escuchándome?- Ella habló, removiendo el cucharón en el aire y unas gotas de preparado mancharon los alrededores.
-Sí.- Mentí.
-Bueno entonces mientras tu te ocupas de tu tarde romántica yo me quedaré practicando el maldito pastel en el club. Sola.- Canturreó, con un tinte burlón, y calentó la cocina colocando el pastel dentro del horno.
-No creo que siga abierto para entonces...
-¿Qué? ¿por qué?
-El plazo de tiempo para conseguir miembros acaba hoy. Solamente los clubes con al menos cinco miembros seguirás abiertos el resto del año.- Parafraseé al director Mitman, meintras observaba como la masa se inflaba ante el calor, emergiendo como un monstruo del pantano. -Haz la cuenta.
-¡¿Que?! ¡No! ¡Y todavía no se hacer un maldito pastel!
-Lo haces bien en mi opinión.
-Por favor, Ally, se que huele a porquería.
-Que alivio, pensé que había algo malo con tu nariz.- Dije, riendo y me lanzó un limpiador, mientras apagaba la cocina y se dejaba caer en la banqueta, exhausta, mirando al rededor.
-¡¿Dónde está la pelirroja?! Se me acaba el tiempo.- Se quejó, buscando a Gretchen, al tiempo que limpiaba sus manos en su delantal que ponía "La reina de la cocina" con pizzas en forma de letras, y como si le hubiese oído, la cocinera apareció por la puerta, saltando en una pata con una enorme sonrisa en el rostro pecoso.
-¡Somos oficialmente un club anual, compañeras!- Soltó, arrojando su gorro por los aires y Lucia se puso de pie, aplaudiendo también.
-¡Sí!
-¿Cómo?- Pregunté, sorprendida, en el momento en el que las puertas volvieron a abrirse tras ellas.
-¡Porque ahora hay nuevos miembros!- Eth sonrió, tomando el delantal del perchero, y después de ponérselo se podía leer en su pecho "este cuerpo no es apto para celíacos", mientras entraba como si fuese uno de los Master Chefs de la tele.
ESTÁS LEYENDO
Odio no poder odiarte
Novela JuvenilObra PROTEGIDA Y REGISTRADA en 'safecreative', no se permiten copias ni adaptaciones de NINGÚN tipo. Allison Jones tiene una vida común y corriente, en pueblo pequeño con una familia normal. Sabe que esperar de cada día y aunque eso le aburre en oca...