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Miraba el móvil constantemente, esperaba algún mensaje de Sergio, pero no había nada. No me decía absolutamente nada, ni siquiera para seguir riñéndome y eso me ponía de mal humor. Tenía a Lucas, Theo, Noa y Carvajal quemados con mi mal humor y solo habían pasado dos días.

-¿Por qué no te tomas una tila o algo? -me dijo Noa y la miré seria, como un asesino en serie -Vale, no te tomes nada.

Sus hermanos comenzaron a reírse cuando vieron la cara de la chica, estaba claro que ninguno me conocía enfadada, solo Noa lo hacía, y sí, no era buena idea tenerme de mal humor.

-¿Te llevamos a alguna parte? -me preguntó Lucas.

-¿Un campo de tiro? -se lo pensó de nuevo.

-¿Necesitas que te vuelva a atar a la cama? -me dijo el hermano pequeño al oído -Porque no ten...

Le di tal golpe en las costillas con el codo que se separó de mí al momento. Ya lo dije, conmigo enfadada es imposible tratar. Los tres se quedaron pensando en qué hacer conmigo, llegaron a tal extremo que Theo acabó llamando a Nacho y preguntándole cosas para hacer y que me pudieran relajar. Nacho no les sirvió de nada. Él también, y puede que mejor que nadie, sabía lo que pasaba cuando yo estaba de malas, solo había una cosa que me podía relajar, pero eso era cuando era una chiquilla descarrilada, ahora mi mal humor había empeorado y era casi intratable.

-¡Ya sé que vamos a hacer! -dijo Noa de golpe, asustándome y causando que le lanzara un cojín a la cara -¡Oye! Para ya.

-Paula, dale tregua a la mujer. -dijo Lucas abrazándola. 

-Cállate.

-Sí, señora. -me respondió al momento.

Sonreí cuando vi como se callaba y se volvía a recostar en el sillón con su hermana. Pero poco duró, me explico, Noa decidió que sería buena idea irnos todos a mirar cosas de bebés, lo que ella no sabía era que eso me ponía de peor humor.

***

Llevábamos alrededor de dos horas por tiendas de bebés, Lucas iba con cuatro bolsas, Theo con otras cuatro y Noa llevaba unas tres. Yo iba a mi bola mirando el móvil cada poco, esperando a que Sergio me dijera algo.

-Paula. -me llamó Theo.

-¿Qué? -dije, pero luego me choqué con una maldita columna y me golpeé en la cabeza.

-La columna.

-No me digas. -dije mirándole mal.

Comencé a caminar lejos de ellos, no quería estar ahí, quería poder relajarme sola y pensar en mis cosas. Estúpido, lo sé, pero es la única manera en la que podía relajarme.

***

Me tumbé en la hamaca en mi terraza. Estaba en casa para poder estar sola y tranquila al menos un tiempo. Sonaba música en toda la casa, eso me relajaba aún más, pero toda tranquilidad se vio interrumpida por el dichoso timbre de mi casa. Me tuve que levantar y con cara de mala leche me fui directa a la puerta, pero cuando llegué Azucena ya había abierto la puerta, Theo estaba en la puerta hablando con ella y cogiendo a Ramsés en cuello. Al verme me sonrió, le dejó pasar y se acercó a mí, yo seguía apoyada en el marco de la puerta, al llegar a mí me dio un beso en la mejilla, que principalmente iba a mi boca, pero yo giré la cabeza para evitarlo. Sonreí cuando tiró de mí hacia la terraza y nos sentamos en la tumbona, dejó al cachorro en el suelo y luego empezó a acariciar mi pelo.

-¿Estás más relajada o algo?

-Lo intento, desde ayer que lo intento, pero ahora... -sonreí de lado -Ahora me lo pones complicado.

-¿Te lo pongo complicado? -me sonrió.

-Bastante... -susurré.

Me sonrió de nuevo y cuando me quise dar cuenta, se había quitado la camiseta y se tumbó al lado de mí. Sonreí de nuevo y me tumbé ya como él hizo, me puse las gafas e intenté relajarme, pero cuando me quise dar cuenta él jugaba con una de mis manos. Empezó a tirar de mi brazo y al final acabé tumbándome con él en la hamaca, busqué la mejor postura para mi cuello y acabé escondiendo la cabeza en el hueco de su cuello, sentí cómo tembló al notar mi respiración en su piel. Sonreí estúpidamente y poco a poco comencé a quedarme dormida.

Salí de casa y comencé a dirigirme al Bernabéu. La Liga había terminado y también lo había hecho la Champions. Iba escuchando música mientras el aire me daba en la cara, sonreí y no tardé mucho más en llegar al campo. Los chicos estaban terminando la temporada este año para irse al mundial, así que supuse que estarían todos hablando por ahí para despedirse y todo lo demás.

-Hola, princesa. -por el pasillo me encontré con Nacho, que pasó su brazo por mis hombros.

-Hola guapo, ¿qué tal todo?

-Aquí, iba a ver a los demás, los niños me entretuvieron -sonreímos, adoraba a sus niños -. Así que ahora vamos juntos, porque presiento que será un buen día. 

-Si lo dices tú, será un buen dia. -reí.

-Créeme, hoy será un buen día.

Me quedé pensando en lo que Nacho estaba diciendo, ¿a qué se refería? Seguimos caminando hasta donde estaban todos, pero a  quien no encontraba era a Theo. Fui saludando a todos, pero al llegar a Sergio, me recibió con los brazos abiertos y me abrazó muy fuerte. Cuando me quise dar cuenta, sus manos estaban en mis ojos y entre él y Nacho me estaban llevando por los pasillos del campo.

Cuando me quitó la mano de los ojos estaba en el campo del estadio. ¿Qué demonios hacía  yo aquí? Theo estaba sentado en uno de los banquillos y los dos chicos que me habían llevado hasta allí, el francés al verme se levantó y me cogió de la cintura para darme un beso.

-¿Qué haces aquí? -sonreí pasando mis manos por sus hombros. 

-Bueno... eh -estaba nervioso -. Yo... Joder... ¿A ti te costó tanto? -dijo mirando a Nacho que sonreía.

-¿Qué te pasa?

-Vete a mirar, allí en el círculo central. Yo voy ahora.

Fui hasta donde el me dijo pero aún sospechando de lo que intentaba hacer, cuando llegué a donde me dijo, vi algo en el suelo, una camiseta. Puse una cara de asco terrible cuando lo vi, ¿enserio me hacía venir hasta aquí por una dichosa camiseta?

-¿Enserio?

-¡Pero mira el dorsal alma de Dios! -gritó Nacho riendo.

Hice lo que él me dijo y cuando lo vi, mis ojos y mi boca se abrieron a mas no poder. Literalmente, en la parte de detrás ponía: "¿Quieres casarte conmigo?" No podía decir nada en este momento, estaba totalmente atontada. Cuando me giré, vi a Theo arrodillado y con un anillo en la mano, me llevé la mano a la frente y miré a mi hermano y a Nacho quienes sonreían.

-Ay que a mí me va a dar algo ahora mismo... -dije como pude.

-Bueno pero espérate a que te lo pregunte yo mujer -reí y volví a mirarle -. De verdad que me tocaste mucho los cojones al principio, pero eres lo que de verdad y en el fondo necesito, solo tú me puedes poner en mi lugar. Paula Ramos, ¿me harás el hombre más feliz de mundo casándote conmigo?

Sonreí y me lancé a sus brazos asintiendo.

Me desperté de golpe porque Theo se había tenido que levantar. Ahora mismo mi pulso iba a mil, esto se me estaba empezando a descontrolar, era demasiado joven para eso. Menos mal que era solo un sueño.

Ramos |Theo Hernández|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora