Capitulo Cuatro.

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Amy

Los meses fueron pasando y con eso también mis sueños. Nunca volví a soñar otra vez con ese chico, nunca volví a soñar con sus penetrantes ojos verdes, con sus largas pestañas negras. Cada día olvidaba como era el realmente, el tono de su voz que estuvo atormentándome las primeras semanas después de aquel sueño, ya no la oía en mi cabeza. Mis sueños fueron perdiendo sentido. Creí que ese chico en realidad había formado parte de mi vida, pero estaba muy equivocada. 

El no es real y probablemente nunca existió

Ahora todas las noches dormía con una sola cosa en mi cabeza; El. Anhelaba ver sus ojos, su sonrisa, y cada mañana me despertaba con una gran decepción. 

Y lo peor de todo era que tenía pesadillas casi todas las noches, no podía cerrar los ojos sin tener un sueño de mí siendo arrastrada por el bosque o cosas similares. 

Bajé de mi cuarto, el cual estaba demasiado desordenado, no me había tomado el tiempo suficiente el día de ayer para ordenarlo, pero últimamente no tomaba mucho en cuenta esas pequeñas cosas, me decía que lo haría cualquier otro día.

Mi madre todavía no estaba despierta y ya era hora del almuerzo, mi estomago gruñía, pidiendo comida. Últimamente había bajado de peso, mi madre me dijo que tal vez había caído en la depresión, pero yo lo negué al instante, no tenia síntomas de estar en depresión, solo por el hecho de no comer tanto como antes, no significaba nada.

Me serví una taza de chocolate caliente y la acompañe con un panque de nuez, mi favorito. Antes, todas las mañanas, cuando mi padre aun vivía, me servían este desayuno y se hizo una costumbre en mí. Pero desde la muerte de mi padre deje de hacerlo por que me traía recuerdos que solo servirían para lastimarme mas.

Mi celular comenzó a sonar en mi bolso. Deje el panque a medio comer y me encamine hasta el bolso morado que tanto había llegado a gustarme, lo saque y revise de quien era la llamada, como me lo esperaba era Brent.

-¡Hey! Despierta dormilona. ¿Quieres que pase por ti hoy? Tengo tiempo de sobra, así que podremos ir juntos al instituto. 

-Claro, ¿en cuanto tiempo estarás aquí?

-Aproximadamente en cinco minutos. 

-Esta bien, te espero. 

-Bueno, adiós. Te veré pronto –dijo y colgó.

Subí corriendo las escaleras que se dirigían a mi habitación. 

Tome del Armario unos jeans claros, una camiseta de cuadros color rojo, y unos botines de tacón alto color café. Fui al baño y me cepille los dientes y me lave la cara. Tenía unas ojeras enormes debido a la noche que pasé ayer despierta en mi cama sin conciliar el sueño. Mi cabello seguía igual de enredado, no tenía solución, así que me hice un moño alto. Mis ojos se posaron con la bolsa color turquesa que cargaba mi maquillaje dentro, pero lo rechace al instante. No me gustaba mucho el maquillaje. Siempre me he preguntado por que las chicas se maquillan tanto para ir al instituto, como Christina Rose, la chica de último curso, tiene pinta de payaso todas las mañanas. Y un día cuando su novio el capitán de futbol Americano, Ray, termino con ella, la pobre no pudo soportarlo y se puso a llorar, que al final de clases cuando salió a los pasillos el maquillaje que llevaba en exceso se le corrió por la cara y tenía una pinta horrible.

Llamaron a la puerta ¿tan rápido había llegado Brent? Me di un último vistazo en el espejo del baño y sonreí a mi reflejo. Salí de la habitación y entre en la cocina, para tomar mi celular y mi bolso. Volvieron a llamar a la puerta. 

Dark NightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora