Capitulo Ocho.

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Amy


Por fin había llegado el sábado. Era de tarde y una llovizna salpicaba el pavimento de la calle. Hace tiempo que no llovía y este momento era tan mágico para mí, el olor a lluvia era mi aroma favorito. Me encontraba sentada junto a la ventana de la sala viendo el bosque que estaba frente a mi casa. Tenía mi cuaderno de Historia en el regazo y mis bolígrafos en el suelo. Todos los sábados hacia la misma rutina; hacer los deberes, leer libros, estar en el ordenador… en fin, todo era aburrido. Ian no me había llamado desde entonces, fui a buscarlo ayer y hoy en la mañana a su casa pero nadie me abrió la puerta. Le deje otro mensaje y suspire. Si seguía con esta preocupación carcomiéndome no podría hacer nada en todo el día. Cerré mi libro de golpe y mire mis manos. Mis uñas tenían un aspecto horrible, toda la noche de ayer había estado mordiéndomelas de la angustia al no tener respuestas de Ian. Un trueno me sobresalto y derrame el vaso de chocolate caliente que tenía al lado de mí sobre mi cuaderno de historia. Solté una palabrota y recogí mis útiles, fui a la cocina por un mantel y comencé a limpiar lo que había derramado en el piso. Me seque las manos y fui a darme un baño caliente. Entre al cuarto de baño que estaba en mi habitación. Llene la tina de baño y eché el jabón suficiente para que hiciera espuma. Me desvestí y me metí dentro. El agua era templada y tenía un aroma a rosas. Justo cuando empezaba a relajarme escuche como se abría la puerta de entrada y alguien entraba con pasos pesados. Me quede quieta. Rápido pero sigilosamente salí del baño y me coloque la bata. Mi madre siempre llegaba de su trabajo a media noche y apenas eran las siete de la tarde. El pánico me pego de golpe como una flecha en el pecho. ¿Qué tenía que hacer? Las pisadas se dirigieron a la cocina. Revise algo que estuviera en la ducha que me ayudara a defenderme, pero lo único que había eran toallas de baño, jabones, cremas y productos de belleza. Tome una botella de shampoo, al menos eso me ayudaría como proyectil al intentar escapar. Abrí un poco la puerta del baño y salí de mi habitación silenciosamente. Escuche como movían trastes y abrían cajones en la cocina. Me pegue a la pared que estaba cerca de la cocina y me quede ahí esperando otro movimiento, todavía no miraba quien se encontraba ahí, temía que me viera y me atacara. Justo cuando iba a voltear, una mano salió por detrás y me cubrió la boca. Grite e intente golpear a quien se encontraba detrás de mí con el bote de shampoo que tenía en la mano.

-¡Eh! Espera… no, no, no ¿Qué haces? –Escuche una voz familiar detrás de mí. Dejaron de cubrirme la boca, me tomaron por los hombros y me giraron sobre mis talones. Ian estaba sonriendo de oreja a oreja -¿Eso lo usaste como Arma? Por favor Amy, no dañarías ni a un bebe con ese frasco, dame eso, solo te harás daño tu misma –dijo y me quitó el pequeño bote de shampoo de las manos.

-¿Qué-que haces aquí? –Me trabe al hablar, estaba muy asustada y todavía tenía el corazón demasiado acelerado, después todo se convierto en furia y alivio. ¿Cómo era posible que Ian no me hubiera llamado para confirmar que se encontraba bien? Bueno, no tan bien, ya que tenía un moretón en la mandíbula y tenía un corte algo reciente en el labio inferior.  Y ¿Cómo era posible que entrara en mi casa sin siquiera avisarme? Fruncí el ceño y su sonrisa desapareció. Quería gritarle, me sentía demasiado frustrada y enojada en este momento así que lo hice: -¿¡Como es posible que no se te ocurriera llamarme en algún momento de estos últimos dos días para decirme que te encontrabas bien!? –Antes de que me respondiera le lance la otra pregunta -¿¡Y que demonios haces aquí!? ¡Me haz pegado un susto de muerte!

-Escucha, el jueves por la noche después de haber salido del baño fui a buscarte pero había un lio dentro… había… había personas inconscientes tiradas en el suelo y muchas corrían sin dirección alguna intentando escapar… Me di cuenta de lo que pasaba cuando unos tipos me sujetaron y comenzaron a golpearme, no me dijeron el motivo solo me golpearon. Después de eso perdí la conciencia y desperté en el hospital. Salí hoy hace unas horas. –Lo miré a los ojos y pude ver que decía la verdad. Me quedé pensando un momento, el enfado disminuyo un poco y el alivio aumento, después de todo Ian estaba bien y ya estaba por fin en casa. Arqueó una ceja al ver que lo observaba y sin embargo no decía nada. Al final respondí:

-No me has dicho el motivo por el cual haz entrado en mi casa sin mi permiso. Te juro que estuve a punto de sufrir un ataque al corazón al saber que había alguien dentro de casa sabiendo que no era mi madre. -Su sonrisa apreció de nuevo.

-No deberías dejar la puerta sin llave. Alguien con motivos diferentes a los míos podría entrar y quien sabe lo que pasaría, por que ahora veo que no sabes defenderte. -Dijo y dirigió una breve mirada al frasco de shampoo.

Rodé los ojos.

-¿Qué motivos son los tuyos? –Arquee ambas cejas.

-Bueno… decidí venir a buscarte a tu casa y contarte todo lo sucedido, llame tres veces y como nadie respondió decidí dejarme entrar por mi propia cuenta, ¿y adivina cual fue mi sorpresa?… alguien no había cerrado la puerta con llave. –Cerró los ojos y negó con la cabeza –  Y como  tenía hambre fui directo a la cocina a buscar pasta, pero ahora veo que no tienes. 

-¿Esa es tu graaan respuesta? –alargué la frase, queriendo decir que eso no lo justificaba, sin embargo no estaba tan molesta del todo con el, una sonrisa quería dibujarse en mis labios. La reprimí.

-Por el momento si –Un hoyuelo se marcó en su mejilla, al final sonreí.

-Eres un bobo.

Dark NightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora