Aunque perro, nunca arrepentido
Y el corazón, veterano de la guerra fría de la desilusión. Bombea, cortado al medio, a borbotones... todo su amor. Bombea un amor un tanto pálido, desesperanzado, a pura mueca... sin sonrisa completa. Bombea turbio, bombea corrientes que nunca se secaron más allá del dolor.
Y el corazón, este corazón... baleado de años, asaltado en mentiras, roto, mal parido, mal hablado, maltratado -sin sentido-... bombea aún sin plantar banderas blancas. No se sonroja ni se avergüenza, de que por tanto amar se le quemó la cabeza.
Este corazón, destruido así como lo ves, que va por la calle como bola sin manija siempre a punto de morir... Siempre a punto de caer; que va por la muerte anunciando su vida y por su vida rompiendo en mil a la muerte... no se da por vencido. Así como lo ves, en sus últimos suspiros... asoma las pestañas para encontrar una mano que no tienda ayuda, sino amor del bueno.
Este corazón que de puro inútil ha sobrevivido, que como perro de ruta sigue su camino, pero aunque perro... nunca arrepentido;
nunca negó el miedo... pero nunca se dejó detener por él.
A este corazón el dolor le importa un comino, este corazón de puro cabrón nomás, se resiste siempre al frío... y eso sin querer queriendo, al día de la fecha, lo mantiene vivo.
