Doble Atracción {Voltron} - Shklance

Difícil de Creer

—Señor McClain, sé lo confuso que es esto —dijo Allura—. Pero por favor, conozca a Keith y a Shiro.

Respiré hondo y exhalé.

Tenía que mantener la compostura.

«Bien, Lance, tú puedes con esto» traté de repetirme eso.

Me levanté del suelo y ahí estaban, dos sujetos que me miraban como si esperaran algo de mí.

El más alto dio un pequeño respingo como si se hubiera dado cuenta de algo.

—Yo soy Takashi Shirogane —extendió su... ¿mano?

Lo miré por un momento, vacilando por el contacto.

—Mucho gusto —por fin tomé su extremidad y tal vez fui muy obvio al mostrarme reacio.

—Esto —señaló su prótesis— esto es una curiosa historia. Tal vez te la cuente un día —me sonrió.

Me limité a asentir con una sonrisa.

El más bajo se mantenía de brazos cruzados, así que fui yo quien extendió el brazo.

—Lance McClain.

—Lo sé —me respondió junto con un apretón muy débil.

¿En serio este chico salió en mis resultados?

¿Qué se supone que haré ahora?

—Tenga esto —Coran me extendió dos folders.

Ya no más sorpresas, por favor.

—¿Qué es esto? —pregunté sin atreverme a abrirlos.

—¡Sus itinerarios! —exclamó Allura con alegría y Coran sonreía también mientras asentía.

La cara de sorpresas de los dos sujetos enfrente de mí denotaron que tampoco tenían idea de lo que acabábamos de escuchar.

—¿Itinerarios? —murmuré mientras abría uno de los folders.

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Lance McClain y Takashi Shirogane.

Primera cita: parte de la diversión es comer y beber en la calle o en los mercados locales. El plan no es turístico sino sociológico, se trata de observar, apreciar y conocerse (aunque lleven años juntos). Aprovechen si encuentran teatro callejero, músicos u otros espectáculos que no cuestan más que unas monedas en el sombrero del artista. Al anochecer pueden buscar alguna posada donde dormir (posterior a un gran encuentro sexual)-
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—¿¡P-pero qué demonios significa esto!? —cerré el archivo y lo aventé sobre el escritorio. Sentía como el color rojo se apoderaba de mi rostro.

—¿Qué cosa? —preguntaron incrédulos las autoridades presentes.

¿Cómo se atreven?

—¿No te agrada la idea del cine? —Allura ladeo su cabeza. Miré a Shiro que parecía un poco dolido.

Pero...

—¿¡Cine!? ¡Ahí no dice nada sobre un "cine"! —hice las comillas con los dedos.

Shiro se acercó al escritorio y tomó el folder en sus manos. Al cabo de un par de segundos, su rostro ya estaba tan rojo como el mío lo está ahora. O eso quería creer.

—Esto... —el hombre acercó el archivo con Allura. Su expresión de vergüenza ahora se hacía notar en ella.

—Coran, creo que tenemos que discutir algo.