- 19 - Elizabeth: Estorbas

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-¡No puede ser! - Elizabeth - ¡_____! ¡No puedo creerlo eres un gato! - negué, sonrió con fulgor - Sí, sí lo eres - Sebastian suspiró, retrocedió un paso casi entrando nuevamente a la habitación que solo hace unos escasos segundos habíamos salido -

-Señorita Elizabeth, ¿cómo se encuentra? El señorito está en su despacho, supongo que no necesitará nada, por lo que... - cuando él iba a dar un paso, la rubia se paró con las piernas un poco abiertas queriendo tapar la salida y luego negó con una sonrisa -

-¡Paulaaaaa! - la chica apareció corriendo y se detuvo -

-¡Mi Señorita! - respondió -

-No dejes que pasen, ¡quiero saber si es verdad lo que dicen! - tragué en seco -

-¡Mei-rin, Finni, Bard! ¡Vengan! - Sebastian me sujetó mejor, me sujeté a su brazo con mi cola -

-¡Señor Sebastian! - los tres sirvientes corrieron y se detuvieron antes de tocar a las mujeres -

-Necesito que me hagan un favor - sonrió - quiten a las damas del camino sin lastimarlas - Elizabeth abrió más sus brazos, estaba decidida a no dejarnos pasar -

-¡Necesito saber si eres real! - gritó-

-¡Finni! Trae las plumas - encarné una ceja ante lo dicho por la chica -

-¡Solo quiero jugar! Le diré a Ciel y él se va a encargar - miré a Sebastian algo asustada -

-Llámelo, pruébalo -

-¡CIEL PHANTOMHIVE VEN PARA ACÁ! - me cubrí los oídos ante el sonido agudo -

Una puerta se abrió de repente detrás de nosotros, Ciel venía enfadado y a paso seguro, se paró enfrente de Lizzy y se cruzó de brazos.

-¿Qué quiere mi adorable esposa? ¿Te puedo complacer en algo mi bella dama? ¿Puedo hacerte feliz de alguna manera? ¿Tus ojos brillan más hoy? ¿O solo sueño? - Elizabeth bajó los brazos para mirarlo sorprendida -

Al final, vi como aquellos tres chicos, los cuales, en mi vida solo los había visto dos o tres veces, claramente, tenían fijo su objetivo.

-¡Al ataque! - plumas volaron por el aire y tuve ese deseo de saltar encima y jugar. Pero Sebastian se había percatado y me atrajo fuertemente mientras los tres sirvientes hacían cosquillas a las mujeres con unas plumas gigantes.
Era tan hermoso ver como los colores inundaban desde azul hasta rojo, blanco, gris, negro y ¡waaaaa!

-¡Te dije que era buena idea el pabo real Sebastian! - se burló Bard, reí mientras pasábamos entre millones de risas, Sebastian corrió a su velocidad y bajó las escaleras y salimos de allí por la puerta.

Volvió a correr pero esta vez me sujete más fuerte, el aire se hizo más frío y pesado, no abrí los ojos, pero sentía aquello.

Al final, nos detuvimos, me bajó y mis pies se encontraron fríos, me abracé a mi misma mientras Sebastian abría el sitio.

Me abrió la puerta, entré viendo una linda morada caliente.

-Quédese aquí, volveré mi princesa - me dió un beso en los labios -

-N-no te vayas, ¿dónde estoy? - sonrió yendo hacia la puerta -

-Está en la casa de Londres del Señorito, no se preocupe, siéntese y comportese ¿Muy bien? - asentí nerviosa - esa es mi gatita -

Cuando salió por esa puerta, vi varias cosas qué hacer, pero muchas de ellas no le gustarían a Sebastian.



Gata por equivocación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora