Sombras vivas (pte. 2)

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*Capítulo sin corregir*

Ian está apoyado en su moto, en la salida del bar, fumando y con el paquete de Marlboro en su mano izquierda. Derek me mira enfadado, suelta mi mano y se va hasta su coche solo, pero yo no le sigo, voy hasta Ian.

—¿Ian? —le digo y le da una calada al cigarrillo para después inclinar la cabeza hacia arriba y, sin mirarme, lentamente echa el humo por la boca—, no sabía que fumabas.

—¿No tienes nada mejor que decirme? —me dice por fin, después de mirar el cigarro de su mano.

Mira su paquete de tabaco, lo abre y me lo acerca.

—Elige. —me dice.

—No, no fumo. Gracias.

—Si tan solo miraras lo que hay dentro de la caja, tal vez cogerías algo. —me dice y miro la cajita. Dentro de esta hay quince cigarros y una margarita. La cojo y me la pongo en el pelo.—Ahí está mejor, no pintaba nada en mis cigarrillos.

Miro al suelo y río por cortesía.

—¿Por qué fumas? —pregunto al fin.

—Me relaja. Fumar es para la gente con corazones o almas rotas. —decido no decir nada al respecto, no se ha ido así del bar porque Derek le haya llamado teñido, eso en el fondo estoy segura de que le da igual.

De repente veo algo escrito en su cigarrillo y se lo quito de la boca.

—Devuélvemelo —me dice—, si no vas a llevártelo a los labios, dámelo.

Lo leo. En Italiano pone: ‘por favor, no te vayas’.

Me duele, me duele y no sé por qué.

Recuerdo hace tanto tiempo, la primera vez que me econtré con él en la universidad. Se le cayeron los papeles y me quedé con un dibujo de una chica por detrás. Seguro que ha sido ella quien se lo ha escrito en el cigarrillo.

—Lo ha escrito mi hermana pequeña, ¿Contenta?

—¿Hermana? Vaya, hoy descubro muchas cosas de ti que no sabía.

—Y más que no sabes. No me conoces.

—¿Te coge los cigarrillos?

—Sabe que los voy a coger sí o sí. Si escribe algo en uno de ellos, lo voy a ver, porque voy a fumármelo —me dice aún sin mirarme—. ¿Algo más por lo que preguntar? Ya que estamos…

—¿Me llevas a casa? —pregunto.

—Que te lleve tu novio.

—¡Qué no tengo novio! —digo yo—, ¡No es mi novio!

—Ya bueno, y voy yo y soy el idiota que se lo crée —dice tirando el cigarro al suelo—. Te llevo, porque tu novio es el mayor gilipollas que haya conocido.

—No estás así porque te haya llamado rubio teñido, ¿no?

—Ojalá fuera esa mi mayor preocupación —me dice acercándose a mi—. Si no te subes ya a la moto, te quedas.

No digo nada, y me subo en la moto. Me pone su casco delicadamente. Lo coloca y luego me ata el asa que queda debajo de la barbilla para luego ajustarla. Después se sube él y pone mis manos en su cuerpo para que no haga como siempre y me agarre a la parte trasera de la moto por no querer una situación incómoda.

Para la moto en la gasolinera y se baja.

—Voy a echar veinte euros en el depósito. Ahora vengo.

—Vale —respondo.

Tengo frío, mucho. El jersey que llevo no me cubre nada e Ian lleva una cazadora de cuero para ir en moto. Me bajo de la moto y le miro.

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