El final del pasillo pte. 1

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WARNING!

¡SI ALGUIEN QUIERE QUE LE DEDIQUE CAPI QUE ME AVISE!

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CAPÍTULO 21

Sé que ya es tarde para todo, tarde para desearle lo mejor en su vida, o tal vez no. Será porque no veo a Mikel especialmente contento, recuerdo cuando estaba conmigo. Definitivamente odio recordar, solo produce dolor en mi.

Ahora sí, necesito salir, respirar, dejar de pensar, no odiarme por nada de lo que destrozo, por todas aquellas almas que he matado, diciendo sandeces que molestan, he de dejar de castigarme, o… tal vez seguir sancionando mi poca sensibilidad.

Decido despejar la mente; dejarla en blanco y relajarme al ver el viento soplar, los árboles mecerse y parar para más tarde las hojas rebeldes que aún quedan en los árboles pobres y desnudos por la entrada del frío invierno, soltarse y caer lentamente al suelo.

Mi vista se resume en tres planos, el precioso fondo de una ciudad ocupa en plano del fondo, el más lejano, pero con un gran defecto, el ruido de las personas silenciosas, solas, anónimas a mi persona, despreocupadas o indecisas, amantes o heridas por otras personas.

Si el amor no muere, será que mata los sentimientos de todo el mundo alguna vez, hasta que estos reviven, o tal vez nacen en almas nuevas, almas renacidas, almas destrozadas y más tarde, más tarde… ¿reparadas? Poco probable, quizás eso se deba a mi interior sin esperanzas.

¿Mi segundo plano? Ahora se convierte en el más importante pero difícil. Al haber cerrado los ojos, intento imaginarme mi propio paisaje en vez del real en que estoy, ese con la ciudad de fondo. Lo primero que hago es eliminar ese ruido, el del tráfico el de cualquier cosa que me interesa poco, pero algo falla, no consigo visualizar ningún paisaje, solo veo a tres hombres, en el mismo sitio en el que estoy ahora, en mi mente.

Algo extraño, pero tres hombres y una sola decisión, ¿cuál? No lo sé, ¿qué hacen ellos en mi cabeza? Lo sé aún menos.

A un extremo; Derek con una sonrisa ¿sincera?, en el otro lado, Mikel con un rostro triste, y en el centro… en el centro está Ian, con sus facciones perfectas, pero serio, impasible.

¿Y ahora?

Ian mete sus manos en los bolsillos y eleva sus hombros anchos, una mirada magnética me hace avanzar hasta él, quedarme en frente de él y mirarle.

Abro los ojos despertando de mi corta imaginación y parece como si siguiera en ella… Ian está en frente de mi con la misma mirada, el cabello exactamente igual y sus manos en los mismos tejanos negros que llevaba en mi imaginación.

—Quizás acepte tu invitación.

—¿Invitación? —pregunto, y por un momento pienso en la boda de Mikel.

—Se ve que sigues dormida, andas espesita últimamente —me dice­—. Quizás necesite tu ayuda aunque no la quiera aceptar, tienes razón.

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