Caro destino...

269 12 2
                                    

Capítulo 17

Estoy tan decepcionada de mí misma por como me comporto con la gente que el bailar sólo consigue despejarme por unas horas. Ni siquiera me siento con fuerzas para ir de compras como lo tenía previsto.

Miro por el gran ventanal de mi habitación. El cielo degradado en una gama de azules claros, y el sol atravesando sus ligeras nubes mientras que parece prender llamas en ellas. Las pequeñas nubes parecen cañonazos de humo insignificantes en el gigantesco cielo. Me siento con las piernas cruzadas en la cama y miro al techo mientras pienso en lo que me pasa, pero poco a poco me voy inclinando sobre los almohadones de la cama y al de poco tiempo, me quedo dormida.

Cuando me doy cuenta, me incorporo, pero me duele la cabeza y veo a mucha gente a mi alrededor.

—El truco es dejarte querer… —me dice Derek.

Miro más allá y veo a mi hermano, mi madre y mi padre hablando a la vez, pero mis oídos apenas deducen las palabras que me dice mi madre:

—La gente muere por un corazón roto.

Janet, mi amigo Owen, Martha e Ian aparecen detrás de ellos. Mi cabeza va a explotar.

—Mi sonrisa es un refugio para las lágrimas.—Ian termina su oración y sus pasos resuenan hacia atrás.

Me tapo los oídos. ¿Qué es esto? ¿Por qué siento que estoy sola ahora que toda esta gente me rodea? Oigo sus voces en un eco y dejo de ver mi alrededor con claridad, dejo de oír mi corazón palpitar, dejo de respirar, siento que me lo merezco por dañarles.

Unos brazos me vuelven a proteger, mi cabeza piensa en que Ian ha venido para ayudarme, para decirme que no pasa nada, que no ha llorado por mi culpa, que no le he dañado con mis palabras y actos, que tal vez todo se arregle. Nada de eso ocurre. No son sus brazos, son los de Derek.

Miro sus ojos claros y sus labios entreabiertos, su ceño fruncido. Está preocupado. Espero que haya echado a todos de mi habitación y se haya quedado conmigo para tranquilizarme y al mirar a nuestro alrededor veo que así es.

—Gracias por… —digo y antes de que le pueda dar las gracias por echarles a todos y hacer que mi cabeza descanse un poco de voces gritando en ella, me interrumpe.

—De nada.

—No me merezco que me queráis—digo yo—, no es por dar pena, es lo último que quiero, pero os destrozo a todos.

—A mí me alegras.

—¿Ah, sí? —pregunto— ¿Cómo?

—Me basta con verte.

Sonrío. Es un amor de persona, es genial, me siento como si me ayudara a limpiar mis errores, me trata como una princesa, como si fuera realmente perfecta, pero él sí que es perfecto.

—¿Te quedas a dormir? —le pregunto.

—No puedo rechazar tal propuesta.

Espero que dormir con él, me ayude a no tener pesadillas cuando me duerma, pero quién sabe. Cierro mis ojos abrazada a Derek y aún con la ropa puesta me arropa en la cama.

Negro, negro y más negro. Lo único que diviso.

Una luz se enciende y aparece Janet. La sonrío y voy hasta ella. Miro a la izquierda y aparecen Martha e Ian. Los tres me miran contentos, pero parece como si en su interior, batallas de sentimientos armados atacaran sus decisiones y junto con ellos también a sus ideas sobre mí. Alguien me abraza por detrás. Derek, es Derek. No me deshago del abrazo confortable que me da, me siento protegida. Ellos mirándome mal y sólo Derek me ayuda.

La tormenta del exterior ilumina la habitación desde las ventanas y veo mejor sus rostros. Ian ahora serio niega con la cabeza, mientras que Janet y Martha se miran entre si.

Quiero correr a abrazarles, decirles que lo siento, que me den otra oportunidad, que no se vayan, no de aquí, si no de mi vida.

Derek besa mi mejilla y me ofrece apoyo moral mientras sigue con sus brazos rodeando mi cuerpo, entonces susurra en mi oído:

—Ellos te odian—me dice—, sabes que no les importas.

Las figuras cada vez menos visibles, se dispersan hasta una puerta.

—¡No! ¡No! —grito desesperada para que me escuchen—, ¡No os vayáis! ¡Dadme una oportunidad! ¡Sólo una!

—No te oyen—determina Derek. Aprieta su agarre en mi cintura para que no eche a correr a su vera, para que me quede con él, como él hace cuando yo lo necesito.

»Pero estoy yo para ti. No les necesitas. Me tienes a mí, ¿Me oyes? Me tienes a mí.

No, no y no. Esto no está pasando. No veo las cosas con claridad, me refiero a claridad literal. Cuando estoy despierta mi alrededor no tiene esa especie de nubla blanca que envuelve nuestros cuerpos, nuestras mentes hasta que actúan como ellas quieren y no como tú quieres que lo hagan. Actúan por si mismas, como si alguien más estuviera en ellas.

Doy una bocanada de aire y me incorporo en la cama. Derek dormido, la casa en calma, todo en una similitud de paz, menos mi cabeza.

«¿Puedo tan solo desaparecer, y ya?»—me pregunto en el interior de la mente.

Me levanto de la cama con cuidado y voy hasta mi estudio. Abro el cajón del escritorio y saco una caja de madera que me regaló mi abuelo antes de morir hace muchos años, la sigo guardando casi como la mejor de mis pertenencias, porque me la dio él con todo su cariño.

Abro la caja de madera y dentro de ella escojo un sobre de un papel amarillento por el paso del tiempo y su correspondiente hoja de papel donde escribir a tu destinatario.

Estoy a punto de escribir en la parte trasera del sobre ‘DEAR NO ONE’, pero decido otra cosa, me decido por escribir ‘IL MIO DESTINO'.

Agarro la pluma que guardaba también en la caja de madera tallada de mi abuelo, y empiezo a escribir en la hoja con destinatario, mi destino, irónico, ¿no?

Mi mano se mueve al compás de la pluma con tinta negra, y escribo las dos primeras palabras en italiano, CARO DESTINO, en español; querido destino.

Caro destino:

Me encuentro en este horrible momento, tan perdida que ni yo me encuentro. ¿Sabes si algún día me volveré a sentir así? Casi preferiría que no contestaras, pues tú mismo me lo enseñarás con el tiempo, hablo nada más y nada menos que con el destino.

Estoy en ese momento matador, cuando tratas de conseguir algo, pero consigues otra cosa, normalmente yo consigo lo contrario. Cuando quieres a alguien y ese alguien ni te mira. Cuando intentas mejorar y tan solo fracasas. Cuando quieres volar sin saber tenerte en pie, sin saber que realmente tienes alas para hacerlo. En todos esos casos consigues lo mismo, ese sentimiento de frustración que no eres capaz de abandonar, ese agobio que no te deja ni si quiera respirar, esas palabras que quieres gritar, pero a penas puedes pensar, ese amor por alguien del que quieres deshacerte pero pierdes en ese valiente intento, fracasando tanto que, amas a esa persona más que antes, mientras que esa persona gana ese cariño de ti, sin que siquiera lo sepa, sin que siquiera le importe.

No todo tiene solución, pero espero tenga fecha de caducidad.

Shanon.

|NOTA DE AUTORA|

Holaaa mis fieles lectoraaas, hoy la novela ha llegado a 2.000 leídas y por eso he sacado el tiempo de donde no había y os he hecho un capítulo que es algo extraño, pero que se explicará poco a poco.

He dedicado este capítulo a Bea Pineda, mi niña, la quiero muchísimo y encima me ayuda cada vez que lo necesito, lee mi novela y me quiere tanto como yo a ella, espero que te haya gustado ek capítulo cielo.

Besitooss

Appassionata Donde viven las historias. Descúbrelo ahora