Cap 21 PTE.2

204 10 0
                                    

PTE. 2

Llego a casa y repaso lo que me ha pasado hoy, me ha parecido todo tan extraño. Hoy estaba tan ensimismada en el parque, he cerrado los ojos… pero yo solo quería hacer que mi mente trabajara, imaginarme algo como cualquier otra persona lo hace, como cuando te intentas imaginar la vida perfecta, o cuando te intentas imaginar besándote con el chico que te vuelve loca, la diferencia es que normalmente uno consigue imaginarse lo que quiere, yo no he podido.

Yo solo quería imaginar un verde campo lleno de margaritas y pajaritos volando en vez de unas calles transitadas (que es en realidad lo que veía, Milán totalmente lleno de gente), quería imaginarme lo contrario a lo que veía, recordar donde vivía yo antes de venir aquí, pero nada.

Aún así, lo que sigue ocupando mi mente no es solo eso. La aparición de Ian en el parque donde estaba, donde realmente me encontraba, que Mikel me haya invitado a la puñetera boda, que no haya tenido pesadillas en tanto tiempo… Estoy tan perdida, ¿por qué en vez de imaginarme mi casa han aparecido ellos (Derek, Ian y Mikel)? ¿Qué puñetero sentido tiene eso? ¡Solo quería sentir que olía los campos verdes donde crecí! ¿Y por qué avanzaba hasta Ian?

Creo que Ian lo sabe, sabe lo que me pasa pero no me lo quiere decir, ¿y si es eso que no me quiere decir? ¿acaso se supone que puede empeorar? Mi cabeza va a explotar.

Derek me llama al móvil. Lo último que necesito ahora mismo.

Decido no contestar, pero insiste. Veinte minutos después, alguien llama a la puerta. Janet no está en casa porque ha salido con su novio, así que se me reducen las posibilidades. Como sea Mikel lo mato.

—Buenos días.

—Tardes ya —respondo yo, cortante.

—Firme aquí por favor —me dice el cartero.

—No espero ningún paquete —digo.

Mira una hoja que ha sacado previamente de una carpeta y me confirma la dirección. Firmo la hoja y me entrega un ramo de flores.

Una rosa preciosa de color rosa pastel, otra negra (llamada así, pero su color es un lila precioso) y flores silvestres que no le quitan protagonismo a las preciosas rosas. ¿Ian? Ni en un millón de años…

Una pequeña tarjetita cae a mis pies. Debía de estar colgando del ramo.

Siento no haber podido estar allí yo mismo para darte esta pequeña muestra de afecto, pero como no contestas a mis llamadas, pienso que, como toda mujer necesitas espacio.

Cuando estés mejor llámame.

Derek.

Para que mentir, me había hecho ilusiones de que fuera Ian, pero no para algo romántico, si no para pedir perdón por lo que me lleva haciendo desde el primer día (pasar de mí, básicamente), quizás exijo mucho.

Appassionata Donde viven las historias. Descúbrelo ahora