Baja ego, que sube Ian.

464 20 2
                                    

No sé por qué, pero me parece que a este chico (sí, me refiero a Ian), le pega muchísimo ese nombre, sinceramente, no creo que ningún otro nombre le pueda quedar bien, en cambio este, es como hecho para él.

Llego al aparcamiento, dejando de lado mis pensamientos sobre Ian, y me pongo a pensar en lo que me ha dicho, es verdad que he notado las ruedas más flojitas de lo normal, pero hoy tengo que estudiar, pasar apuntes y más estudiar.

Estoy deseando que lleguen las vacaciones, para dejar un poquito de estudiar, estoy harta de solo estudiar, estudiar y estudiar, me merezco un respiro, me veo con cara de libro en cuestión de unos años.

Y esto de estar estudiando algo que yo misma he tenido que pagar no me gusta. Mi madre no ha apoyado mi idea de estudiar bellas artes, ella estaba empeñada en que estudiara algo de ingeniería; ya podría ser naval, aeronáutica, industrial, mecánica… Ella estaba contenta con que estudiara algo de eso, pero yo nunca he querido. No soy partidaria de estudiar algo que no me guste, ahora, con bellas artes estoy muy contenta, mis notas son excelentes y me gusta ¿Qué más puedo pedir?

Pasa la semana sin ninguna novedad o torpeza por mi parte, bueno, ahora mismo tengo un problemilla… Más bien un problemón.

 –Yo creo que no funciona porque está mal colocada la bombilla –‹‹bravo Janet, muy lista, a eso yo también llego››

–Anda, prueba tú a ver si es tan fácil, señorita –digo yo.

–No, es que paso de subirme a las escaleras estas –dice refiriéndose a las escaleras de tijera en las que estoy subida para llegar a la lámpara que cuelga del techo. –Y pues… Rubén de esto como que no tiene ni idea.

–Pues Jordan no me va a ayudar con esto, estará ocupado, me mata si lo llamo para que me ponga una bombilla nueva porque se me ha fundido la que tenía. Tampoco tiene que ser tan complicado ¡No entiendo por qué no se enciende! –y seguido empiezo a pegar golpecitos en la bombilla con el dedo.

–Tú solita te estás dando cuenta de que necesitas un hombre en tu vida, que te ayude con estas cosas, las mujeres de esto no tenemos ni idea, estamos hechas para otras cosas.

Tras diez minutos mirando la bombilla como un par de necias, al final nos damos cuenta de cómo se hace, y pues tenía razón, no era difícil, menos mal que no ha sido nada más que esto, no sé qué será de nosotras cuando nos pase algo y no sepamos solucionarlo.

–Shanon ¿Cuándo empiezas con las clases de baile? –me pregunta Janet. Lo había olvidado por completo.

–Creo que la semana que viene, llamaré a Marco Alberighi, para preguntarle cuándo empiezo.

–¿Quién es ese Marco? –pregunta curiosa.

–Es el dueño del local de baile, donde daré clases de baile, como profesora.

–Me apuntaría a tus clases si no fuera tan negada para estas cosas –dice Janet y reímos. – Porque adoro como bailas.

–No seas tonta –contesto.

–Y tú no seas modesta, boba, que eres boba –sonrío, vale, puede que sea un poco modesta, al fin y al cabo tampoco lo hago tan mal, si no, no me habrían ofrecido el puesto de trabajo como bailarina de Hip Hop. –Porque yo ya ni me acuerdo de cuántos premios has ganado.

–Bueno, pues voy a llamar a Marco y luego te cuento. –digo con mis mejillas ligeramente sonrojadas, me pongo colorada por todo, y mi tez blanquecina como la nieve no ayuda.

–Voy a salir, nos vemos. –Dice y besa mi mejilla antes de salir por la puerta principal.

He aceptado el trabajo porque me han estado diciendo Janet y Martha que tengo que despejarme, que eso hará que mi rendimiento académico mejore, que me despeje haciendo algo que me apasiona.

Appassionata Donde viven las historias. Descúbrelo ahora