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Jungkook se había alejado rápidamente del hombre penetrándolo fuertemente, múltiples lágrimas caen desde sus ojos, deslizándose tortuosamente por las mejillas, pero ni siquiera pestañea o puede responder a la extraña sensación de tal inesperado llanto y el vacío existente en su pecho, más bien se centra en transmitir aire a sus pulmones en rápidas respiraciones, temiendo perder la conciencia, sintiéndose ahogado y perdido. Todo ocurre en cámara lenta, con claridad escucha los gritos del moreno completamente furioso preguntándole cuál era su problema y los latidos de su corazón en medio de todo el caos dentro de sí. El calor se concentra en su nuca y puede predecir que la fuerza con la que se sostiene disminuye gradualmente.

A consecuencia ahora se encontraba en esa oficina de infierno, mira a los alrededores en sosiego, la calma ya se encontraba en su cuerpo, sin embargo más inestable que firme. Los cuadros colgados en las blancas paredes le parecen tan tristes y aburridos, los muebles son casi nulos pero costosos sin duda. No hay plantas, ni flores de decoración que den vida al lugar, más bien un reloj sin números y solo rayas, brillante, llamativo, que le provoca fuerte ansiedad. La alta e intimidante presencia del hombre con traje hace que sus manos suden y tiemblen, más le es imposible llegar a moverse.

—¿Por qué tengo que perder el tiempo contigo? —por fin alguien corrompe el silencio—¿Sabes la vergüenza que me hiciste pasar cuando ese hombre me gritaba que te adiestrara bien?

—Lo siento. —responde cabizbajo, apenas oíble. Pero claro y bien pronunciado, como si fuera un acto de reflejo.

Jungkook inmediatamente reconoce que ha hecho mal, reconoce que apartar bruscamente al moreno en su anterior cita había sido un acto totalmente inconsciente y fuera de lugar. Sabe que no había peor momento que ese para entrar en un ataque de pánico.

—Dos semanas con la misma actitud, un Ágora aburrido y deprimente, con gente insatisfecha de sus servicios, pedidos han disminuido en gran número considerando cantidades anteriores.

Recibe reclamos, consciente de que el personal de la mansión lo había delatado escribiendo en el documento que lo describe, el mismo en manos de su dueño. Quiere salir de ahí lo más pronto posible, evitar a sus compañeros de habitación y taparse hasta el cuello con las mantas para dormir infinitamente, olvidarse de la vergonzosa escena que había formado y despertar como nuevo, ojalá en los brazos de él.

—Lo siento. —repite después de unos largos segundos en que la mirada aterradora del hombre lo invade de pies a cabeza.

—No lo sientes, lo que menos necesito es que una de mis perras entre en rebeldía de nuevo. Ya tuve suficiente mierda con Kuro. —los ojos del castaño siguen con miedo los fuertes y firmes pasos que la robusta persona formula alrededor de él. —¡Deberías agradecerme que tuve la compasión de no lanzarlo a la calle! —le grita en fuerte furia.

Su corazón acelera en raudos latidos, el miedo dentro de él aumenta cada vez más y cierra sus ojos con fuerza en un intento de calmarse.

—Lo siento, de verdad señor...—tragar saliva se vuelve una tarea difícil con el nudo que se ha instalado en su garganta.

La lujosa oficina se envuelve en silencio rotundo, las lágrimas del menor son retenidas por su fuerte voluntad, incluso si estás logran asomarse con disimulo. Quieto y sentado, puede escuchar como el acompañante toma una silla y la instala en frente, estableciéndose en ella con ligera brusquedad. Jungkook baja la cabeza atemorizado, temiendo que el peor de los golpes arremetiera en contra de él.

—Supuestamente estabas preparado para esto ¿No? —el tono de voz que escucha se vuelve más pasivo, sorprendido de que nada a impactado su rostro o cuerpo se mantiene totalmente rígido. —¿No?

Ágora; vkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora