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Jungkook observa a través de la ventana del lujoso automóvil dirigiéndole hasta un desconocido paradero. La débil iluminación de los faroles se refleja en su rostro y la luna sigue el rumbo junto a él por medio de sus brillantes ojos, observando con admiración las estrellas en todo el resplandor del oscuro manto frente de si.

"Me gusta la noche"

Decide proclamar mentalmente mientras observa con nostalgia hacía arriba, alegrando el corazón en su pecho al afirmar por escasa vez que él también es una persona con gustos y disgustos, cuando la mayoría de la gente lo hace sentir como un simple objeto desde hace mucho tiempo, pero para lástima de él, tenían razón.

Y es que las sonrisas y animo bajaban cada vez que debía alejarse tanto de Jimin como Yoongi, pues esto le hacía recordar que detrás de todo no había nada más que un generador de billetes, sin derecho a opinión propia o peor incluso, un nombre, por qué si no fuera por sus preciados amigos ya lo habría olvidado. Y estaba totalmente agradecido de ellos, que le hacían dejar de lado toda la miserable vida que tenía que sobrellevar.

Sí, alardear constantemente de ser uno de los Ágoras más proclamados con sus compañeros podría tomarse como un acto de orgullo al ser de lo se le tachaba, pero en el interior...Es todo lo contrario.

Ya se sabe, reír para no llorar.

El vehículo se detiene, Jungkook no pudo notarlo hasta que la puerta al lado fue abierta por el chófer.

Sale con un suspiro de por medio, sintiendo como el nerviosismo se eleva a niveles desquiciados. Se encuentra en un condominio muy célebre en las afueras de Seúl, conocido porqué ahí habitan la mayor parte de los artistas o famosos de Corea, más, ya tiene conocimiento de algunas viviendas por esos lugares. Si, definitivamente había tenido clientela un par de veces por ahí.

La estructura frente a él es moderna y minimalista, no una mansión pero si una enorme vivienda bastante lejos de la palabra modesta, las ventanas iluminadas por las luces de un tono amarillento dentro.

Sin dirigirle dialogo, el formal hombre cerró el auto a las espaldas del castaño para después llegar a su puesto y manejar a la salida, dejándolo solitario desconociendo la hora en que volvería. Jungkook odia profundamente que los datos que le otorgaban no eran nada más que el nombre del consumidor, y solo si este no decidía mantenerlo en secreto.

Siente como la cinta en su cuello lo aprisiona haciendo la respiración irracional, pero aunque la razón del ahogamiento era lo nervioso que se encontraba, Jungkook decidió culpar al accesorio, porqué sensaciones como esa eran desconocidas para él. Al cabo de unos segundos golpea la puerta en frente para luego estirar el chocker jadeante e inquieto, sin recibir respuesta insiste.

Al escuchar el pomo al otro lado siendo sujetado, baja la cabeza haciendo una reverencia entretanto la entrada se abre, dejando que las luces dentro le iluminaran por completo.

—Buenas noches señor, provengo de Ágora, Ryeo, seré su producto esta noche, por favor cuide de mi.— como un robot pronuncia, sus palabras impresionando al rubio ahora frente suya.

Se mantiene estático esperando una respuesta, más no recibe ninguna por un buen tiempo y el silencio comienza a carcomer el ambiente. Se pregunta realmente si su cliente lo esta analizando burlesco o no esta satisfecho con él. Entonces al levantar un poco los ojos estos se clavan con los del contrario, quien le miraba de una manera tan profunda siendo imposible descripción alguna.

—Que agradable tenerte aquí— finalmente se escucha un comentario.— Pasa.

Y los escalofríos viajando por todo el cuerpo del menor no se hicieron esperar, pues pensó que al escuchar tal grave voz cualquiera se derretiría en un segundo.

Ágora; vkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora