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El viaje en el amplio avión es sumamente silencioso desde el momento que partió. Taehyung de tan solo ver al chico que le acompaña dormido hace pocos minutos intenta no cometer ruido alguno, sintiéndose incapaz de interrumpir tal ángel ante sus ojos.

Observa las propias ropas del menor, el triple collar holográfico rodeándolo pero escondido bajo el cuello tortuga de la negra y ajustada camiseta. La aterciopelada mascarilla cubriendo los suaves labios que había probado la noche de ayer le incitan a bajarla un momento y apreciarlo con mayor detalle. Pero al dirigir los dedos hacia él se retracta, ¿No sería como estar invadiendo su privacidad?

No se sentiría ofendido si es que el castaño admitiera que se siente extrañado porque todo iba demasiado rápido. De hecho, ni siquiera se sintió ofendido cuando no lo reconoció o incluso después de descubrir que había olvidado su nombre. Era totalmente normal, pero ahora tampoco mostraba signos de incomodidad.

¿Por qué es tan difícil llegar a saber qué era lo que pensaba?

Evadiendo todo tipo de memorias, se pone los audífonos y lleva la mirada hacia la pequeña ventana redonda al otro costado, apoyando una mano en su barbilla para apoyarse, dejando que el paisaje le llevara a la calma y tranquilidad.

"¡Es una promesa! ¡No puedes romperla!  el más pequeño sonríe entre tanto la lluvia resuena, haciéndose escuchar bajo el ajeno techo que cubre los temblantes y empapados cuerpos sentados en el húmedo suelo, ese techo de tejas que los había salvado de tan repentino cambio de clima. Sin embargo no daban señales de importarles lo más mínimo.

Es cierto, el frío en tal momento es suficientemente apto para congelar cualquier tipo de calidez, pero como chicos jóvenes y llenos de vida, ignorar ese hecho y salir para divertirse y correr al ritmo de las gotas cayendo sobre ellos no parecía una mala idea en lo más mínimo. Distraerse un poco nunca venía mal, sobretodo con la compañía correcta, una compañía que derrocha calidez por montones hasta olvidar todo cruel clima. 

Vamos Jungkook, tengo diecisiete años, ya estoy mayor para las promesas de dedo meñique.

¡Y yo quince!  se escucha una tierna risa, irradiando luz por quien la escuchará— ¡No es tanta la diferencia! Por favor.

el de cabellos oscuros no tuvo opción, resistirse a al rostro de su único amigo era algo imposible de rechazar. Ni siquiera pudiendo recordar los días en que la presencia de Jungkook no estuviera. Que esos dientes con paletas similares a las de un conejito no le sonrieran, o que esa actitud positiva no le trajera calor a cada día de su vida.

Porque los días anteriores de entrar en el orfanato son difusos para él, y tampoco necesarios de memorar nuevamente, no los necesitaba. Era feliz junto a la compañía del castaño y no requería ni ansiaba más que eso.

Así y con esos pensamientos, estrechó el dedo meñique con el contrario.

Tienes que decirlo, o si no, no cuenta. la expresión de Jungkook sumida en seriedad, como si estuvieran haciendo un pacto de total importancia.

¿Decir qué?

¡Lo que prometes!

Aish... ¡Prometo que nunca nos separaremos y que aunque seamos adoptados seguiremos manteniendo contacto para siempre hasta el fin de nuestras vidas! ¡Amén!

El pequeño ríe cabizbajo, sin desvanecer la unión de los delgados dedos.

No era necesario gritar, ni tampoco el amén hyung. susurra apenas audible.

Ágora; vkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora