f o o l s;

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—Taehyung.— le nombró levemente ahogado gracias a todos los profundos, largos e incontables besos que han compartido. Jungkook acaricia la rubia cabellera, enredando cada uno de sus dedos en los claros mechones de pelo con deseo en cada uno de los movimientos. Pidiendo por más mientras observa los oscuros luceros del llamado, repletos de cariño y aprecio. Pudiendo haber miles de sinónimos más a ellos.

Los labios del mayor besuquean cada parte de su delicada complexión mientras lo manosea, guardando la suavidad de la piel en la yema de sus dedos. Con cuidado lo acomoda encima de sí, escuchando un leve gemido de por medio.

La frescura de la noche primaveral se hace presente, sin embargo el ambiente se siente tan pesado, tan sofocante pero a la vez lleno de pasión. Los cuerpos ya desnudos yacen sobre la gigantesca cama matrimonial de aquel lujoso hotel japonés y los dos entes sobre ella no pueden sentirse más a gusto con la compañía que disponen. Pues siquiera antes de abrir la puerta de la actual habitación ya se habían comenzado a besar como si el tiempo estuviera en contra, sin embargo, ahora era todo lo contrario.

Cada caricia, cada tacto, todo tan paulatino y gradual, tal como si el tiempo se detuviera.

Taehyung de verdad deseaba que el tiempo se detuviera en momentos como aquellos, en momentos junto a él y solo él.

El menor gime sobre la boca contraría interrumpiendo la cercanía de sus labios, pues el miembro ajeno masajeando su ya dilatada entrada le hace dar espasmos.

—Hyung...— suspira, la respiración caliente chocando en contra.

Taehyung procede a besarle en el cuello mientras sus manos masajean los suaves muslos que apenas con fuerza se sostienen. Las marcas rojizas no tardan en aparecer ni los ruidos obscenos a resonar por parte del más bajo.

—Si te lastimo dilo por favor.— habla la característica y grave voz, el castaño asiente inmediatamente con confianza mientras observa como Taehyung lleva una mano a su virilidad, masturbandola un poco a la par que la otra se apoya en su cintura. Segundos después el miembro comienza a ingresar lentamente dentro de él, gimiendo sin pausa, sus ojos tornándose brillosos y acuosos.

Las pupilas del rubio aprecian el rostro arriba suya con compasión, y no duda en llenar de besos cada lugar que puede permitirse sin la necesidad de interrumpir sus actos.

—D-Duele.— lloriquea el menor.

Asustado disminuye la velocidad sin pensarlo dos veces, sus intenciones encontrándose lejos de herir al pequeño. Con dulzura comienza a esparcir nuevamente caricias en cada una de las sonrojadas mejillas, tomándose tiempo en cada una.

Jungkook comienza a pensar con dificultad entre toda la niebla que le rodea.

 —Perdóname.—una voz otorgándole calma, acariciándole mentalmente. 

Nunca había sentido tanta bondad en actos ajenos. Las manos que generalmente le manosean son toscas, desesperadas. Las penetraciones fuertes, a veces desgarradoras. Las palabras bruscas y ásperas.

Un perdóname en un acto sexual es simplemente impensable.

Tan feliz, tan enamorado de cada mimo de ese hombre que entró en su vida hace menos de lo que él quisiera, enamorado de sus caricias y la suavidad de estas. Pero mientras más se da cuenta de los verdaderos sentimientos que comienzan a aparecer y revelarse, más crece el temor y la angustia. 

Este era un nuevo mundo para él

—Sigue...por favor.— aclama. El rubio obedeciendo al llamado y retomando el ritmo. Con lentitud consigue entrar por completo en la entrada del menor.

Ágora; vkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora