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Los días comienzan a avanzar en el palacio con poca relevancia, el trabajo de siempre, la rutina normal y corriente retoma la vida de los residentes. 

—¡Uno! —exclama Jimin sumido en el juego, levantando entre los dedos la solitaria carta que en una de sus manos se encuentra con debido orgullo, pues ya es tercera vez que vence al mayor siendo una completa humillación para este.

—Ah, juega solo. — Yoongi deja caer todo el numeroso maso de cartas al piso para luego recostarse en su cama boca abajo, así siendo el peli rosa quien comienza a ordenar todo el desorden que han dejado, riendo cabizbajo por la infantil actitud del mayor.

El ambiente es aburrido, la semana en el palacio no tiene gracia puesto que cada Ágora se dedica a descansar después de un agotador fin de semana, y Jungkook no es la excepción. Dormido sueña repetitivamente la cita de hace unos días con Taehyung, aquel rubio que había dominado todo el tiempo dentro de su cabeza.

Los minutos pasan y Jimin mientras baja por el inicio de Instagram buscando noticias de relevancia sin resultado alguno, de vez en cuando comentando y dando me gusta a selfies de sus innumerables amigos del palacio con sumo aburrimiento.

Más una imagen en concreto le llama la atención. 

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"Esas orejas, no parece cómodo con ellas, es como si gritará que se las quitaran"

La fotografía no la había subido Yoongi, si no la cuenta oficial de la agencia, aunque tampoco es como si fuera la primera que suben de él, piensa el menor.

"¿Debería decirle?.. Probablemente no le importe"

—Yoongi Hyung. — susurra llamando la atención del mencionado. Con poco interés el contrario le mira esperando que es lo que fuera a decir. Sin embargo la imagen qué aprecia lo paraliza por completo —Eh...

—¿Qué pasa? —comenta serio, los ojos de Jimin clavados en sus clavículas ligeramente expuestas, y al entender se mira a si mismo, los hematomas resaltando en la pálida piel. —Tranquilo, ni siquiera sabía que los tenía. — y como si de nada se tratará, esconde las moradas heridas desapareciendo detrás de la delgada tela de su traje. Yoongi comienza a pensar, no teniendo la mínima idea de cuál de sus clientes había causado tal cosa, ni cuando, ni cómo. Tampoco importándole de hecho.

—Hyung...— Jimin entristece el segundo. Más, no es como si la situación fuera nueva, pero eso no evita que se sienta mal por el trato que el pelinegro recibe. —El otro día pregunte si había pasado algo y no me dijiste nada.

—Jimin, no duele. No más drama.

—Le echare algo de gel. — y así levantándose rápidamente, el pelirosa comienza a dirigirse al baño del cuarto en busca del frasco de aloe ignorando totalmente la negación del chico. 

Ágora; vkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora