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Taehyung apresura el paso cruzándose frente a su hyung siguiendo la acción de tomar entre  manos la larga y filosa espada con la mayor fuerza que pueda ejercer, la sangre emergente del corte comienza a escurrir, cayendo las gotas, una por una en una hueca caída y desapareciendo en el momento que entra en contacto con la tierra. Taehyung sollozó mientras una lágrima se libera por su mejilla.

—¿Q-que has hecho? —se le dirige el atacante con ojos despavoridos y temblando al ver la inesperada victima de su propósito. 

—¿Qué estás haciendo? ¿Por qué haces esto? —le pregunta agonizante y confundido.

Con rapidez el hombre intenta apartarlo. —Suéltalo. —susurra. —¡Suéltalo! —vocifera enojado tirando de la katana, lastimándolo en la acción.

—Si lo hago. — el menor se toma una pausa, tal agonizante cuerpo temblando cada vez más, perdiendo la fuerza con la que las piernas le sostienen. —Usted cortará a Sun Woo de nuevo. —habló refiriéndose al joven detrás suya.

—¡Han Sung! —lo nombra, las palabras del agresor sonando de forma atemorizada sin ninguna pizca de intensión por ocultar.

—¿Por qué pones el aceite que el abuelo envió...en su hoja? —finalmente cae al suelo de rodillas. Detrás Sun Woo detiene el golpe y lo sostiene entre sus brazos intentando detener la sangre que de las palmas del menor no se detiene de surgir.—¿Por qué lo hiciste Dan Sae? Eres...una buena persona, un buen hermano mayor. —rueda los ojos, indicando que su vida es próxima al fin.

—No... —interfiere el tercero, atemorizado quien lo sostiene. —¿Qué has hecho imbécil? ¡¿Qué es lo que sabes?! —enojado se le dirige al hombre frente a ellos, intentando con el mayor esfuerzo sostener a Taehyung en tal moribundo estado.

—Veneno. —susurra Dan Sae observando la dolorosa imagen ante él. —Es veneno, veneno mortal.

—Ah, maldición. —el mayor se levanta con el peso del pelinegro sobre sus brazos y comienza a correr con dificultad ignorando la presencia del restante, dejándolo solitario en la escena y las manos manchadas en sangre.

—¡Muy bien! ¡Corte! —el director grita indicando que la grabación se detenga. Taehyung es soltado por el mayor y le sonríe agradeciendo su apoyo. —Eso es todo por hoy chicos, pueden descansar.—  y así después de pronunciar tales palabras el hombre camina hacia el rubio, este limpiándose las manos con ayuda de unas cuantas personas del staff. —Estamos muy agradecidos de tu desempeño Taehyung. Ya casi terminas tus escenas pero recuerda que falta poco menos de un mes para nuestro evento del capítulo final. Te queremos completamente guapo ese día, sabemos que lo estarás.

Taehyung asiente y agradece mientras se despide cordialmente de él hombre y todos los restantes. Cansado sale del gigante estudio de grabación luego de unas cuantas palabras de intercambio más y en solitario comienza a dirigirse a su camerino con las intenciones de desvestirse para regresar a su hogar. El día de filmación no podría haber sido más agotador.

¿Cuánto ya hacía que no escuchaba la voz del menor? Había pasado una semana de haber vuelto de Japón junto a él, sin embargo, el periodo parecía tan eterno.

¿Podría ser de que ya la cálida compañía que Jungkook irradiaba se le volvería indispensable en algún día próximo? ¿O quizás ese día ya había llegado?

El teléfono vibra entretanto cierra la puerta a sus espaldas, sin pensarlo lo ignora e inmediatamente se dispone a recostarse en el acolchonado sofá un tiempo antes de largarse. El silencio reina en tal espacio y no puede sentirse más agradecido de la privacidad que un simple camerino le puede otorgar. 

La cita en Japón había sido simplemente un sueño hecho realidad, el rostro del castaño reflejando el rosáceo color de las flores era una real pintura digna de memorar como en tales momentos lo hace, esos lacios y brillantes cabellos castaños meciéndose con el viento haciéndole ver como un chico de drama televisivo. ¿Podría sinceramente ser alguien más perfecto que Jungkook? Sus ojos redondos y oscuros, sus mejillas rojizas de terciopelo al tacto, su cuello tan perfecto y de clara piel en la que todas las marcas que él hacía eran fácilmente visibles, su tan pronunciada cintura y los gemidos tan angelicales que de sus labios hinchados se esparcen.

Ágora; vkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora