°•° CAPÍTULO 35 •°•

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Varios días después...

Una motocicleta se detuvo a las puertas de una de las casas alejadas del centro, bajando unos segundos después de ésta un erizo quién de retiraba su casco de la cabeza.

Caminó a la puerta color marrón, sosteniendo en ambas manos un casco, el propio y otro que había tomado de la guantera de la moto, colocó uno sobre el buzón de correo que estaba a un costado del marco de la puerta y tocó con la mano que le quedaba libre.

— ¡Voy! —escuchó desde el interior de aquel hogar; sonrió al escuchar la vocesilla apurada —, sólo espera un segundo en la sala, ya casi estoy listo —escuchó cerca de la puerta, mientras ésta se abría, dejando sólo ver una estela azul que iba a una de las habitaciones.

— Tranquilo, no hay prisa, has lo que tengas qué hacer con calma —dijo el moreno, tomando de nuevo ambos cascos y entrando, cerrando tras él la puerta.

Dejó aquello que mantenía sus manos ocupadas en uno de los sofás, uno sobre otro, y a un costado su chaqueta negra que se había quitado. Se mantuvo de pie dándose un pequeño estirón, esperando a que el cobalto saliese listo.

— Perdón por hacerte esperar —se escuchó tras una de las puertas de las habitaciones que estaban junto a la sala —. Sólo que le tuve que ayudar a Manic con algo y recién llego —musitó apenado, asomando su cabeza por la puerta.

— No hay prisa —dijo el moreno haciendo varios ademanes —, tenemos todo el día por delante, perder cinco o diez minutos no hace daño —le sonrió, provocando un chillido emocionado en el cobalto.

El menor abrió del todo la habitación, saliendo a brinquitos mientras se colocaba una de sus zapatillas rojas, tropezando un poco con las sillas del comedor que le quedaban a la pasada; el moreno rió por tal acción.

— ¡Listo! —exclamó parándose frente al moreno, no era nada muy sobrenatural: unos jeans, sus zapatillas y una sudadera color gris. Pero para él era la quinta maravilla.

— Sólo te falta algo —comentó mirándole, se acercó y tomo sus púas para despeinarlas —. Ahora sí, listo.

— ¡Shadow, tardé mucho para que no se miraran así! —chilló enojado, haciendo un pequeño morrito con sus labios; intentaba acomodar de nuevo sus largas púas azules.

— ¡Ja!, parecías niño de primaria, dejalo despeinado, nadie lo nota —se volvió a sus cosas, tomando su chaqueta y uno de los cascos —, en una de esas, impones la nueva moda juvenil.

— ¡Parece que me explotó el boiler!

— De mí te acordarás cuando medio país lleve el mismo estilo que llevas a ahora —habló el moreno, tendiéndole el casco que había tomado, y agarrando el suyo después —. Anda, vámonos.

Se dirigió a la puerta, saliendo de la casa primero; el cobalto se reflejó en uno de los espejos que se encontraban en la sala, mirando varias púas fuera de su lugar y otras más pequeñas alrededor de sus orejitas, haciéndole ver completamente esponjoso. Tan mal no estaba, tenía razón Shadow.

Se apuró a salir, colocándose el casco en el trayecto. Tomó una bufanda que estaba a un costado de la puerta y sus llaves y cartera, cerrando tras el la casa con seguro.

Subió algo torpe al asiento trasero de la motocicleta, aferrándose a la cintura del moreno, éste sonrió al sentirle tan apegado.

— ¿A dónde iremos? —preguntó el de orbes esmeraldas apoyando su mentón en el hombro del mayor, mientras éste arrancaba la motocicleta.

— A donde tú quieras.

— ¿A donde yo quiera? —el moreno asintió —, bien~.

(...)

¿Un amor de película? [Shadonic | Scourganic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora