Capítulo | 7 |

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Ash. Que cansancio tengo.

Mi ojos se rehúsan para abrirse, mi boca a moverse y mis piernas a estirarse.

¿Qué catástrofe pasó ayer?

Tanteo lentamente con la mano la mesita de noche pero no ubico mi teléfono. Busco debajo de la almohada pero tampoco se encuentra ahí.

Piensa, Shailene Woodley, piensa.

Mi bombillito se enciende.

Está en la cocina.

Suspiro con frustración aún negándome a abrir mis ojos pesados.

¿Qué hora será?

Como había predicho antes de salir, ayer fue una noche muy larga... o al menos lo fue para mí.

No solo tuve que dedicar falsas sonrisitas por todos lados, soportar a la prensa y enfrentar a Miles, sino que me tuve que aguantar la actitud de Theo hasta la madrugada. ¡No paraba de coquetear indirectamente en mi presencia! Es decir, ¡En mi presencia!

Fue muy frustrante y agotador. Pero divertido, porque aunque él no lo supiera, cada vez que se alejaba por cualquier circunstancia, amenazaba con pequeñas mentirillas a sus enamoradas dejándolas levemente horrorizadas.

Y aunque algunos de sus conocidos me cayeron bien, la sensación de ser una entrometida en su círculo de amistad no me dejó durante esas 7 horas que pasé entre ellos.

Comienzo a darme aliento mental pero mi cuerpo no quiere ni mover un solo músculo, hasta que mis pies duelen.

Claro, bailé unas cuantas canciones con Theo.

Y lo peor fue que me sorprendió lo ágil que fue, superando mi talento a pesar de los 5 años que estuve en la academia cuando estaba entrando a la adolescencia.

Mi flojera es tan mundial, que empiezo a cantar en mi cabeza, y mientras voy ya por la cuarta canción, obligo literalmente a mi cuerpo para que se mueva.

Saco primero un pie de la cama y luego el otro hasta lograr sentarme. Respiro profundo. Me levanto del colchón y dirijo mis pasos al baño. Hago mis necesidades. Me cepillo. Me lavo la cara. Me la seco. Peino mi lindo nido de pájaros y luego me lo recojo. Salgo del baño. Salgo de la habitación. Camino hasta la cocina y encuentro mi teléfono. Lo reviso. Todo eso, a paso de tortuga.

Mi flojera hoy es muy mundial.

No tengo internet por lo que dejo mi teléfono justo donde estaba y me encamino hacia los muebles del living para ver la tele, pero en el trayecto del comedor me encuentro con Theo sentado en la mesa tomando su desayuno.

En una mano sostiene la taza con café humeante y en la otra un periódico el cual está leyendo atentamente. En frente de si tiene un plato que contiene unas cuantas tostadas mordidas y otro plato contiene una ensalada de frutas.

Todo elegancia.

-Veo que cocinaste- es lo primero que le digo cuando nota mi presencia y me siento a su lado, pues contiene el mismo desayuno pero sin tocar.

Supongo que es el mío.

-No- responde dejando la taza sobre la mesa- en realidad pedí servicio a la habitación- dice con sinceridad y le da un mordisco a una de sus tostadas.- Espero no haberte decepcionado- añade con una sonrisa cuando ya ha masticado por completo y ha tragado.

No digo nada.

-Bueno ¿Y qué pasó con el: "Hola Theo ¿Cómo amaneciste?"?- dice tratando de imitar mi voz.

Decepción amorosa | Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora