5. Sueño de una noche de verano.

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Hermione retomó la marcha emocionada y con mucha alegría en su corazón. Aún tenía que arreglar las cosas con Viktor, pero estaba segura de que se divertiría lo suficiente esa tarde como para olvidar un poco la amarga y violenta discusión que había compartido con su prometido.

Ron se sentía confundido. ¿Qué implicaba ser una Dama...? Caballero de Honor. ¿Debía acompañar a Hermione a todos lados? ¿Debía organizar él cada parte de la boda? Su cabeza estaba llena de preguntas y se moría por conseguir las respuestas, así que decidió comenzar a preguntar.

-Te he dicho que lo haré, pero no tengo idea de qué se supone que debo hacer -dijo lentamente intentando ser directo-. ¿Puedes explicármelo?

-De hecho, no estoy muy segura yo tampoco -explicó ella riendo-. Yo sólo necesito ayuda de una persona que haga las cosas exactamente como yo las quiero. Ni wedding planner ni nada de eso. Yo puedo con todo, pero necesito algún tipo de asistencia. ¿Entiendes?

-Eso creo -respondió frunciendo el ceño-. Debo acompañarte a elegir manteles, tarjetas, flores y todas esas cosas.

-Y organizar las citas con los del catering, los del vestido, las clases de baile. Eso, más o menos.

Ron levantó las cejas y la miró sonriendo, Hermione desvió la vista del frente por unos segundos y lo miró mientras se mordía los labios.

-¿Qué? -le preguntó.

-Nada.

-Dime -le exigió mirando hacia el frente de nuevo.

-¿Clases de baile? -preguntó riendo suavemente.

-¿Es patético? -murmuró moviendo ligeramente la cabeza.

-Sólo un poco -admitió.

-Creo que es más patético hacer el ridículo enfrente de todos nuestros invitados y créeme, conociéndonos a Viktor y a mí en el asunto de la danza, el ridículo está casi asegurado.

Ron rió y Hermione rió con él, realmente era increíble que se conocieran hacía tan poco tiempo, pero que entre los dos fluyera tan rápido la comunicación, era casi mágico. Ninguno de los dos habló durante un rato y casi sin darse cuenta llegaron a su destino.

El hotel al que se habían dirigido era uno de los más lujosos de Londres y Ron lo supo apenas vio el nombre. La entrada estaba decorada de una forma tan perfecta que él sintió que no encajaba con tanta estructuración. El camino empedrado que los conducía a la entrada estaba surcado por piedras y pequeños canteros con flores a cada lado, para luego dar lugar a una pequeña extensión de césped recién cortado. El medio de aquél verde, lo decoraba una hermosa fuente de tamaño mediano. Llegaron hasta la entrada y Hermione se detuvo. Ambos bajaron del coche y se encaminaron hacia las puertas.

Había dos tipos con uniforme allí parados, uno a cada lado, y Ron quiso reírse de sus atuendos, pero al ver que Hermione pasó sin siquiera inmutarse, se contuvo. La chica empujó una de las pesadas puertas de vidrio y dejó pasar a Ron.

El lugar era increíble. Mármol, mármol por todos lados. Era muy lujoso y pretencioso. Los pisos brillaban tanto que Ron pudo ver su reflejo en ellos. Había una gran cantidad de sillones de color negro que parecían muy mullidos y perfectos para tomar una siesta, sin embargo, sólo había unas cuantas mujeres tomando té.

Ambos caminaron hacia el mostrador bajo el ruido que sus zapatos hicieron y allí se encontraron con una mujer de unos treinta años que llevaba unas gafas para leer puestas y hablaba por teléfono. Ella les hizo un gesto para que esperaran unos minutos.

Aguardaron un momento y luego de colgar, la mujer se dirigió a ellos con una expresión ambigua. Ron no supo si era de amabilidad o de disgusto, pero pudo leer su nombre en la identificación que llevaba aferrada a su chaqueta: "Carmen".

La boda de mi jefa. (Romione).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora