11. Errores.

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Quizás era porque la tarea era aburrida y tediosa, o tal vez era porque Hermione se veía hermosa mientras observaba y analizaba con detención las muestras de tela que Stella le había enviado a él,  la cuestión era que Ron no lograba concentrarse en los códigos que Hermione le dictaba de vez en cuando. Aún seguía pensando en lo que Luna le había dicho con respecto a Viktor  y al motivo real por el cual había decidido contraer matrimonio. La simple idea de que estuviera usando a Hermione para algo tan frívolo le resultó asquerosa. Se hallaba tan preocupado que no pudo contenerse y habló sin siquiera pensar en lo que iba a decir.

-¿Puedo preguntarte algo?

Hermione se sobresaltó y asintió en silencio mientras desviaba su vista desde la tela hasta el hombre que tenía enfrente.

-¿Cómo decidiste… casarte?

Ella frunció el ceño y lo interrogó con la mirada, sorprendida y confundida ante su atrevimiento.

-Fue tan simple como Viktor preguntándome si quería casarme con él y yo respondiéndole que sí –contestó sarcásticamente, sin cambiar la expresión confusa de su rostro.

-Pero... –se interrumpió a sí mismo y dio un suspiro profundo-. ¿Cómo supiste que era el indicado?

-¿Disculpa? –lo interrogó ella un poco indignada.

-¿Estás segura de que es el indicado? Porque tal vez…

-No debería responderte esas preguntas –lo interrumpió con severidad en sus ojos-. Pero lo haré porque sé con exactitud cuál es la razón por la que las estás haciendo.

-Yo… Yo…

-Es por lo que andan diciendo aquí, ¿verdad? –preguntó sin aumentar la voz, pero sin mostrar ninguna señal de flaqueza.

No esperó a que él respondiera, sino que se puso de pie con energía y caminó de un lado a otro con nerviosismo. Justo cuando Ron creyó que haría un surco en el piso, ella se detuvo y lo miró con irritación.

-¿Crees que yo no sé nada sobre la herencia, el testamento y todo eso? Por supuesto que lo sé, es mi prometido del que estamos hablando.

El peso que Ron tenía en el pecho se cayó inmediatamente, pero, en lugar de desaparecer, bajó a su estómago; y la confianza ciega que existía entre Hermione y Viktor terminó por invadirle una extraña sensación a su ser, un sentimiento desagradable que Ron quería que desapareciera de inmediato.

-La cosa es así –comenzó diciendo Hermione-. En el testamento hay una cláusula que informa…

-No tienes por qué explicarme nada –la interrumpió él negando con rapidez.

-Sí, sí tengo –lo contradijo ella-. Porque si no lo hago la gente que cree que lo sabe todo acerca de cosas que en realidad no conoce, seguirá hablando mal de las personas que me importan.

Ron tragó saliva y la miró de soslayo, intentando transmitirle un poco cómo se sentía, de hacerle notar su arrepentimiento.

-La cláusula dice que Viktor no puede cobrar su parte a menos que se encuentre casado legalmente –murmuró retomando su explicación-. El plazo es de dieciocho meses, pero también es necesario que el matrimonio tenga, al menos, tres meses. La madre de Viktor murió hace un año, por lo tanto, nos quedan seis, tres para organizar la boda y otros tres para estar simplemente casados.

-Hay algo que no entiendo –preguntó él, siendo imprudente y rascándose la cabeza-. Si tuvieron un año para casarse, ¿por qué esperaron a último momento?

-Lo que importa no es la fiesta, la organización, todo esto –expuso señalando hacia el escritorio abarrotado de telas y fotografías de flores-. Lo que importa es que nos queremos y por eso decidimos hacerlo cuando estábamos listos.

La boda de mi jefa. (Romione).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora