El cielo estaba cubierto de nubes grises que pronosticaban una tormenta, seguramente alguna de las últimas del invierno, pero igual a las que continuarían en primavera. Eran cerca de las nueve de la mañana y él aún se encontraba en pijama, recostado en el sofá del apartamento de su novia. Aún se sentía extraño pensarla de esa manera y no estaba seguro por qué, ya que, desde la mudanza, se había quedado a dormir allí innumerables veces y hacía... ¿Un año? Seguía siendo terrible para recordar fechas, pero daba igual, más o menos un año que estaban juntos.
Había tomado el control remoto y, de vez en cuando, daba largos sorbos a su café que lo ayudaba a mantenerse despierto después de una agitada noche. Pasaba los canales sin encontrar nada que mereciera su total interés, las noticias lo aburrían demasiado y sí, se consideraba inmaduro por ello, pero como Hermione no estaba mirándolo, decidió pasar de ellas y detenerse en algo que le agradó considerablemente.
La mujer se había levantado hacía una hora y en ese momento se encontraba en la ducha, preparándose para el gran día. Ron no podía entender cómo ella aún tenía fuerzas para moverse tan rápido y levantarse de un salto en la cama. Por un segundo, creyó estar envejeciendo, pero todos esos pensamientos se desvanecieron cuando escuchó su voz a sus espaldas.
-¿Titanic? -preguntó ella con una sonrisa irónica.
Se giró hacia ella y se encogió de hombros demostrando una expresión inocente, mientras pensaba en que Hermione se veía realmente hermosa en esa bata blanca y con su cabello mal envuelto en una toalla de cara.
-¿Qué quieres que te diga? -respondió echándole una mirada fugaz a los Rose y Jack de la pantalla-. Es muy buena.
-A mí no me gusta -murmuró con desdén mientras se acercaba a la mesada que separaba la cocina de la pequeña sala de estar y untaba una tostada con mermelada.
Ron abrió la boca sorprendido, tomó su café y se puso de pie para acercarse a ella.
-¿Hablas enserio?
Se sintió algo incrédula ante la actitud de él y asintió con rapidez.
-Cursi, empalagosa y predecible -expuso seriamente y luego le dio un mordisco a la tostada.
El chico chasqueó la lengua en señal de desaprobación y se preparó una tostada para él.
-Es irreal, Ron. ¿Qué no puedes verlo? Nadie se enamora tan rápidamente.
-Yo lo hice -la contradijo sin mirarla de frente y vio por el rabillo del ojo que Hermione se sonrojaba. Se sintió satisfecho y una casi imperceptible sonrisa se formó en sus labios.
Ambos se sentaron en las únicas dos butacas altas de la casa y desayunaron por unos minutos en silencio. Luego, ya cuando aquel silencio se había vuelto incómodo, Ron se atrevió a levantar la vista hacia ella y lo hizo con un dejo de satisfacción en el pecho.
-¿Estás nerviosa? -le preguntó con dulzura.
-Sí, algo -respondió dejando su taza sobre la mesa.
-Saldrá todo bien -la tranquilizó acariciándole una mano.
Le sonrió y ella le devolvió el gesto.
-¿Quién diría que esto iba a pasar? -comentó ella-. No quiero que se sienta así, pero es como... Se siente como una revancha, ¿sabes? Es extraño, pero siento que podré demostrarle de qué estoy hecha. Me refiero a que quiero que Sarah consiga lo que quiere porque es mi trabajo; pero también que Viktor y Malfoy tengan lo que merecen porque es una necesidad.
-Mil libras de multa y doce horas detenido por agresión en la vía pública no parecen suficiente, ¿no? -bromeó Ron riendo débilmente.
Ella negó lentamente.
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La boda de mi jefa. (Romione).
FanfictionElla tiene una carrera exitosa y en ascenso, un novio apuesto que acaba de convertirse en su prometido, es inteligente y segura de sí misma, ha creado una vida perfecta porque no se lleva bien con los errores y a pesar de eso, sabe que hay algo que...