17. Noticias inesperadas.

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Viktor aún no había aparecido, sin embargo había respondido a una de sus llamadas la noche anterior. La conversación había sido muy corta y casi no había tenido oportunidad para preguntar demasiados detalles, simplemente le había dicho que la situación de Malfoy se había complicado más de lo que esperaban, que se encontraba bien y luego había colgado, sin darle prácticamente espacio para replicar y sin repararse a preguntar por ella o cómo se sentía. De todas formas, Hermione tampoco deseó que él lo hiciera porque ya no podía mentirle y, ¿qué hubiese respondido a una pregunta como esa?  “Estoy… confundida”. Sí, sonaba tan horrible como en las películas.

Era la hora del almuerzo, iba subiendo con Ron en el ascensor y ambos evitaban la mirada del otro. Habían regresado de su reunión para elegir la vajilla de la boda y Hermione estaba segura de que no podría haber tomado decisiones más erróneas allí. Pero no podía concentrarse en esa estupidez, tenía demasiadas cosas en qué pensar.

Tanto en qué pensar tenía que no se percató de que las puertas metálicas se habían abierto delante de ella.  Lo primero que vio al poner un pie afuera fueron dos personas que jamás había visto en su vida paradas al lado del escritorio donde Luna había trabajado y que ahora ocupaba la secretaria temporal que había enviado la agencia.

Era un hombre joven, flaco y de estatura mediana que usaba unas gafas más bien infantiles para la edad que aparentaba y que contrastaban con su presencia; lo acompañaba una mujer pelirroja y atractiva que, pensó, a pesar de parecer tener menos años, no estaba muy lejos de él.

Cuando se dio cuenta, Ron ya estaba saludando animosamente a los dos extraños.

-¿Qué hacen aquí? –exclamó sonriendo cuando ya se había separado de ambos.

-Vinimos de visita a la ciudad –explicó Ginny-. Tenía muchas ganas de verte a ti y a George, así que fuimos hasta su casa y preparé la tarta de emergencia de mamá porque, al parecer, él estaba muriendo de hambre.

Ron y Harry rieron, pero Hermione los miró confundida.

-Realmente no tienen nada en el refrigerador –exclamó Ginny con tono reprobatorio, pero amistoso a la vez-. Tuve que arreglármelas con tan poco… En fin, sé cuánto te gusta y es más que obvio que tan deliciosa como la de mamá no me va a salir nunca, pero te traje algunas rebanadas para la hora del almuerzo… Porque ambos sabemos que una sola no te alcanza… George nos dio la dirección.

Hermione se sorprendió de lo mucho que podía hablar esa mujer sin demostrar ningún tipo de flaqueza de aire.

Ginny le dio a Ron una bandeja de plástico de la cual Ron tomó un trozo de tarta, pero no llegó a comérselo porque justo cuando estaba llevándoselo a la boca se dio cuenta de que su jefa seguía allí, a su izquierda.

-Ella es Hermione Granger –murmuró haciéndose a un lado para que los demás pudieran estrecharse las manos-. Es mi jefa. Ellos son Ginny, mi hermana, y Harry, mi mejor amigo.

-Un placer –saludó Hermione sonriendo.

Los otros dos respondieron y se salvaron de que se formara un silencio incómodo gracias al celular de Hermione que comenzó a sonar estrepitosamente. La mujer revolvió unos segundos en su bolso hasta que pudo dar con el aparato. Su expresión risueña cambió al ver el nombre en la pantalla.

-Discúlpenme, tengo que atender esto –susurró llevándose el auricular a la oreja y dándose la vuelta-. ¿Qué quieres, Malfoy?

Sin decir una palabra más, se metió en su oficina.

-Ella es la que despidió a Luna, ¿verdad? –preguntó Ginny mirando directamente hacia donde Hermione había desaparecido detrás de la puerta.

Su hermano asintió.

-¡Qué maldita!

-¡Oye! –exclamó Ron-. No la juzgues. No sabes nada sobre lo que pasó.

-¿Es enserio? –le susurró frunciendo el ceño-. Soy la mejor amiga de Luna, ella me lo cuenta todo.

-Y si te lo cuenta todo sabrás que Luna no tiene ningún tipo de rencor hacia Hermione.

-Lo sé –le espetó-. Y no lo entiendo.

Ron decidió ignorarla y comer su rebanada de tarta, él también estaba muriendo de hambre.

-¿Dijo Malfoy? –preguntó Harry de repente y con tono preocupado-. ¿Draco Malfoy?

-Sí –respondió Ron-. Es cliente del estudio.

Ron vio la expresión de desconfianza en el rostro de su amigo y se sintió algo inquieto al darse cuenta que Hermione estaba hablando con ese hombre.

-Ese tipo estafó a mi jefe –comentó Harry-. Anda metido en un montón de cosas a las que yo no llamaría cien por ciento limpias o legales.

-¿Y esta mujer defiende a esa clase de gente? –agregó Ginny mirando con cierta indignación a Ron-. Yo que tú me cuidaría de ella.

No estaba para nada de acuerdo con ese comentario y, sin embargo, aún había algo que intranquilizaba a Ron y no era precisamente Hermione. Bueno, tal vez sí lo era. No estaba seguro de eso, ni de nada, pero no podía dejar que su cabeza dejara de pensar ni tan sólo por un minuto y lo necesitaba. Lo necesitaba demasiado.

-¿Qué quieres, Malfoy? –repitió con tono cansado mientras tomaba asiento en el sillón de su escritorio.

-Dime dónde carajo está Viktor –respondió con un enojo que iba en crecimiento y que pudo percibir en su voz detrás del auricular y en el modo que había utilizado.

-¿Disculpa? ¿Te sientes bien?

-¡Estaría mejor si el abogado del estudio al que le pago millones cada mes viniera y me sacara de este problema! ¿Entiendes?

-Malfoy, cálmate –le pidió reclinándose hacia delante en su silla-. Se supone que Viktor está contigo, en la reunión que organizaste.

-¿De qué reunión me estás hablando?

Hermione sintió como si algo pesado cayera dentro de su estómago, quería deshacerse de esa horrible sensación, pero no logró que se disipara, sino que fue incrementándose.

-La reunión… En tu casa de campo –murmuró con voz temblorosa.

-No sé de qué me hablas, pero eso no importa ahora –musitó-. ¡¿No te das cuenta de que me quieren llevar detenido?! Estoy en el aeropuerto, demorado y… ¡Necesito a mi abogado!

La mujer dio un sonoro suspiro intentando en vano tranquilizarse. No era la primera vez que se sentía patética, le había sucedido muchas veces, pero Viktor había logrado hacerla sentir estúpida y eso nunca iba a perdonárselo.

-¿Granger? ¿Estás ahí? Ven tú y arréglalo.

-No puedo creer que seas tan idiota como para intentar salir del país con una denuncia por violencia sobre tu hombro. Considerando que la mujer a la que agrediste es la hija de uno de los hombres que controlan el ochenta y cinco por ciento del comercio en Inglaterra, me imagino que deberías ir acostumbrándote a la idea de pasar un tiempo encerrado.

-¿Qué dices, Granger? Ven a arreglarlo.

-No puedo, Malfoy –susurró tranquilamente-. La estupidez no tiene solución.

Y cortó la comunicación telefónica. 

La boda de mi jefa. (Romione).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora