Viktor estaba apurado, había conducido hasta la oficina para recoger algunas cosas de último momento y meter en su maleta algunos trajes que guardaba en un pequeño mueble para reuniones imprevistas. Había colocado la valija abierta sobre el sillón y metía apresuradamente todo lo necesario.
-¿Vas a algún lado?
La voz de Hermione a sus espaldas lo hizo sobresaltar, se giró rápidamente hacia ella y la vio ingresando a la habitación por la puerta que estaba entreabierta.
-Malfoy nos citó a mí, a sus contadores y algunos asesores más en su casa de campo –le explicó sin mirarla y con un tono distante mientras continuaba llenando la maleta con cosas-. Pasaremos unos días allí, armando bien su estrategia y organizando su situación legal.
Ella lo miró frunciendo el ceño y dio algunos pasos hacia delante.
-¿A su casa de campo? ¿Por qué?
-Ya conoces a Malfoy, es un imbécil excéntrico.
Hermione observó a Viktor cerrar trabajosamente su valija y tomar una última carpeta del cajón de su escritorio.
-¿Puedo hablar contigo? –le preguntó.
-Tengo prisa, Malfoy dijo que era urgente –murmuró él mientras tomaba la valija con su mano izquierda y la carpeta con la otra.
-No me llevará mucho tiempo.
Viktor la miró con impaciencia esperando a que ella dijera algo, pero Hermione no habló enseguida, sino que se acercó a él lentamente y le pasó una mano por el antebrazo.
-¿Qué nos está pasando? –susurró mientras continuaba haciéndole caricias en el brazo.
Él no respondió, sino que negó con parsimonia la cabeza y continuó evitando la mirada de Hermione a toda costa.
-Hablaremos cuando vuelva –musitó apartándose de ella.
-¿Y cuándo volverás?
-Cuando Malfoy lo decida.
Viktor esquivó a Hermione y caminó hasta la puerta, estaba a punto de atravesar el umbral cuando ella le hizo otra pregunta.
-¿Llegarás antes del martes?
-¿Por qué?
-Tenemos lecciones de baile.
Hermione intentó sonreír forzosamente, pero Viktor no le devolvió la sonrisa, sino que la miró encaramando las cejas, ella casi habría podido jurar que él estaba a punto de reírse.
-Te enviaré la dirección –le dijo mirándolo seriamente, algo dolida y esperando a que dijera algo.
Sin embargo, él se quedó callado y luego de unos segundos en que pareció meditarlo todo, giró sobre sus talones y, sin despedirse, salió por la puerta.
Era sábado por la noche y otra vez se encontraba sola en su departamento. Su vida era, al fin y al cabo, una decepción constante. Parecía perfecta por fuera, pero no lo era en lo absoluto. Normalmente tener un prometido, una vida con bastantes lujos y un trabajo estable y ambicioso era algo de lo que se podría estar orgulloso, y Hermione podría haberlo estado si no fuera por lo patética que se sentía. No podía dejar de pensar en todo lo que le había sucedido esa semana, en especial en Ron, en cómo se había sentido con respecto a él, en todos esos altibajos que no podía evitar. Se convenció a sí misma de que eso era culpa de sus fallas en la relación que tenía con Viktor, en sus problemas y esas cosas que últimamente los separaban más que de costumbre.
En eso pensaba, cuando el tono de alerta en su computadora le indicó que tenía una videollamada entrante, era de su madre. No tenía muchas ganas de hablar, pero como hacía bastante tiempo que no conversaba con ella, decidió atender.
-Hola, má –saludó con una sonrisa fingida-. ¿Cómo van las vacaciones?
-Hola, hija. Aquí todo es estupendo, deberías ver la cara de tu padre, no deja de sonreír. En este momento se está duchando –respondió Jean Granger presumiendo un bronceado reciente-. Pero… ¿Sucede algo?
-¿Por qué preguntas? –murmuró frunciendo el ceño-. Para empezar, has sido tú la que ha llamado.
-Simplemente tenía ganas de hablar contigo, pero el que no hayas respondido a mi pregunta quiere decir que sucede algo. No puedes engañarme, soy tu madre, Hermione.
Ella se limitó a resoplar e hizo que un mechón enrulado que escapaba de su rodete desprolijo flotara unos segundos sobre sus ojos para luego regresar a su lugar de origen.
-¿Es Viktor?
No quería darle todos los detalles de cómo se sentía y tampoco hablarle de su dama de honor y lo que provocaba en ella, así que asintió lentamente ante la mirada dura y reprobatoria que su madre le dirigía y que ella había heredado.
-Peleamos, discutimos todo el tiempo –confesó-. Y no son peleas estúpidas, nos decimos cosas crueles, nos lastimamos mucho. No sé si es normal o no, pero vamos a casarnos y se supone que todo tiene que estar bien entre nosotros.
-Todas las parejas pelean y discuten, Hermione –le susurró Jean con tono tranquilizador-. Puedo asegurarte que es normal y que todo estará bien entre ustedes cuando llegue el momento. Simplemente son los nervios.
-Cuando Viktor me lo propuso, le dije que sí sin pensarlo, no pude ponerme a pensar en ese instante en todo lo que el matrimonio conlleva.
-¿Y quién sí? –preguntó su madre sonriendo.
La chica se quedó pensativa unos segundos, meditando la situación, evaluando cada cosa que había pasado en su historia con Viktor. No todo era perfecto, eso estaba más que claro, pero eran felices. Lo eran. Lo eran, ¿verdad? Tenían que serlo, porque si no lo eran cuando descubrieran la verdad, sería demasiado tarde.
-Yo debería haberlo hecho –dijo con convicción-. Si hubiese mirado por tan solo cinco segundos a nuestra relación y la hubiese evaluado, tal vez… Tal vez podría haber visto nuestras fallas…
Su madre la miró con ternura, y con algo de compasión por ese ser que tanto amaba y por el cual daría todo porque no sufriera ni un solo segundo. Hermione ignoró esa mirada maternal que lo decía todo y murmuró:
- Lo analicé y creo… Creo que no estamos listos para esto.
-No soy una experta, hija –musitó volviendo a sonreír-. Pero al amor hay que sentirlo, no hay que evaluarlo o analizarlo, porque si tienes la necesidad de hacerlo, no puedes llamarlo amor.
Hermione le dirigió una mirada confusa, como si desconfiara de las palabras de su madre a pesar de que estaba completamente segura de que era lo más sensato que había oído en toda su vida.
-¿Quieres decir que no debería casarme con Viktor? –preguntó temerosa.
Jean separó los labios para responder y en el instante en que las palabras estaban a punto de salir de su boca, la llamada se cortó.
-Mierda –exclamó Hermione enojada mientras comprobaba que la conexión se había perdido.
De todas formas, lo que había pasado era un delirio. Sus padres, y en especial su madre misma, habían aceptado a Viktor desde el principio. Pero, ¿cómo no lo harían? Si él era el hombre perfecto. Sin embargo, surgió un pensamiento en su cabeza que comenzó a asustarla. Tal vez Viktor era el hombre perfecto, pero quizás no era el hombre perfecto para ella.
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La boda de mi jefa. (Romione).
FanfictionElla tiene una carrera exitosa y en ascenso, un novio apuesto que acaba de convertirse en su prometido, es inteligente y segura de sí misma, ha creado una vida perfecta porque no se lleva bien con los errores y a pesar de eso, sabe que hay algo que...