20. ¿Adiós?

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Apenas podía concentrarse en lo que estaba haciendo, se sentía muy cansada porque había dormido muy poco la noche anterior. Eso se lo debía a los hechos recientes que no la habían dejado conciliar el sueño, aún se estremecía tan solo al pensar en cómo se había sentido cuando había besado a Ron y también en la frustración que la había acompañado cuando él había decidido comportarse de la manera en que se había comportado.

Intentaba prestarle atención a lo que estaba leyendo sentada detrás de su escritorio pero, por más que se esforzaba, no podía. Aún sentía en su cintura las caricias que Ron le había proporcionado y sus manos cosquilleaban al pensar en el tacto de aquel cabello anaranjado; él también había sentido algo, algo tan fuerte como lo había sentido ella. El sonido del teléfono interno la sacó de su ensimismamiento y dio un ligero respingo nervioso cuando la secretaria le informó que Ron estaba allí.     

-No tiene cita –le advirtió la secretaria a través del auricular-. ¿Lo hago pasar igual?

-Sí –le respondió sin pensarlo.

Tragó saliva, pero estaba decida a hacerlo cambiar de opinión, quería que entendiera que, a pesar de tratarse de un impulso, no significaba que fuese su segunda opción. Estaba completamente segura de que lo hubiese besado incluso si no se hubiese enterado lo de Viktor.

En ese instante, la puerta se abrió y Ron entró para luego cerrarla detrás de él. El corazón de Hermione dio una pequeña sacudida porque después haberlo besado se sentía diferente, una especie de conexión había surgido entre ambos y ella sintió que sólo quería levantarse de su asiento y abrazarlo.

Pero se contuvo y respondió al saludo de Ron intentando sonar lo más relajada posible, aunque fue inevitable que no se le escapara cierto grado de ternura.

-¿Tienes listo lo mío? –preguntó él secamente y sin acercarse demasiado al escritorio.

Ella asintió, pero no le gustó la manera en que él la estaba tratando, debía comenzar rápido porque si no todo se derrumbaría.

Sacó de el cajón más cercano un nuevo cheque que le ofreció a Ron, obligándolo a acercarse un poco más. Él se esforzó en que sus dedos no se rozaran y desvió la vista en todo momento.

-Supongo que eso es todo –comentó despreocupado y guardándose el papel en el bolsillo de los pantalones.

-No, no lo es –replicó ella poniéndose de pie.

Rodeó el escritorio y se acercó a Ron lo suficiente como para que él retrocediera unos pasos; ella no insistió y conservó esa distancia prudencial, debía lograr que él la escuchara. Ron se atrevió a mirarla a los ojos y ella supo que era el momento. No había pensado qué era exactamente lo que le iba a decir, pero se dejó llevar y de su boca salieron las palabras más sinceras que podrían haber salido.

-Creo que estoy enamorada de ti. 

Ron contuvo la respiración y Hermione pudo notarlo, ya había captado toda su atención y todos los sentidos de él se concentraban en ella. No podía desperdiciar esa oportunidad magnífica, así que simplemente siguió hablando.

-Yo creía que había estado enamorada antes de que tú aparecieras, pero al parecer no –murmuró tranquilamente-. Nunca nadie me hizo sentir como tú, y sin hacer nada, simplemente estando ahí parado, mirándome.

El chico se movió inquieto en su lugar, pero sin dejar de mirar a Hermione, que sin darse cuenta había comenzado a sonreír ampliamente, como si decir todo aquello en voz alta la hiciera sumamente feliz.

-Desde que nos besamos, bueno, desde que te besé no puedo dejar de pensar en ti. Y esto que siento es muy raro, no sé cómo explicarlo, pero es muy fuerte –exclamó entusiasmada, hablando rápidamente, casi sin darse tiempo para respirar-. Es tan fuerte que cuando estás cerca creo que voy a morir de amor. ¡Y no me importa! No me importaría morir y perderme el mejor caso de mi carrera porque, a pesar de estar muerta, podría verte siendo feliz desde el infierno.

Dio un suspiro sonoro, exhalando todo el aire que había estado conteniendo.

-Porque, admitámoslo, después de esto no creo que vaya a ir al cielo –agregó.

Ron soltó una pequeña carcajada.

-No puedo creer que dije eso –susurró ella más para sí que para él.

Ron paseó su mirada por todos lados, como su buscara alguna cámara que le dijera que no era cierto o como si no estuviera absolutamente seguro de qué hacer, mientras Hermione lo miraba expectante, aún sin borrar la enorme sonrisa de su rostro.

-Lo lamento, Hermione –dijo haciendo que ella comenzara a dejar de sonreír-. Pero tú no estás enamorada de mí. Estoy seguro de que ahora dices todo esto con mucha honestidad, pero que si tu prometido entrara en este mismo momento por esa puerta, tú correrías a sus brazos. 

Ella frunció el ceño y sacudió la cabeza hacia ambos lados lentamente.

-Es imposible contigo –le espetó con indignación-. Tú no tienes idea de lo que me pasa. Puedo ser un poco torpe con estas cosas, pero sé lo que es amor y es gracias a ti. Que te hayan lastimado antes, no significa que yo haré lo mismo, porque sé que te han lastimado, no soy estúpida.

Caminó unos pasos hacia él, cuyos ojos estaban clavados en el suelo, e intentó hacerle una caricia en el rostro, pero él se apartó.

-Ya déjalo, Hermione –susurró sin mirarla.

-No puedo –le confesó con ternura.

De improviso, Ron se dirigió hacia la puerta y salió de la oficina. Hermione, sorprendida y confusa, lo siguió con rapidez y apenas cruzó el umbral de la puerta pudo ver a Ron caminando apresuradamente hacia el ascensor.

-¡Eres un idiota! –le gritó logrando que Ron se diera vuelta-. ¿Lo sabías?

Hermione se percató de que todos sus compañeros del estudio estaban mirándolos y no querían perderse ningún detalle de la discusión; sin embargo, no se concentró en ello, estaba observando detenidamente a Ron. Pudo comprobar tristeza en su rostro y se sintió completamente destrozada. El hombre negó lentamente con resignación, giró sobre sus talones, se metió dentro del ascensor y desapareció detrás de las puertas metálicas.

-¿Qué sucedió? –preguntó una voz a sus espaldas.

Hermione dio un respingo y se giró para ver a la persona que había hablado. No era la persona que más quería ver, pero era necesario aclarar las cosas con él, era el momento. Se sorprendió al no estar enojada, sólo tenía mucha necesidad de que todo estuviera en orden.

-Tenemos que hablar –murmuró con seriedad-. Y en privado.

Viktor asintió y Hermione lo siguió hasta su oficina. 

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Notas de la autora:

Les quiero pedir perdón por estar tardando tanto y no me quiero excusar, pero es que no encuentro un momento para escribir y todo está hecho un caos acá. Tampoco quiero publicar un capítulo que considere muuuy malo, por eso intento buscarle la vuelta y actualizar de todos modos. Está muy corto, lo sé, pero espero que les guste aunque sea un poco.

Los quiero mucho.

Besos. ♥

La boda de mi jefa. (Romione).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora