No existía pasión más desmesurada para la fotografía como la que Jungkook entregaba, un aficionado - con apariencia de profesional - intentando introducirse en este campo artístico.
Cuál niño entusiasmado por recibir un regalo, JungKook adquirió su primera cámara profesional a los diecisiete años. Destacando aquel momento como su primer paso hacia la independencia.
Sus habilidades fueron progresando conforme profundizaba su aprendizaje. Tomaba cursos en línea, veía tutoriales en Youtube e, incluso, se inscribía en esos pequeños cursos de solo cinco sesiones para poder conocer más. Hacía todo con tal de mejorar cada día.
Aunque, si le preguntaran qué es lo que más le gusta fotografiar, Jungkook no dudaría en responder que el dueño de la mayor parte de sus fotografías es su amado novio, Taehyung, quién ha sido su compañero en toda esta etapa. Jungkook lo elegiría una y otra vez, sin importar nada.
Taehyung, protagonista del trabajo de Jungkook, no es más que un amante de la música. Líder de un grupo que toca todas las noches en pizzerías y bares de la pequeña Daegu. Por cierto, también, estudia teatro en la universidad.
No existía límites para su amor, y la confianza y seguridad que transmitían al otro solo fortalecía su relación aún más. Eran jóvenes capaces de tomar las riendas de una relación sana y podían controlarla mucho mejor que los propios adultos.
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El castaño caminaba por la acera buscando el lugar donde su pareja le había citado. Jungkook había estado demasiado emocionado estos días por su presentación final del ciclo. El profesor optó por dar el tema en libertad para esta ocasión, así que cada estudiante debía preparar algo excelente; Jungkook siempre pensó en Taehyung.
Pero el castaño iba a explotar.
No es que no quiera ayudar a su novio con su trabajo, pero, a veces, Jungkook llegaba a ser tan impreciso en dictar direcciones que solo lo estresaba. Dios bendiga la voluntad y paciencia de Taehyung por seguir ahí buscando.
¿Cómo mierda se supone que encontraría el lugar? Si es que de un lugar se tratase, porque Jungkook dejó en el papel tres inservibles palabras: "heladería", "panadería" y "esquina". Apenas y le escribió el número de la avenida.
Unos pasos más y llegó a una esquina. Confundido, introdujo su mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó el papel amarillo patito. El papel maldito, según Taehyung, increíblemente coincidía con lo que sea que Jungkook le dejó como referencia.
Al no observar al mencionado las ganas de irse aumentaron en Taehyung, quién estaba rojo de la furia y a punto de lanzar una maldición al primero que aparezca por aquella calle. Con el pie izquierdo doblando para su retorno, alguien lo cogió de la cintura.
— Pensé que te perderías. — Jungkook le dio un beso en la mejilla.
— Como mis ganas de querer ayudarte, Jungkook. ¿En qué pensabas al darme este papel? — el castaño arrugó el papelito y lo regresó a su lugar del principio. — Faltaban los gráficos y se convertía en un dibujo de mi hermano.
— Vale. Soy un asco con las instrucciones y más si se trata de indicar lugares — tomó su mano. — Pero admite que esta travesía fue interesante.
Taehyung soltó un suspiro. — ¿Qué voy a hacer contigo? Tengo miedo de que puedas perder a nuestros hijos algún día.
— ¿Quieres tener hijos conmigo?
— No, ya estoy descartando esa posibilidad. Los enviarías a un desierto en lugar de la escuela.
— Venga, que el Sahara no está tan mal.