7.

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—¿Qué ha sido eso?—balbuceé después de unos segundos en los que nos mantuvimos en silencio. Mi voz sonó temblorosa.

—No lo sé—respondió, pero algo en su voz me hizo dudar—, pero debemos irnos ya.

—Yo no iré a ningún lado, no pienso salir afuera con lo que sea que haya roto la ventana—negué con mi cabeza y él pareció impacientarse.

—No lo hagas más difícil, deja tus berrinches y vayámonos de aquí, ahora—sentenció.

—¿De qué malditos berrinches hablas? ¿eres idiota? Alguien rompió la ventana y está ahí fuera aún.

—Sólo sígueme.

—No confío en ti.

Sus ojos me inspeccionaron con lentitud, parecía no haberle importado lo que le dije pero cortó el silencio—. No te pido que lo hagas, pero si quieres evitar problemas, es mejor que te muevas.

Su voz había sonado tan dura y fría que decidí no oponerme, en gran parte deseaba regresar a casa y poder acostarme en la tranquilidad de mi cuarto. Podría pasar el resto del día acompañada por mi hermano, tomando helado y viendo películas. Además, comprendería que no debo hablar con Kaden y que lo mejor sería mantenerme alejada. Se mordió el labio inferior mostrando mayor fastidio por hacerlo esperar, di un paso adelante y él comprendió que lo seguiría. Llevó su mano al pestillo y abrió lentamente la puerta, asomó la cabeza para cerciorarse que no había nada o nadie fuera, el rechinar de la entrada me hizo asustar, mi corazón latía con fuerza y podía oírlo detrás de mis orejas.

Kaden dio un paso afuera.

Nada.

Siguió avanzando hasta bajar las escaleras, unos metros más adelante estaba su moto. Le seguí las pisadas hasta que nos alejamos un poco de la cabaña y nos acercábamos a la máquina. Entonces un grito desgarrador me heló la sangre, al girarme divisé un hombre que corría con desesperación hacia nosotros, pero sobre todo de una manera poco común, no me costó notar que venía a atacarnos, aunque era una estúpida advertencia considerando que nadie más correría de esa forma para dar un cálido abrazo.

—¡KADEN!—grité con angustia y escuché como prendía el motor, pero el hombre ya llegaba, di unos pasos atrás y cuando creí que se abalanzaría sobre mí, un cuerpo se interpuso y empujó al hombre. Éste pareció sorprendido pero aún así gruñó como un animal salvaje e intentó morder a Kaden quien le propinó un golpe en el rostro. Era una jodida bestia.

—¡SUBE A LA MOTO, VENUS!—ordenó y yo me vi encerrada, ¿me estaba pidiendo que manejara? El desquiciado lanzaba mordidas al aire y con sus brazos trataba de tomar al morocho. No era momento de negarme, haría lo que pudiera aunque cayera una y otra vez, Kaden estaba peleando contra un psicópata y no era momento para decir «no sé, no puedo»

Me acerqué a la moto, sabía que era pesada y que debía poner fuerzas, tomé el manubrio y con fuerza quité la pata para poder dar vuelta la moto—ésta se encontraba apuntando hacia la casa—. Tuve que rodear a Kaden con el tipo para dar vuelta con facilidad. La moto ya estaba prendida, sabía con cual acelerar, solo necesitaba que Kaden subiera.

—¡SUBE!—le grité y él me miró con sorpresa, le dio un fuerte empujón para tirar al otro tipo y corrió hacia la moto, subiendo.

—¡ACELERA, VENUS! ¡ACELERA!—exclamó y lo hice, la moto se movió con violencia hacia el frente e inevitablemente solté un grito, me costaba controlar la dirección y la velocidad. Podía sentir el rugir del individuo, miré por el espejo y éste corría hacia nosotros. Aceleré con más fuerza, sentía que perdía el control del manubrio.

—¡NO PUEDO MANEJARLA!—vociferé casi en el llanto, unos brazos se extendieron por fuera de los míos y tomaron el manubrio sobre mis manos. Sentía su mentón cerca de mi hombro y como poco a poco avanzábamos sin dificultad. Mis ojos viajaron nuevamente al espejo, la casa se había perdido en el bosque al igual que el hombre que nos quiso atacar. Lágrimas comenzaron a picar mis ojos y no supe si era por el viento o el terror.

Me costó tranquilizarme, sentía que pronto tendría un ataque de nervios y me desvanecería, pero tampoco era el momento, no era el momento para nada, tan solo para mantenerme firme, así como Kaden, quien se mostraba sereno, como si nada hubiese ocurrido. En el fondo sabía que estaba tan confundido como yo pero no lo demostraba tan solo para no ponerme peor a mí. Tan solo oía el viento en mis oídos, el fresco en mi rostro y una molestia en el pecho, cerré mis ojos tratando de aislarme de mis torturadores pensamientos, las manos de Kaden sobre las mías eran el único calor, por el momento me calmaba, no estaba sola en medio de la nada, habíamos logrado huir de allí.

Él no dijo palabra alguna, tampoco yo, sabíamos que no era necesario porque eramos conscientes de lo ocurrido, habíamos visto todo y no era necesario aclarar nada. No por el momento.

Fui bajando mi torso hasta acercarlo a el tanque de la moto y me recosté allí, sé que ahora Kaden podía observar con claridad la carretera y yo no sentía tanto el frío entrar por mi pecho, me quedé ahí hasta que sentí disminuir la velocidad, alcé mi rostro y vi mi casa. La moto se detuvo pero él no se movió, tampoco movió sus manos que estaban sobre las mías.

En ese instante sentí que yo tampoco quería moverme, pero ¿cómo? Era lo que quería hacer, llegar y estar en la seguridad de mi casa.

Poco a poco deslizó sus dedos sobre el dorso de mi mano y las quitó, suspiré y me bajé como pude sin golpearlo con la pierna. Me giré hacia él preguntándome si había algo de que hablar, si había que mencionar algo de lo ocurrido, pero él pareció no tener intenciones de eso. Sus ojos fijos en los míos no me molestaron, la seguridad se estaba esfumando, tenía miedo de entrar a casa y que ese hombre pudiera encontrarme, ¿qué pasaría? Kaden no estaría allí para interponerse.

—¿Qué era eso?—pregunté, mi voz salió algo ronca y dolió, además estaba débil, apunto de romperse.

—No tengo idea, nunca había visto algo así—respondió mirando por sobre mi hombro, luego sus ojos se posaron en los míos. Su voz era demasiado tranquila para la situación.

—¿Dónde vas a quedarte?—murmuré con la voz quebrada, aquel desquiciado podía seguir rondando al rededor de su cabaña y eso le impediría volver.

—No lo sé—susurró mirando al frente, pero en realidad no miraba nada.

No podía dejar que volviera a su casa, aunque creo que él era consciente de la estupidez que sería volver, ¿dejarían mis padres que se quedase aunque fuera por el momento?

—Puedo preguntarle a mis padres, ya sabes... Tengo una habitación de invitados—dije y noté que repentinamente mis intenciones de comportarme como una cretina con él se habían esfumado. Ahora el día se había oscurecido y una espesa neblina impedía ver más allá.

—No, encontraré un lugar.

—Te lo estoy diciendo en serio—le aseguré buscando sus ojos, el estómago se me apretaba de nervios cuando no me miraba—, puedes quedarte, sólo debo consultarle a mis padres, inventaré algo...

—Venus, no.

—No Kaden, ya vuelvo, quédate aquí, les pediré permiso—confirmé y me giré sin darle tiempo a responder. «¿Qué estoy haciendo?» Me encaminé hacia la casa, entré rápidamente y busqué a mis padres. Luego de unos minutos los encontré en el piso de arriba, en su cuarto, me sonrieron sin saber nada. Les pregunté y rogué, mentí diciendo que Kaden había tenido unos problemas con sus padres y le habían echado, que no tenía dónde ir, ni amigos. Luego de unas cuantas insistencias, explicaciones de que era un buen chico y que no se propasaría, accedieron y con una sonrisa enorme les agradecí.

Bajé corriendo las escaleras y abrí la puerta principal con rapidez, bajé dos escalones y al mirar hacia la acera me percaté de que Kaden ya no estaba, se había marchado sin hacer el mínimo ruido. Corrí hacia la calle, miré en todas direcciones pero no había rastro de él ni de su moto. Me sentía insegura, desprotegida, tan solo él y yo sabíamos lo ocurrido y tenerlo cerca en ese momento me haría estar más segura. Pero se había marchado, sin previo aviso, perdiéndose entre la neblina.


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