15.

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La sorpresa se plasmó en mi rostro y no dudé de que era él, más tarde podría arrepentirme por creer tan rápido su actuación.

—Kaden...—susurré y luego reaccioné a alzar la voz—. ¡Kaden! ¿Estás bien? ¿Qué te ocurrió? ¿Dónde estam—

—Venus, por favor—soltó un quejido causando el aumento de mis nervios—, déjame tomar un respiro.

—¿Qué? No, no te duermas, no sé dónde estamos, sácame de aquí—me alteré.

—No voy a dormirme, sólo espera a que me deje de doler la cabeza, ¿puedes?—gruñó arrugando la nariz.

Asentí sin decir nada y titubeé en levantarme, dejé la botella con agua que ahora tenía un poco más de la mitad, me acerqué a la puerta de mi habitación y traté de abrirla; estaba cerrada.

Me alejé unos pasos y formé una línea con mis labios para luego dar una parada en la puerta. Ésta ni siquiera crujió pero sentí el dolor en mi pie. Solté una maldición y me acerqué a la abertura.

—Está cerrada, no puedo salir de aquí, ¿tu puerta lo está?

Kaden se esfuerza en mirarme a la cara.

—No lo sé, no siento fuerzas para levantarme—murmura y yo muerdo mi labio inferior nerviosa. Doy unos leves asentimientos con la cabeza y me levanto para buscar otra salida aunque sé que no la hay. Pasan unos minutos quizás y lo único que he hecho ha sido dar vueltas por la habitación tratando de pensar pero los nervios me lo impiden.

Mi vista se dirigió al tarro de comida para perro donde aún quedaba un poco de pollo, mi estómago se quejó pero lo ignoré. Me acerqué a la comida y la tomé con cuidado, noté que mis manos temblaban así que me aferré al tarro y lo llevé cerca de la abertura en la pared.

—Kaden...—susurré y abrió sus ojos, al parecer se había dormido y me arrepentí de haberlo despertado—, tengo comida para ti.

Me observó por unos segundos sin decir nada y luego comenzó a moverse. Trató de incorporarse pero sus piernas le fallaron, como último recurso se arrastró hacía el boquete y se sentó. Le pasé la comida y la tomó con serenidad, parecía exhausto.

—¿Recuerdas algo?—pregunté después de unos segundos de silencio, no quería molestarle pero me sentía insegura, necesitaba respuestas.

—Lo único que recuerdo es estar sentado en el borde de la calle con mi moto estacionada—respondió sin mirarme, a la vez que terminaba el pollo—, después de eso fui despertado aquí con agua.

—Lo siento, no sé me ocurría otra forma...

—¿Al menos queda un poco de eso?—asentí sabiendo que aún no me miraba y le pasé la botella. Tomó unos tragos y la dejó a un lado.

—¿Quieres saber algo de lo que pasó?—cuestioné con cierto nerviosismo, comenzaba a arrepentirme, quizás debería callarme y no atormentarlo con tantas preguntas.

—¿Qué tan malas fueron las cosas que hice?—esta vez se giró a verme, como si realmente le preocupara. Noté algo raro.

—Fueron realmente aterradoras, Kaden. No sé que te ocurrió pero la pasé mal.

Sus ojos no se separaron de los míos, podía sentir su temor pero no sabía la razón. Algo no terminaba de encajar con todo, ¿por qué Kaden no se sentía alterado por todo éste tema? Estamos cerrados en dos habitaciones y no se muestra angustiado. No lo entiendo. No lo conozco totalmente, es verdad, siempre fue tan frío y distante que se podría justificar su actitud pero de todas formas algo no termina de encuadrar.

—Quiero saber que hice, ¿qué te hice, Venus?

La ansiedad molestaba a mi estómago creando náuseas pero las ignoré.

—No sé por donde empezar—tomé una bocanada de aire y hablé, le conté todo lo que recordaba, en la salida de la universidad, fuera de casa y cuando aparecí aquí. La manera en la que me arrastró hasta la habitación, como se comportó cuando me trajo la comida y luego cuando se volvió loco.

Cuando logré terminar las lágrimas amenazaban en salir pero las sequé con el dorso de la mano. La mirada de Kaden se había desviado al otro lado de la habitación, quise saber que estaba pensando, que pasaba por su cabeza en ese instante.

No me dijo nada, ni siquiera un gracias por haberle dicho todo, pero no lo culpo, seguro se sentía desconcertado ante todo esto.

Decidí que lo mejor sería no insistir en que me respondiera, no quería que se molestara ya que después de todo sigue siendo un desconocido para mí. No sé absolutamente nada de él y eso en parte, me inquieta.

—¿En serio no recuerdas nada?

—No, nada—respondió sin mirarme, ¿estaba diciendo la verdad?

—¿Puedes ver si tu puerta está trancada?—murmuré y él suspiró, oí cómo se esforzaba en levantarse, se movió hasta el otro lado de la habitación, mi corazón latía desesperado pero un dolor en mi pecho me arrancó el oxígeno.

—Cerrada.

Me sentía cansada, sin embargo, el temor a que volviese a enloquecer me mantenía con los ojos en él a través del agujero en la pared. Mis ojos no se despegaban de su figura, no hasta que el sueño comenzó a ganarme. Hice fuerza para no quedarme dormida, los párpados me pesaban y ya no pude reaccionar a abrirlos. Aún así, después de dormida los ruidos de la realidad se mezclaban en mis sueños, golpes y un ¿llanto?

No sé cuanto tiempo pasó pero comencé a escuchar un ruido extraño como metales chocando que me obligó a abrir los ojos. Estaba un poco desorientada y no sabía se donde provenían, miré a través del hueco esperando ver a Kaden con la misma sorpresa que yo, pero no había nadie allí.

—¿Kaden?—llamé mientras trataba de pararme pero mis piernas no reaccionaban tal como la primera vez que desperté aquí. Comencé a angustiarme.

Mi garganta estaba rasposa y me dolía al tragar, los ruidos se fueron intensificando hasta que la puerta de mi habitación se abrió. De allí provenían los ruidos. Primero no vi a nadie del otro lado, pero luego una sombra comenzó a verse en la pared que era paralela a la puerta. Alguien venía por la derecha e intuí que se trataba de un pasillo. Aquella silueta se intensificaba cada vez más, haciéndose oscura y de tamaño normal, se acercaba a la puerta. Sentía el corazón en la boca, mis piernas aún no reaccionaban y sentía que me aproximaba a la muerte, la sensación se incrementaba en mi pecho de manera colosal.

—¿Kaden?—volví a preguntar con la voz temblorosa en un susurro.

Quien apareció en la puerta era la misma mujer que visité en el psiquiátrico, Agnes, llevaba la camisa larga de hospital y me miraba con desconcierto. Mi corazón se aceleró y la mujer dio un paso de rara manera, como si le costara caminar. Mi voz se negaba a dejar salir las palabras, estaba tan sorprendida que no reaccioné cuando Agnes comenzó a correr hacia mí. Grité.

Una enorme oscuridad entró por la puerta y tomó del tobillo a la mujer haciéndola caer, esta vez fue ella quien gritó. No pasaron más de dos segundos y el cuerpo fue arrastrado con agresividad fuera del cuarto y la puerta se cerró.

Aún después de haber despertado, seguía gritando. Todo había sido una terrible pesadilla.

Pero algo sí era verdad, Kaden no estaba en la habitación.

POSESIÓN LETALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora