13.

26 2 0
                                        

Mis sentidos poco a poco comenzaron a afinarse, sentía un material frío bajo mi brazo y pierna derecha, noté que me encontraba en posición fetal. Mis oídos se agudizaron en un segundo y tan solo escuchaba un zumbido, al parecer aún no me acostumbraba a estar tanto tiempo en silencio. Mis ojos se abrieron lentamente pero en segundos se cerraron, anhelaba dormir pero necesitaba saber que ocurría y dónde estaba. Volví a abrir mis ojos tratando de enfocar la vista pues veía todo borroso, refregué con mi mano izquierda mi ojo y poco a poco me acostumbré. Estaba en el piso. Había una silla, una mesa de madera, sobre ella reposaba un frasco de vidrio mugriento y a su lado lo que parecía ser una radio. Divisé paredes en un pésimo estado, agrietadas, rodeadas de musgo, con cuadros viejos y desgastados, alguna que otra repisa con platos llenos de polvo y telarañas por todos lados.

Intenté incorporarme, al sentarme mi brazo derecho quedó colgando sin moverse y mi corazón se aceleró con violencia. Con mi otra mano lo tomé para llevarlo sobre mis piernas, probé mover mis dedos y estos apenas reaccionaron, sentí la angustia recorrerme. Hice un esfuerzo para pararme y mi pierna derecha falló haciéndome caer al piso, me encontraba totalmente desconcertada. Sacudí con mi mano el brazo derecho y éste comenzó a hormiguear, me relajé.

Mis extremidades se habían dormido, seguramente fueron muchas las horas las cuales dormí sobre ellas causando que apenas pudieran moverse.

Me arrastré hasta una de las paredes que estaba detrás de mí y apoyé mi espalda en ella. El zumbido en mis oídos había desaparecido y ahora lo remplazaba un escalofriante silencio, mis ojos recorrieron con más libertad el sitio y no lo reconocí. No sabía donde estaba.

Traté de recordar lo sucedido, yo estaba en mi cuarto mirando por la ventana cuando...

Miles de imágenes inundaron mi mente.

Kaden mirándome por la ventana, yo acercándome a él, su mano asfixiando mi cuello sin compasión, mi hermano peleando contra él y la oscuridad invadiéndome. Mi cuerpo se estremeció, y en mi pecho se instaló una gran incomodidad, una angustia.

¿Qué ocurrió luego? ¿Dónde está Ian? ¿Y Kaden? ¿Mató a mi hermano a golpes? ¿Quién me trajo aquí?

Había algo que sabía con seguridad, esta no era la casa de Kaden.

Sentí un ardor en mi lengua, como si me la hubiese mordido fuertemente, pero no recordaba cuándo.

Me levanté ayudándome con la pared con mi pierna hormigueando, aún así no me detuve y busqué la salida con cierta inseguridad. Atravesé el umbral que había frente a la mesa de madera y allí había un sillón viejo, totalmente roto, sucio y con su relleno fuera. Muchas cosas tiradas en el suelo, una televisión frente a los sillones estaba destruida con un gran golpe en medio de su pantalla, a mi derecha habían unas escaleras para subir que ignoré completamente y me acerqué a aquella puerta tapada por una fina cortina donde traspasaba la luz.

Tomé el pestillo entre mis dedos y cuando iba a girarlo, la puerta se abrió con fuerza haciendo que diera unos pasos rápidos hacia atrás y cayera al suelo. Una gran silueta cubría todo el tamaño de la puerta impidiéndome ver fuera, con un movimiento la puerta volvía a estar cerrada y ahora un ambiente tenso y agobiante me rodeaba. Luz por unos segundos me había cegado y ahora trataba de acostumbrarme a la oscuridad. El pecho de esa persona subía y bajaba con agresividad, y entre tanto silencio podía oír su agitada respiración. Cuando mis ojos lograron adaptarse los entrecerré para lograr reconocer sus facciones, su semblante completamente serio, una de sus cejas fruncidas con molestia, yo sabía quien era aunque en este punto... Lo dudaba.

—Kaden...—titubeé y su cuerpo pareció tensarse. Dio unos pasos hacia mí, se agachó quedando en cuclillas sobre mi torso y con una de sus manos acarició mi cabello, cerré los ojos con un nudo en la garganta. Iba a hablar, a pedirle por favor que me dejara pero me silenció con un siseo.

Cuando creía que se quedaría todo el día así, su mano se cerró en mi cabello y se levantó para luego comenzar a caminar hacia adelante, pasó por encima de mi cabeza y con fuerza tiró de mi pelo arrastrándome por el suelo hacia quién sabe dónde. Los gritos desgarraron mi garganta, sentía un dolor punzante en mi cuero cabelludo y traté de soltar sus manos pero era imposible en esta posición. Mis piernas trataban de aferrarse a algo pero sólo lograba golpearlas contra los objetos o tirar cosas sobre ellas, haciéndome daño.

Los talones de Kaden golpeaban mi cabeza al caminar, el dolor me impedía pensar con claridad que hacer, no podía dejar de suplicar que se detuviera pero sólo lo hizo cuando él lo creyó necesario.

Soltó mi cabello y mi cabeza se golpeó contra el suelo, mis ojos se cerraron tratando de calmar las palpitaciones en ella, mi cuero cabelludo dolía como el infierno y temía que me pudiese haber lastimado. Abrí los ojos y observé a Kaden frente a mí, con mis brazos me arrastré hacia atrás hasta que mi espalda chocó contra algo frío y duro, aún así él se acercó a mí, se agachó quedando a centímetros de mi rostro, su serenidad despertaba miedo en mí.

Sus cejas se fruncieron con enfado y de su garganta brotó un gruñido, mis ojos se abrieron con sorpresa pues no entendía su actitud, parecía un animal. Pegué mi cabeza contra la pared tratando de mantener distancia entre ambos pero era complicado, se seguía acercando.

Sus ojos se encontraban totalmente sombríos, no había nada en ellos, no estaba el brillo que yo había visto la vez que fui a su casa y hablamos.

Cerré mis párpados para evitar verlo, aún así sentía su respiración frente a mí, el aliento frío de su boca acarició mi rostro y me pregunté si eso era posible, ¿podía el aliento ser así de frío?

Un nuevo gruñido salió de su garganta y mis ojos se apretaron para evitar verlo. Pero mis oídos fueron testigos de aquellas macabras palabras que lograron congelarme.

—Kaden se ha ido...

POSESIÓN LETALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora