Antología de cuentos de un perspicaz charlatán (Ciudad de unos Don Nadies)

El cigarro

Javier tiro al suelo su cigarro y de el salio un humo blanco que entro por su nariz, pero nadie lo había soplado, ya que entre su magia había raciocinio, como tiene su delirio...

El humo llego a su cerebro y le inyecto lentamente un conocimiento, una letra, una palabra, una imagen, un beso en una noche cálida o un despechado corriendo entre la lluvia.

A miles les sucede esto, muy pocos lo entienden, y no digo yo ser uno de ellos, porque ellos ya están muertos de cáncer, pulmonar, quizás, pero más que nada cerebral...

Y yo sigo aquí, no me alegro ni me entristo, porque no hay quien me conceda mi recuerdo más intenso...

El cigarro deja sus palabras, sus cenizas vuelan por el aire, le entran a cualquiera en la oreja y se dejan llevar por esa palabra, esa obra, para que luego les salga por el otro oído

El cigarrillo hace mal, pero a la larga...por eso millones tienen la capacidad de juguetear con la muerte...

El cigarro, ya casi apagado, es revivido por el ultimo soplido, para quizás ser luego olvidado.

La minoría, sin embargo, a veces lo guardan en una cajita, como en tiempos de guerra y pobreza, los llevan a las personas y nadie quiere probarlos, todos quieren habanos o algo más potente...

Y vuelvo, al sin embargo, hay otra pequeña minoría, que acepta el poco cigarrillo que queda, lo toma entre sus manos, aspira y guarda el humo de nuevo...
Se le planta en el cerebro y causa cosas sorprendentes, muchas veces en beneficio de su gente...

El cigarro es un arma potente, mata a la larga, pero en el proceso te alivia la carga, te da placer y te podes dejar llevar a tu fantasía tan hermosa, escribe...escribe...De todo es lo único por lo que estamos aquí...

Y así... Muchos cigarros...pasar al menos por dos o tres bocas... Llenaron sus mentes y se fueron, de nuevo a la caja o a algún lugar donde ser longevos...