Epílogo

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Prohibido el cloro y cualquier producto químico.
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Lunes 23 de Abril, 2018 [18:32]

—Buenos días Arthur —saludó Alfred con un gran ramo de rosas rojas entre sus manos—. Te he traído tus flores favoritas.

  Era un hermoso día de primavera: el Sol iluminaba plenamente la tierra, los pájaros cantaban, las lluvias habían cesado, las flores vestían sus más llamativos colores y todo el mundo era feliz... Todos menos uno.

—Ya hace dos meses desde que te fuiste de nuestro lado —decía el americano dejando las flores sobre aquella lápida—. Y hoy hace un año desde que nos conocimos por internet. ¿Sabes? Me parece increíble que todo esto pasara... Te echo de menos —lamentó, su voz comenzaba a quebrarse.

  Recordaba aquel día en el que había vuelto a Londres después de visitar a sus padres un mes entero en Estados Unidos de América. Los padres de Arthur y Scott vestían de negro con caras fúnebres.

  Arthur había muerto, había tenido una recaída grave después de que el americano se fuera ya que no estaba el único ser que le apoyaba plenamente en todo y que le quería como era. Había tomado más alcohol de lo que había bebido nunca y al ya no tener su débil cuerpo acostumbrado a aquella droga terminó sufriendo un coma etílico que le llevó a perder su vida.

—¿Sabes? Ese día iba a pedirte que fueras mi novio —decía el rubio con ojos llorosos—. Fui con un gran ramo de rosas y con traje pero al final en vez de ser flores de compromiso fueron flores fúnebres... —se quitó las gafas y limpió las lágrimas que amenazaban caer por sus mejillas.

  Era la primera vez que iba a la tumba de Arthur desde el funeral, nunca se había atrevido a ir hasta hoy el día que correspondía con el cumpleaños del británico y con su aniversario.

—Podrías haberme llamado cuando te encontraste mal, podría haberte consolado y apoyado como había hecho antes de conocernos en persona... Pero tú aún así te callaste y no dijiste nada, me engañaste de nuevo diciéndome que estabas perfectamente —ya no podía aguantar las lágrimas, su alma estaba rota—. Podríamos haberlo superado como habíamos hecho tiempo antes... Pero tú decidiste hacerte el fuerte a la vez que te comportabas como un idiota.

  Arthur ese mes tenía gran cantidad de exámenes en la universidad y a pesar de que era un pequeño genio, también se estresaba; y dado que su salud era débil y no acababa de superar sus adicciones aquella época era un gran peligro para una recaída. Pero aún así le dijo a Alfred que no se preocupara, que estaría bien sin él, que no ocurriría nada, pero al final cayó en la absoluta oscuridad.

—Joder Arthur, te echo de menos... Se me hace muy difícil vivir sin ti, sin tu sonrisa, sin tus sonrojos, sin tus balbuceos, sin tus ojos brillantes, sin tu suave cabello, sin tu rara personalidad... Me haces mucha falta —sollozaba tirado en el suelo de rodillas, sin aguantar las lágrimas—. Si solo no te hubiera abandonado...

  Durante esos dos meses Alfred había caído en una gran tristeza, llorando por las noches recordando a Arthur, no volvió a la casa de los Kirkland pues cuando fue terminó llorando frente la casa imaginando a Arthur sonriendo abriendo la puerta de la casa, sus notas habían bajado drásticamente y ya casi ni salía de casa. Solo su primo Matthew podía entrar en su habitación y pasar tiempo con él animándole, era increíble ver a alguien que había sido tan fuerte tan débil.

  Si no fuera por el apoyo de su familia él hubiera intentado volver al lado de su amado de muy diferentes formas.

—Te sigo amando Arthur —musitaba entre lágrimas.

  Su cuerpo temblaba y le empezaba a costar respirar. Era tan difícil vivir sin él, era tan difícil sobrevivir en aquel oscuro mundo, era tan difícil estar sin Arthur.

—Alfred —el rubio se giró para ver quien le llamaba, conocía esa voz.

—Buenos días Scott —saludó en voz baja el americano limpiando un poco sus lágrimas.

—Veo que por fin viniste a ver al conejo —dijo el pelirrojo con una triste sonrisa en su rostro y el ojiazul asintió levemente—. Gracias por todo lo que hiciste por Arthur, nunca pude agradecértelo.

—No agradezcas nada, fue mi culpa que esto pasara —contradijo Alfred llevando una de sus manos a su corazón.

—Tú no hiciste nada malo, al revés gracias a ti Arthur vivió feliz sus últimos momentos de vida. Si no hubiera sido por ti él hubiera muerto antes —decía Scott apoyando su mano en la cabeza del menor, era reconfortante para Alfred aquellas muestras de cariño, era como las caricias de Arthur.

  Alfred no decía nada, solo seguía sollozando y fue abrazado por Scott, quien también pasaba muy mal la pérdida de su pequeño hermano. Acariciaba su pelo y su espalda intentando calmarle, no le gustaba ver al salvador de su pequeño conejo en ese estado.

—Alfred, Arthur te ama demasiado y estoy seguro de que no querría que estuvieras así —decía el escocés con voz tranquila—. Tienes que superarlo y ser feliz, por él.

  Alfred no hablaba, solo lloraba. Estaba cansado de todo, se sentía vacío también... ¿Hace cuanto no comía?

—¿Alfred? —le llamó Scott con cierta preocupación.

  Era un día muy frío y Alfred vestía unos pantalones vaqueros y una simple camisa blanca de manga corta, se estaba congelando.

—Hey —le llamó de nuevo y le agarró de los hombros apartándole.

  Su respiración comenzaba a disminuir y sus ojos se cerraban.
El dolor desaparecía, ¿pero por qué?

—Maldita sea —gruñó Scott y sacó su teléfono móvil deprisa marcando un número de teléfono—. Necesito una ambulancia por favor —decía el hermano de Arthur de forma apresurada.

  Pero ya era tarde, Alfred ya se había encontrado con Arthur.

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¡Y este es el final amigos! Espero que os gustara.
Ya podéis hacer las preguntas que queráis sobre la historia y yo las responderé todas juntas cuando todos los extras se terminen.

Muchas gracias por el apoyo.
Ciaoooooooo~~~~(*'▽'*)♪

Virtual boyfriend [UsUk/UkUs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora