Capítulo 11.

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- ¿Al final vas a invitar a Joel?

- No -dijo serenamente, cogiendo su taza de café y pegándole un trago.

- ¿Por qué no? ¿Le has mirado bien? Es encantador y tiene un cuerpo que te quita el hipo -fantaseó Lía. Bebió de su refresco.

- Será todo lo que tú quieras, pero es una obseso de la caza.

- ¿Y? Las personas tiene aficiones, ¿sabes? -Kelly le puso cara irónica- ¿Qué?

- Sé perfectamente que la gente tiene aficiones. Yo también tengo, por cierto -dijo, ofendida.

- ¿Dónde está el problema, entonces?

- ¿Has visto su casa? Tiene la puñetera cabeza de un jabalí en su salón, y un zorro de cuerpo entero en la entrada. Es espeluznante.

- Eh, eh, eh, para el carro. ¿Has estado en su casa? -su amiga puso cara de sorprendida y por las expresiones que vinieron después seguramente se estaba montando una película erótica.

- No, pero me estuvo enseñando fotos, orgulloso. ¿Sabes lo irritante que es estar en tu trabajo y que vengan a enseñarte fotos de animales disecados? -hizo un sonido de enfado- No es mal tío, pero hay veces que me pone nerviosa.

- No me dirás que ahora estás en contra de que la gente cace animales.

- Si es caza legal tampoco me importa mucho, ¿pero un zorro en la entrada? Por ahí no paso -volvió a coger su taza y bebió.

- Llámame suspicaz, pero... ¿no será que sigues pillada de algún chico que anduvo por tu vida hace un tiempo? -en el momento que Kelly posó su taza con cara de casi haberse atragantado, Lía, para evitar el contacto visual asesino de su amiga, cogió el refresco y fingió que bebía mientras miraba hacia el techo.

Cuando creyó que su mirada había dejado de tirar cuchillos y ahora sólo era una ligera quemazón en la cara, volvió a posar el refresco. La mirada de Kelly parecía expresar sorpresa y dudas al mismo tiempo. Su dedo índice todavía rodeaba el asa de la taza.

- Para nada -negó ella, rápidamente.

- ¿De verdad?

- Es agua pasada -reafirmó.

- ¿Entonces por qué parece que te estás esforzando para que no se te descomponga la cara? -Kelly resopló. Ahora fue ella quién evadió el contacto visual con su amiga. Impulsaba su pierna de arriba abajo con la punta de su pie de forma nerviosa. Lía le agarró la mano- Sabes que no es nada malo, ¿verdad? El que todavía pienses en él.

- ¡Pero es que no pienso en él! Lo superé, ¿recuerdas?

- Más bien recuerdo que durante varios días Bianca y yo tuvimos que hacer turnos para cuidarte a ti y a Sophie porque estabas destrozada, y que, de la noche a la mañana decías estar bien y lista para volver a hacer vida normal.

Tomó una bocanada de aire y miró hacia el suelo. Recordó cómo había estado; lo que más le dolía de todo eso no era que él se hubiese ido, podía aceptarlo, simplemente no buscaban lo mismo. Suele pasar. Lo que hizo rabiar a Kelly fue su estado, la forma en la que él la había dejado sin apenas haber pasado tiempo juntos. Se sentía como una tonta al haber llorado y haberse puesto como se puso por un hombre con el que apenas había pasado dos semanas, pero no podía evitarlo. Quizá fue el rechazo, eso nunca sienta bien.

- No quiero pensar en él, ¿vale? Simplemente fue alguien que pudo ser pero no fue. Aunque no lo parezca, todo este tiempo llevo haciendo la vida normal de siempre. Sin diferencias. Eso implica estar como siempre en los amoríos: sin nada. ¿Me atrajo? Sí, pero ya está. Se fue y no he vuelto a saber nada de él, y sinceramente es mejor así. Es lo que tú y Bianca me dijisteis, fue mucho mejor el preguntárselo y que lo zanjase todo a estar más tiempo mareando la perdiz -concluyó.

Lía se quedó totalmente callada. No sabía qué decir ante eso. Por supuesto ella estaba de acuerdo con lo que Kelly hizo; ella misma fue la que le dio parte de la idea, pero de todas formas no podía evitar pensar que, a lo mejor, si hubiese dicho otra cosa y la hubiese animado a seguir con él, a lo mejor no hubiese pasado lo que pasó y al final él hubiese cambiado de mentalidad y hubiese decidido quedarse y probar suerte con ella.

- Lo siento, tía... -murmuró su amiga con ambas manos en el vaso de cristal que ya apenas contenía algo de su refresco.

- No sé por qué te disculpas. Aquí nadie tiene la culpa de nada -tomó el último trago de su café y se pasó la lengua por el labio para eliminar el rastro que debía quedar.

****

Volvió a rodar por la cama. Abrió los ojos enérgicamente. Hacía ya un rato largo que se había despertado y, tras girar, rodar y contorsionarse a lo largo y ancho del colchón, se decidió a sentarse en la cama. Esa noche se había ido a dormir muy tarde puesto que en un arrebato de gentileza intentó quitarle trabajo de encima a su hermano y se dedicó a rebuscar por internet, pero como se suponía, había demasiadas opciones y muy pocas pruebas. Fuese lo que fuese ese bicho tendría que descubrir algo más si quería cazarlo.

Como ayer por la noche había comprado café y algo de bollería industrial en un supermercado, no necesitó salir en toda la mañana, por lo que se dedicó, como los primeros días en los que estuvo, a hacer ejercicio como abdominales y flexiones dentro de la habitación. El estar contando sin descanso el número de repeticiones que llevaba y la sensación de sus brazos al realizar los ejercicios le ayudaba a borrarse de la cabeza lo que le atormentaba.

Se planteó llamar a Cassidy. No había acabado mal con ella, todavía podría hacer algo con ella y liberar tensión, pero algo le echaba atrás. Cada vez que pensaba en ello, una tormenta de malestar le arrollaba la mente. No quería admitirlo, pero, cuando pensaba en Cassidy y lo que podría hacer con ella, sus pensamientos saltaban a Kelly y cómo, sin realmente quererlo, la había destrozado, cosa que no le hacía sentir muy bien al cazador.

Pero ¿qué podía hacer él? El haber prolongado esa relación en algo más íntimo y personal eran simplemente ganas de que ella saliese más herida. No quería ser el malo de la película, pero era mejor cortarlo en ese momento que más adelante.

Se levantó del suelo y volvió a sentarse en la cama. Los brazos le dolían por el ejercicio y, extrañamente, le gustaba la sensación. Tenía que admitirlo; estaba preocupado. ¿Y si se cruzaba con Kelly por la calle? Dudaba bastante de ser capaz de mirarla directamente a la cara, no después de lo sucedido, por algo los días restantes que vinieron después de su última noche con ella se había quedado prácticamente todo el rato en su habitación para no encontrársela por equivocación.

Pero ahora no podía preocuparse por eso, había gente muriendo y él era el encargado de acabar con el problema. Como siempre.

Entre Dos VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora