Capítulo 3

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Varios días, quizá semanas sin que me pasara ningún inconveniente que me hiciera salir de control. No me había topado con Javier, gracias a Dios estaba muy lejos la mayor de las veces y eso me dejaba estar serena.
Aunque habían acciones con Hilary que él hacía, dolía y al mismo tiempo me hacía arder. 

Ya en el Instituto, las horas transcurrieron lentas, llegamos a la hora de almuerzo. Sophia y yo nos sentamos en una de las mesas retiradas de los demás, mientras comíamos nuestras pizzas Sophia hablaba sin parar, se había vuelto loca con sólo Austin hablarle, sólo hablaba de él en cada conversación, era fastidioso. Podía ser insoportable si se lo proponía.

Nunca me gustaba comer en el comedor, todos nos miraban de forma indiferente, quizá porque era rara y a Sophia porque siempre estaba conmigo y no me dejaba sola. No lo hubiera soportado sin ella.

Terminamos de comer y continuamos charlando. Logré esquivarla cuando quiso incluir a Javier en nuestra conversación. Empezaría a hacer preguntas y a insistir. Por primera vez no quiso presionar, fue pasiva.

—Sophia —dije rompiendo el silencio.

—Nathalia — respondió.

—No entiendo como están todos emocionados por la fiesta.

—Esa no es la original, es como una pre-fiesta. La última será genial! —dijo haciendo movimientos extraños con las manos.

—No voy a esas cosas —solté.

—Es obligatorio. No estamos por gustos —dijo alzando una ceja.

—Ese día estaré enferma —hice una sonrisa falsa.

—No me digas. Estarás envidiable.

—Estás loca.

—Ya verás. Dejarás loco a Javito... —reí.

—Ni lo sueñes, señora.

—Ajá —respondió.

—Ajá — contesté.

—Eres hermosa, deberías tener más confianza en ti misma —me sorprendió al decir eso, ni siquiera entraba en la conversación — Mírate, tienes unos ojos impresionantes, pelo envidiable, cuerpo perfecto, sonrisa hermosa. ¿Qué más quieres? Eres todo lo que desearía ser una persona. —me quedé callada. No sabía que responder. Seguridad, eso era lo que necesitaba. No me sentía bien conmigo misma, era un desastre, por esa razón nadie quería estar cerca de mi.

—¿Por qué me dices esto? —Pregunté.

—No te hagas Nathalia. Sabes muy bien de lo que hablo —suspiré.

—Mi vida es absurda, Sophia —dije sin más.

—Deja de decir eso. Hay personas que te queremos y no nos gusta verte así. Ya estoy cansada de que sientas menos. Esto ya es suficiente. —bufó.

—Esto no es suficiente — dije.

—Aveces eres tan seca e irritante, pero siempre estoy aquí y no te he dejado sola. Ayúdate a ti misma. Ya es hora.

—Lo sé Sophia, eso te lo agradezco. Estoy agradecida. No quiero que te sientas obligada conmigo.

—Aunque no quiera, ya eres parte de mi —Sonreí

—Te quiero — respondí

—Yo más tonta — contestó

Escuché que alguien llamó a Sophia. Volteé a ver de quién se trataba. ¡Austin! e iba hacia nosotras. No sabía que hacer. Javier estaba a su lado ¡Iban hacia nosotras! me di la vuelta asustada. Mire a Sophia, tenía una gran sonrisa en su rostro, miraba fijamente a Austin. Me metí debajo de la mesa, fue un impulso. Estaba desesperada, mi corazón se aceleró, se me revolvió el estómago, mi respiración se tornó forzosa, sentía que algo malo podría pasar.

—Nathalia, ¿Estás loca? sal de ahí — dijo Sophia cuando me encontraba debajo de la mesa. Le di un puñetazo en el pie izquierdo para que entendiera. Soltó un quejido.

—Hola preciosa, ¿Cómo estás? — escuché decir a Austin.

—Hola, estoy bien, ¿Y tú? —respondió.

—Excelente — contestó.

—Sophia — dijo Javier. Enseguida, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Los nervios me empezaron a atacar con más fuerza. El miedo incrementó. El poco espacio que había debajo de aquella mesa me fatigaba aún más.

—Javier —respondió. Supongo que se dieron las manos. No podía ver claramente.

—¿No había otra chica contigo? —preguntó. Me asusté y le di un jalón al vaquero de Sophia. Ella me devolvió con una patada.

—Eh... Bueno... Si... Pues... 

—¿Eh? —dijo Austin —¿Bueno? —le di un apretón en tobillo y Sophia soltó.

—Salió para el baño —por un momento pensé que le diría que me escondí debajo de la mesa, no fue así. Solté el aire de mis pulmones.

—Ahh... Pues que rápida ¿No? —dijo Javier.

—Sí — Respondió Sophia con una risita de esas falsas que solía escuchar cuando mentía.

Vi como se sentaban en nuestra mesa. Me sorprendí y sin querer choqué la cabeza de la mesa. Escucharon el golpe. Mi mejor amiga ahogó un gemido.

—¡Auch! —proclamó Sophia, tratando parecer que había chocado con la mesa.

—¿Estás bien? —preguntó Austin.

—Ehm... Si claro, estoy bien —respondió.

Me sentía desesperada, quería salir de allí, sentía que podía desmayarme en cualquier momento. Un fuerte dolor de cabeza me invadió y por un momento mi visión se tornó borrosa, náuseas, miedo y preocupación invadieron todo mi cuerpo. Cada segundo que pasaba se me hacía eterno. Duraron varios minutos hablando, ya estaba harta de estar ahí debajo. Nunca me había sentido tan asustada. Al fin se marcharon.

—Te salvé el pellejo —dijo Sophia, cuando salí de mi escondite.

—Nunca vuelvas a hacer eso —Contesté. Suspiró — vas hacia ellos, no dejes que vengan a ti si estoy contigo.

—Como digas Nathalia. Está bien — Contestó.

Desasociego. [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora