Me paré de la cama, entré al baño y me lavé la cara. No seguiría llorando, era inútil. Bajé las escaleras y entré a la cocina. Abrí el refrigerador y me serví un poco de jugo de naranja, luego salí. Me dirigí a mi antiguo refugio, donde iba cuando me sentía asustada o confundida. Era una pequeña casa cerca de un lago. Donde solíamos jugar Sophia y yo. Pensé que sería el mejor lugar para pensar y tranquilizarme, un momento a solas sin que nadie me presione. Mientras caminaba decidí recrear los momentos lindos que pasé con ella por ese hermoso lugar, en mi memoria. Lindos tiempos.
Entré y al observar la pequeña casa empecé a llorar, mi padre la había equipado. Le había instalado una pequeña televisión, era perfecta. Seguí mirando y también había puesto el lugar hermoso, la pequeña cocina estaba linda y acogedora. Entré a la habitación y me tumbé en la cama. Todo aquello papa lo hizo para mí, no pudo enseñármelo porque murió. Me quedé mirando el techo por unos minutos, cerré los ojos y en minutos me quedé dormida.
Alguien sacude mi brazo, no puedo ver ya que mis ojos aún están soñolientos, escucho mi nombre
—¡Nathalia! Despierta — la voz se me hizo conocida. Cuando pude enfocar bien a quién tenía en frente. Sophia.
—¿Qué haces aquí? —pregunté enojada.
—Nathalia. Por ti estoy aquí. Siempre tengo que salir detrás de ti para hacer que entres en razón.
—No necesito que lo hagas —dije seca.
—Como sea. Si lo hago es porque me importas, y mucho. De lo contrario me daría igual tus decisiones y no trataría de ayudarte —suspiré.
—Gracias... —dije suave —perdóname, se que no te he agradecido, Sophia. Sólo te he tratado mal —se acercó a mí y me abrazó.
—No tienes nada que agradecerme —me dio un beso en la cabeza y nos separamos.
—Claro que sí —sonreí.
—Cuanto tiempo pasó desde que vinimos la última vez —dijo mirando a su alrededor.
—Bastante —contesté —¿Cómo supiste que aquí me encontraba?
—Te conozco Sophia, al lugar que irías si te sientes deprimida es aquí —no respondí nada. Sólo la miré —Nathalia, la fiesta —dijo y abrí bien los ojos.—¿Qué? —pregunté asustada
—¡¿Lo olvidaste?! —gritó —¡Es mañana! —puso la mano en su frente y se tiró en la cama
—Por Dios, Sophia... —contesté. Lo había olvidado totalmente. ¡Joder!
—Mañana vamos a comprar un vestido fabuloso —dijo emocionada.
—Todavía sigo pensando que no es una buena idea —respondí dudosa. La idea de ir a una fiesta me aterraba, más si sabía que Javier estaría cerca.
—Si lo es, ya verás. Confía en mi.
—Bueno, no se la verdad —insistí.
—No sucederá lo de la otra vez, te lo prometo —dijo haciendo un puchero.
—Está bien —cedí.
—Mañana temprano iremos a comprar el vestido. Estarás hermosa —contestó. Asentí —vamos a casa, ya es tarde —tomé mi celular y miré la hora. Las 5.35 pm. ¿Acaso dormí tanto? Mi estómago gruñía pidiendo alimento.
—Vamos —dije. Nos fuimos caminando. Cuando llegamos, enseguida subimos a mi cuarto y nos tiramos en la cama. Sophia recibió una llamada. Una vez colgó, me habló.
—Nathy, tengo que irme. Debo salir con mamá. Hablamos mañana temprano —me dio un beso en la mejilla y salió.
Bajé a la cocina y me serví cereal con leche, luego volví a mi habitación. Tomé un libro que había dejado por un tiempo y retomé la lectura. Me sumergí en la historia y me dejé llevar por la imaginación, adoraba leer. Me sentía tranquila mientras lo hacía. El único momento en que olvidaba todo lo que me aterraba, el único momento en el que me sentía una persona normal. Cada emoción reflejada en la historia, la hacía sentir mía. Cada acción me hacía vibrar con tan sólo imaginar que fuera yo quién la hacía y luego recordar que nunca me atrevería...
Bajé a la cocina a dejar el plato, para luego lavarme los dientes e ir a la cama. Ya entre mis sabanas, escuché que alguien tocó mi puerta, mamá sacó la cabeza.—Entra —dije. Hizo lo que le dije y se sentó a mi lado.
—Cielo, ¿Cómo estás? —preguntó con un tono suave.
—Estoy bien mamá —respondí.
—Sólo vine a desearte lindos sueños —contestó.
—Gracias... —dije con una suave sonrisa. Besó mi frente y se paró de la cama, cuando iba a salir la llamé —Mamá —volteó
—¿Si? Cielo —dijo soltando el pomo de la puerta
—¿Puedes dormir conmigo esta noche? —pregunté.
—Claro cariño —volvió y se acostó a mi lado, me abrazó y su calor me hizo sentir segura. Sin darme cuenta, me quedé dormida.
***
Cuando desperté, mamá ya no estaba a mi lado. Me paré de la cama y entré al baño. Me di una ducha y cepillé mi dientes. Me puse el Albornoz y bajé para desayunar, luego volví a mi cuarto para vestirme. Mientras secaba mi cabello pensé en qué podría ponerme, entré buscar y buscar, doté por ponerme un vestido blanco con flores moradas. Me veía adorable.
Sonó el timbre, bajé enseguida, era Sophia. Me despedí de mamá y fuimos a una tienda. Sophia empezó a buscar vestidos, luego me pasó tres. Fuimos a los vestidores y comencé a probármelos, uno por uno. El primero era muy corto, el segundo no me quedó y el tercero no me gustó.
—Espera, buscaré otro —dijo alejándose. Luego volvió con un vestido negro, me lo pasó y entré al vestidor. El vestido era lindo pero no iba con mi cuerpo —sal déjame verte —salí y se quedó mirándome —te queda hermoso, date la vuelta —obedecí —sí, me encanta.
—No me gusta —dije.
—Pues a mí sí —respondió. Por más que quiso que compráramos ése, me negué rotundamente y tuvo que llevarme a otra tienda.
Era una plaza un poco grande así que pensé que sería más fácil. Ya dentro del vestidor me pasó un vestido rojo, me lo puse y salí. Abrió la boca, pero no dijo nada.—¿Qué? —fruncí el ceño.
—Estás preciosa. Me encanta —dijo con brillo en los ojos.
El vestido en realidad era hermoso. Tenía la espalda descubriera y delante tres lazos de tela se cruzaban. En verdad me gustó mucho.
—Resalta tu hermoso cuerpo, lo amé.
—Me gusta —dije.
—Es justo —respondió. Sophia buscó unos tacones y fuimos a pagar. Entramos a una cafetería y comimos algo. Estaba agotada, ir de compras no es lo mío. Cuando llegamos a casa, fuimos a la terraza a ver una película para luego ir a cambiarnos.
***
Sophia y yo ya nos habíamos vestido, ella estaba maquillada, sólo faltaba yo. Estaba ansiosa y desesperada porque terminara conmigo. Una vez terminó me acerqué al espejo.
—Estás f-a-b-u-l-o-s-a —dijo emocionada.
Por primera vez en mi vida me sentía hermosa, me sentía cómoda conmigo misma, estaba irreconocible, debo destacar que mi mejor amiga hizo un muy buen trabajo. Me acerqué a ella y la abracé.
—Gracias, también estás fabulosa —contesté con una sonrisa. Sophia me recogió el pelo en un moño al lado y luego bajamos, le dije que pediríamos un taxi pero se negó, quería conducir. Cuando mamá nos vio sonrió.
—Están preciosas —dijo abrazándonos.
—Gracias —respondimos al unísono. Nos despedimos y subimos al auto. Nos pusimos en marcha.
No dijimos nada en el camino, sólo escuchábamos la radio "Roses - Shawn mendes "sonaba. No pude concentrarme en la canción, estaba ansiosa, sentía miedo. Mientras más avanzábamos más nerviosa me ponía. Rogaba porque nada malo pasara dentro de la fiesta. Allí iba a asistir la escuela completa, y nunca he interactuado ni con el uno porciento. Sabía que iba a sentirme más que incómoda rodeada de personas que me veían como la más rara del mundo. Mi corazón se paralizó cuando sentí el auto aparcarse en frente a un gran lugar.
—Llegamos —anunció.
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Desasociego. [PAUSADA]
Teen FictionNathalia James es una chica de 17 años. Vive con miedos y trastornos que no la dejan avanzar, trata de pasar desapercibido por parecer la rara del Instituto. Aunque no quiere recibir ayuda, la insistencia de su mejor amiga logra cambiarla de parecer...